Latinoamérica se encuentra en un momento crucial en cuanto a movilidad. Mientras otros lugares del mundo avanzan en infraestructura y vehículos autónomos, la región se enfrenta a una mezcla de oportunidades y retos.
En entrevista con Fast Company México, Bill Bosak, futurista y socio gerente de TCS (Tata Consultancy Service), señaló que el futuro no es un destino único, sino una suma de posibilidades. “Cada región define el tipo de movilidad que quiere construir según sus recursos y sus prioridades”, dijo. Puso como ejemplo a Arabia Saudita, con su proyecto NEOM, una ciudad en línea que se apoya en la capacidad de inversión del país.
Sin embargo, en América Latina, la movilidad no ha sido una prioridad. Esto resulta en una infraestructura que no puede satisfacer la demanda. Existe una dinámica de soluciones transitorias, y no es exclusiva de América Latina. Bosak notó algo parecido en Estados Unidos, “el consumo facilita el acceso a tecnología de punta, pero la infraestructura de transporte sigue necesitando un cambio profundo”, explicó.
La infraestructura es la base para el cambio
En ambos casos, la infraestructura aparece como el gran reto que hay que superar para poder avanzar.
Bosak dijo que es esencial que exista una infraestructura sólida para que cualquier avance en movilidad funcione en la práctica. “México, por ejemplo… para muchos, realizar viajes largos en un vehículo eléctrico sigue representando un riesgo de quedarse sin energía en el camino, pues los puntos de recarga son escasos”, dijo.
Bosak ilustra esta situación con lo que ocurre en San Francisco, donde Waymo ha pasado de tener 10,000 viajes en vehículos autónomos a 100,000 diarios en solo un año. Este crecimiento ha sido posible porque la infraestructura necesaria está en su lugar, lo cual genera confianza en el sistema.
En América Latina, replicar esta transición parece más complicado, ya que el camino enfrenta limitaciones en la red de energía.
La energía, otro desafío para el futuro de la movilidad
Además de la infraestructura vial, la energía es otro punto clave para sostener una movilidad moderna. Bosak explica que países como Alemania y Dinamarca ya exploran un modelo de “internet de energía”, en el que los edificios y hogares generan y comparten energía de forma bidireccional, similar a cómo fluye la información en internet.
En América Latina, avanzar hacia este tipo de red energética representaría una oportunidad para reducir la dependencia de combustibles fósiles y adoptar energías renovables que puedan sostener la infraestructura de movilidad.
“El contexto de cambio climático hace de la energía sustentable un componente clave en cualquier plan de movilidad”, dijo. La adopción de vehículos eléctricos y la creación de una red de carga son los primeros pasos. Aún así, Bosak recomienda que América Latina priorice el desarrollo de una red eléctrica inteligente que permita un crecimiento en movilidad sostenible a largo plazo.
Los retos de la autonomía
La idea de que los vehículos puedan conducirse solos también abre la puerta a nuevos retos en temas de privacidad y regulación. La capacidad de monitoreo y de acción podría traer preocupaciones en cuanto a vigilancia y privacidad, lo que hace necesaria una regulación equilibrada y clara.
También surgen dudas en torno a las responsabilidades legales en caso de accidentes de vehículos autónomos. En Estados Unidos, algunos tribunales ya están empezando a tratar estos casos.
Sin embargo, en América Latina, con sistemas judiciales a menudo saturados, la resolución de este tipo de situaciones podría avanzar más lentamente. Esto podría generar incertidumbre, tanto para los usuarios, como para los desarrolladores de esta tecnología.
La movilidad como servicio (MaaS), otro posible futuro
Bosak menciona que un cambio notable será el paso de un modelo de propiedad a uno de acceso. A esto se le conoce como “movilidad como servicio” o MaaS, por sus siglas en inglés. En lugar de tener un auto propio, los usuarios podrían acceder a un vehículo cuando lo necesiten, reduciendo así costos y generando un menor impacto en el medio ambiente.
“Los vehículos eléctricos y autónomos están diseñados para recorrer largas distancias, lo que permite que un mismo vehículo sirva a varias personas sin un desgaste excesivo”, dijo.
Esta tendencia hacia el uso compartido no es exclusiva de América Latina, sino que es una opción que gana popularidad en todo el mundo. Bosak explicó que es un modelo “eficiente que responde a la necesidad de optimizar el tiempo y el espacio disponible”, algo muy importante en las grandes ciudades.
En América Latina, este cambio también podría ayudar a reducir la congestión vehicular y a mejorar el uso de los vehículos disponibles.
La educación, esencial en el futuro de la movilidad
Bosak considera que, además de la infraestructura, la educación es fundamental para que la sociedad adopte una movilidad moderna. “Un sistema educativo que fomente el pensamiento crítico, la colaboración y la comunicación es esencial para que los ciudadanos comprendan y aprovechen las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías”, dijo.
En un mundo donde la desinformación y los contenidos manipulados están en aumento, el experto explicó que estas habilidades son una herramienta para enfrentar un entorno cada vez más tecnológico.
Para Bosak, el reto para México es establecer prioridades claras y sostenibles en movilidad. “Algunos sectores abogan por avanzar hacia una movilidad más moderna que incluya vehículos autónomos y servicios de acceso compartido, mientras que otros consideran que el transporte masivo es una solución más inmediata y accesible. La elección dependerá de una combinación de visión gubernamental, colaboración entre sectores y el apoyo de la ciudadanía”, dijo.
El futuro de la movilidad en América Latina es un proceso en constante construcción, que depende de decisiones estratégicas y de una visión a largo plazo. Como señala Bosak, la región cuenta con el potencial y los recursos para avanzar, pero la planificación y la acción coordinada serán claves para lograrlo.