
La Revolución Industrial estableció un sistema de producción que simplificó el concepto de productividad: cuanto más producimos, mejor. Se asumía que si la calidad se mantenía, producir más significaba ser más productivo. Sin embargo, actualmente para los trabajadores, la naturaleza del trabajo ha cambiado. Ahora, el objetivo de muchos es trabajar más lento, pero hacerlo de manera más eficiente, innovadora y con un mayor impacto. En este nuevo enfoque, la automatización juega un papel crucial.
Con demasiada frecuencia, los profesionales caen en la trampa de perseguir una noción obsoleta de productividad, lo que resulta en burnout: un síndrome psicológico caracterizado por agotamiento emocional, cinismo y una menor sensación de logro personal. Una encuesta reciente de Gartner reveló que cuatro de cada diez estadounidenses reportan sufrir de agotamiento.
Quizá como respuesta a esta epidemia de agotamiento, muchos lugares de trabajo están adoptando un nuevo concepto de productividad. La “productividad lenta”, un término acuñado por el autor Cal Newport, sugiere que hacer menos cosas, pero de mayor calidad, conduce a una productividad más auténtica.
Como emprendedor en el negocio de eliminar el trabajo tedioso durante casi dos décadas, estoy completamente de acuerdo con el enfoque de Newport. Y ahora, la automatización puede ayudarnos a desbloquear el trabajar más lento. Mientras que algunos creen que las nuevas herramientas automáticas deben usarse solo para producir más, yo creo que la automatización debe ayudarnos a producir mejor. Aquí está la razón por la cual el trabajo mecánico y la “pseudo-productividad” son lo opuesto al logro significativo y cómo podemos trabajar más despacio y aún así ser productivos en nuestras vidas personales y profesionales.
El costo oculto de estar ocupado
En nuestra vida laboral diaria, la mayoría de nosotros estamos inundados de trabajo repetitivo. A pesar de todo lo que la tecnología nos ha dado para facilitar la conexión, la comunicación y la creatividad, dejó un pozo sin fondo de distracciones momentáneas, como revisar rápidamente los correos electrónicos y desplazarse por las redes sociales, junto con tareas manuales tediosas que carecen de estímulo y finalmente nos desvían de los objetivos más profundos. Es fácil perder de vista lo que realmente nos da sentido en el trabajo y enfocarnos (o desperdiciar) nuestra energía en tachar otro elemento de nuestra lista de pendientes.
Newport llama a este estilo de trabajo “pseudo-productividad”: la tendencia a alejarnos de esfuerzos más profundos hacia tareas más simples y concretas que se pueden realizar fácilmente; es decir, la fruta al alcance de la mano. Este enfoque crea una energía más caótica que agota nuestro combustible y nos deja funcionando con lo mínimo.
Los beneficios de la productividad lenta
La solución, según Newport, es la productividad lenta. Trabajar lento implica hacer menos cosas, tener un ritmo natural y obsesionarse con la calidad. La productividad lenta no necesariamente significa reducir las horas de oficina, sino el volumen de trabajo.
Entonces, ¿cuáles son esas “pocas cosas” en las que deberías enfocarte? En mi libro, enmarco la pregunta como: “¿cuál es mi visión de un trabajo significativo?” Para comenzar, tómate 15 minutos para describir tu visión personal de un trabajo que te importa a ti y a tu carrera. Toma un bolígrafo (o abre tu app de notas automatizada favorita) y considera:
- ¿Qué tareas te brindan más satisfacción?
- ¿En qué te gustaría concentrarte más?
- ¿Qué esfuerzos generan mayor impacto?
Incluye tantos detalles como sea posible al delinear tu visión. Una vez que identifiques tu trabajo significativo, tu próximo desafío es defender el tiempo para hacerlo. Apaga las notificaciones, bloquea otras distracciones y como recomienda Newport, obsesiónate con la calidad.
Cómo lograr la productividad lenta
Cuando lancé mi empresa por primera vez, saltaba de tarea en tarea, atendiendo los asuntos más urgentes a medida que llegaban. Se sentía como un juego de whack-a-mole. En esos días, nunca me imaginé administrar mi negocio y escribir un libro, algo que fue mi objetivo desde que tengo memoria. Pero es lo que hice, no lo habría logrado sin un cambio radical en mi enfoque para abordar mi lista de pendientes. En particular, tuve que automatizar rigurosamente mi trabajo mecánico.
Automatizar tu trabajo requiere mapear cuidadosamente cualquier día común: los pasos de tus pendientes, incluidos los imprevistos y tareas relacionadas. En el proceso, te darás cuenta de que la mayoría de las tareas y proyectos involucran múltiples pasos que llevan a un resultado determinado, lo que yo llamo “flujos de trabajo”.
Serás capaz de planificar tu día con mayor precisión. Pero lo más importante para este ejercicio es que podrás identificar cualquier falla en tus procesos, así como las tareas que pueden automatizarse total o parcialmente.
Por ejemplo, supongamos que eres periodista y estás mapeando tu proceso para escribir un perfil de alguien. Desglosas los pasos: enviar un correo electrónico para programar la entrevista, realizar la entrevista, transcribir las notas, hacer un esquema de la historia, etc. Ya dos de esos pasos (programar la entrevista y transcribir tus notas) son perfectos para la automatización. Existen excelentes herramientas impulsadas por inteligencia artificial (IA) para cada uno de estos casos.
De repente, dos elementos son eliminados de tu lista de pendientes. Puedes dedicar más tiempo al aspecto significativo de tu trabajo: crear un retrato atractivo de tu sujeto. Tienes más energía mental para obsesionarte con la calidad.
Cuanto más automatices, más tiempo podrás dedicar a las tareas que te brindan un sentido de propósito, y más crecerá tu impulso y motivación. Se convierte en un ciclo positivo. Esa es la clave para avanzar en tu trabajo significativo, o como explica Newport, trabajar lento y alcanzar la “productividad genuina”.