En una cultura que abunda en logros y productividad, el lema “trabaja duro, juega duro” se convirtió en un distintivo honorífico. Sin embargo, este enfoque implacable en los logros a menudo opaca el valor del esfuerzo o el carácter de quienes realizan el trabajo. Ahora, mientras navegamos por entornos volátiles, inciertos, complejos y ambiguos (VUCA) con cambios constantes, cada vez más personas comienzan a hacerse preguntas más profundas: ¿Cuál es mi propósito, mi valor, mi importancia? Las respuestas ya no son tan claras como antes y puede que nuestro equipo no esté motivado.
La incertidumbre no solo nos hace cuestionar lo que sucede a nuestro alrededor, sino que también nos obliga a confrontar lo que sucede dentro de nosotros. En su núcleo, esto se trata de motivación. Ya sea adaptándose a nuevos liderazgos, navegando por la ola de la IA en el lugar de trabajo o procesando los resultados de unas elecciones, tanto individuos como organizaciones están siendo empujados a repensar la motivación de formas que priorizan la satisfacción a largo plazo sobre los logros inmediatos.
La verdadera motivación se crea
El manual tradicional para la motivación en el lugar de trabajo está siendo reescrito. La productividad, las metas y el éxito están recibiendo una actualización necesaria, con un enfoque en hacer el trabajo más centrado en el ser humano.
Sin embargo, aquí está el truco: aunque los líderes hablan sobre querer equipos motivados, a menudo necesitan trabajar en crear ambientes que genuinamente los inspiren. Los viernes de comida rápida y otras soluciones sencillas ya no son suficientes. La verdadera motivación proviene de dentro: motivación intrínseca impulsada por un interés genuino, disfrute o propósito, no por recompensas superficiales.
Entonces, ¿cómo aprovechamos ese impulso más profundo para hacer nuestro mejor trabajo, sin importar los incentivos salariales o las tareas cotidianas? ¿Y qué responsabilidad tienen los líderes en ayudar a sus equipos a redescubrir y mantener esta motivación intrínseca?
Redefiniendo la motivación
Históricamente, la motivación está vinculada a métricas de rendimiento y metas de productividad, diseñadas tradicionalmente para servir a los intereses organizacionales. Pero en una era que está marcada por el cambio y la innovación, existe la necesidad de un enfoque más amplio que fomente el crecimiento y el bienestar en ambas direcciones.
Para los individuos, esto significa explorar el propósito más allá de las tareas diarias y los roles. En lugar de estar impulsados solo por métricas, los empleados ahora buscan roles que ofrezcan un sentido de propósito y alineación con sus valores. Hay un pero: buscar un propósito es vago y puede estar mal enfocado, por lo que debemos replantearlo. Lo que proporciona valor sostenible es determinar cómo podemos ser útiles. Al ser útiles, encontramos nuestra motivación.
Los tiempos de incertidumbre pueden generar una energía de “¿cuál es el sentido?” en los empleados. ¿Qué estás haciendo para ayudarlos a sentirse útiles? La motivación se eleva y da resultados positivos cuando un empleado tiene la oportunidad de contribuir de manera significativa y sentirse bien al respecto. En lugar de decirles qué hacer, ¿cómo puedes co-crear un ambiente que proporcione a los individuos propiedad y una conexión con la misión de la empresa?
Más allá de la lista de tareas
Para ambas partes, los motivadores a corto plazo como las metas de rendimiento trimestrales o la finalización inmediata de tareas tienen su lugar, pero no pueden ser los únicos puntos de referencia para el éxito. Hay una imagen más grande y el enfoque debe centrarse en establecer metas a largo plazo que aborden el desarrollo personal y profesional de los individuos y el crecimiento sostenible de las organizaciones.
A nivel individual, esto puede ser establecer metas profesionales que incluyan aprendizaje continuo, desarrollo de habilidades y bienestar personal, incluso si eso significa cambiar de perspectiva y ejecutar tareas o roles menos deseables a corto plazo. Piensa en planes de cinco o diez años en lugar de solo evaluaciones anuales, que pueden sentirse como una acumulación de casillas en lugar de un progreso significativo.
Desde la perspectiva organizacional, fomentar un ambiente de apoyo para la fijación de metas significa crear marcos que respalden trayectorias profesionales flexibles, oportunidades de mentoría y recursos para el aprendizaje. El aprendizaje y desarrollo deben tomar un concepto de una idea irreal y proporcionar pasos prácticos sobre cómo hacerlo a través de discusiones significativas y acciones colaborativas.
Replanteando la narrativa
Quizás el cambio más profundo en la redefinición de la motivación proviene de replantear la narrativa para servir a los mejores intereses de los individuos en lugar de solo a los objetivos organizacionales. Cambia el enfoque para centrarte en las personas, no solo en los objetivos de la empresa. Cuando las personas se sienten vistas y valoradas como individuos con fortalezas y aspiraciones únicas, naturalmente están más comprometidas, motivadas y dispuestas a contribuir.
Para los individuos, replantearse la narrativa propia puede implicar tomar posesión de sus motivaciones y buscar entornos que prioricen su bienestar. Un compromiso con la autorreflexión, la resiliencia y la adaptabilidad puede ayudar a las personas a dar forma a un camino profesional que se mantenga significativo y motivador, independientemente de los cambios externos.
Las organizaciones, por su parte, deben crear culturas en las que el bienestar y el crecimiento de los empleados sean vistos como esenciales para la misión de la empresa. Aprovecha cada oportunidad para hacer preguntas o instituir procesos reflexivos. Por ejemplo: “¿Qué aprendiste esta semana?”, o “¿Qué desafíos enfrentaste?”. Cuando las organizaciones reconocen que los intereses del individuo y de la empresa están entrelazados, la motivación sigue de forma natural, creando un ambiente mutuamente beneficioso.
Un camino compartido hacia el futuro
La economía rediseñada exige un enfoque rediseñado de la motivación. Ya no se trata solo de que los individuos o las organizaciones vayan por su cuenta, sino de que ambas partes asuman la responsabilidad de fijar metas, productividad y bienestar. Cuando todos comparten la responsabilidad, la motivación deja de ser un empuje unilateral y se convierte en un esfuerzo colectivo.
Este cambio no se trata solo de alcanzar objetivos; se trata de construir resiliencia, impulsar el crecimiento y encontrar satisfacción en un mundo que cambia constantemente. Al trabajar juntos, podemos convertir la motivación en algo más que una casilla por marcar: puede convertirse en una fuerza impulsora de progreso significativo.