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Casi toda la red de Uruguay funciona con energía verde. Esto es lo que debes saber

Solo el 2% de la electricidad consumida en Uruguay se genera a partir de fuentes fósiles.

Casi toda la red de Uruguay funciona con energía verde. Esto es lo que debes saber

Tiene una población de poco menos de 3.5 millones de habitantes, produce casi 550,000 toneladas de carne de res por año y cuenta con una gloriosa reputación futbolística con dos Copas del Mundo en su historia y un presente lleno de estrellas de clase mundial. Uruguay, el país del escritor Mario Benedetti y del futbolista Luis Suárez, ha logrado lo que muchos países han prometido durante décadas: el 98% de su red funciona con energía verde.

URUGUAY Y LA ENERGÍA VERDE

Luis Prats, de 62 años, es un periodista uruguayo y colaborador del periódico El País de Montevideo. Recuerda que durante su infancia, los apagones eran comunes en Uruguay debido a los grandes problemas con la generación de energía. “En ese momento, hace más de 50 años, la electricidad provenía de dos pequeñas represas y de la generación en una planta térmica”, explicó Prats por teléfono. “Si había una sequía en la cuenca del río Negro, donde están esas represas, ya había cortes y a veces restricciones en el uso de la energía eléctrica”.

Hace apenas 17 años, Uruguay utilizaba combustibles fósiles para un tercio de su generación de energía, según el World Resources Institute. Hoy, solo el 2% de la electricidad consumida en Uruguay se genera a partir de fuentes fósiles. Las plantas de energía térmica del país rara vez necesitan ser activadas, excepto cuando los recursos naturales son insuficientes.

La mitad de la electricidad de Uruguay se genera en las represas del país, y el 10% proviene de desechos agrícolas e industriales y del sol. Pero el viento, con un 38%, es el principal protagonista de la revolución en la red eléctrica. Pero ¿cómo logró el país este cambio? ¿Quiénes fueron los arquitectos de esta transición energética?

REVOLUCIÓN ENERGÉTICA

En 2008, al igual que muchos países en desarrollo, Uruguay enfrentó un problema. La economía estaba creciendo, pero no tenía suficiente energía eléctrica para alimentar todo ese crecimiento. Se tuvo que implementar el racionamiento de energía y las facturas de electricidad continuaron aumentando.

“Nos resultaba difícil afrontar”, dijo Ramón Méndez Galain, profesor de la Universidad de la República en Montevideo, Uruguay, en una entrevista con NPR. Es uno de los arquitectos de la revolución energética en ese país. “Era difícil conseguir electricidad. Por un tiempo, comenzamos a tener cortes de energía, pero la crisis también representa una oportunidad.”

En 2008, el presidente Tabaré Vázquez nombró a Méndez Galain como director nacional de energía. Aunque los apagones representaban una amenaza inmediata para la economía, la continua dependencia del petróleo del país socavaba su autonomía. Una pregunta principal guió el trabajo de Méndez Galain: ¿Qué estrategias podrían llevar al país hacia la independencia energética a largo plazo? El físico desarrolló un plan detallado para mover a Uruguay hacia una dependencia casi exclusiva de la energía renovable.

TURBINAS EÓLICAS

El plan de Méndez Galain se basaba en dos hechos simples sobre su país. Primero, aunque no había suministro doméstico de combustibles fósiles como el carbón o el petróleo, había una gran cantidad de viento. Segundo, ese viento soplaba sobre un país que estaba en su mayoría compuesto por tierras agrícolas deshabitadas. Su visión del futuro energético de Uruguay era cubrir esas tierras vacías con cientos de turbinas eólicas.

Pablo Capurro, agrónomo e ingeniero ganadero, compartió con Deutsche Welle su preocupación en ese momento sobre el posible impacto de las turbinas eólicas en la vida de su granja. Capurro y otros agricultores de la región buscaron consejo de un equipo de ingenieros y realizaron un viaje a Brasil para visitar parques eólicos en ese país. Después del viaje, quedaron convencidos de que la implementación de las turbinas eólicas no afectaría el sistema de producción.

Las vacas de Capurro parecen no verse afectadas por la presencia de los molinos de viento: “Me siento muy satisfecho por haber introducido un parque de energía eólica en una granja ganadera.”

En 2010, Uruguay alcanzó un acuerdo multipartidario y adoptó la transición energética a fuentes indígenas y renovables como una política de estado, garantizando su ejecución y continuidad, explicó por teléfono en español Walter Verri, subsecretario de industria, energía y minería de Uruguay: “Esta política incluía una perspectiva a largo plazo y también incorporaba las dimensiones sociales, éticas y culturales además del análisis técnico-económico clásico del tema energético.”

La empresa estatal de energía, UTE, paga renta cada año a los propietarios de las tierras donde operan los parques eólicos.

DON QUIJOTE, IVY Y LOS MOLINOS DE VIENTO

En la visión del ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha, los molinos de viento se alzaban como gigantes desafiantes, reflejando su imaginación sin límites y su perspectiva idealista del mundo. Esta interpretación mítica de los molinos de viento resuena con la percepción contemporánea de las torres eólicas en Uruguay, donde se ven como símbolos de una fuente de energía limpia y renovable.

Hoy, Méndez Galain dirige la organización no gubernamental Ivy, que significa “tierra sin mal” en guaraní. Guaraní es la lengua nativa de los habitantes de esa área y es uno de los dos idiomas oficiales de Paraguay.

Al igual que Don Quijote enfrentó los molinos de viento como un desafío que tenía que superar para cumplir con su deber de caballero andante, la instalación y el mantenimiento de los parques eólicos en Uruguay también implicaron enfrentar obstáculos significativos. Desde desafíos técnicos hasta barreras financieras y regulatorias, la transición a fuentes de energía limpia necesitó un esfuerzo concertado para superar estas dificultades y avanzar hacia un futuro más sostenible.

¿CÓMO PAGAR TODAS ESAS TURBINAS?

Méndez Galain, ganador del Premio Carnot 2023, que reconoce contribuciones distinguidas a la política energética, concibió una variación de un enfoque utilizado por algunas empresas eléctricas en Brasil. Estas empresas operaban a través de asociaciones público-privadas, donde las empresas se encargaban de la generación de energía, mientras que entidades privadas gestionaban la distribución y el servicio al cliente. La innovación de Méndez Galain consistió en revertir esa dinámica: las empresas privadas serían responsables de instalar y mantener las turbinas eólicas que abastecerían la red de Uruguay, mientras que la empresa pública continuaría distribuyendo la energía a los consumidores.

Este enfoque tenía la ventaja inherente de transferir el costoso desembolso inicial para la construcción de turbinas eólicas a empresas privadas. La empresa estatal acordó adquirir toda la energía producida por dichas turbinas a una tarifa preestablecida durante 20 años.

“Los inversores necesitan garantías de que su inversión será devuelta”, explicó Méndez Galain durante la entrevista con NPR, “y para eso, necesitan un horizonte de tiempo específico.”

ALGO BÁSICO: VOLUNTAD POLÍTICA

Había voluntad política para este enfoque: todos los partidos en Uruguay estaban de acuerdo con la transición.

En 2009, Uruguay inició licitaciones en las que empresas eólicas de todo el mundo competían para ofrecer la energía renovable más barata al país. En 2011, una subasta específica tenía como objetivo asegurar 150 megavatios adicionales de energía eólica, que representarían aproximadamente el 5% de la capacidad total de generación de energía del país. Después de recibir ofertas de más de 20 empresas internacionales, el profesor y su equipo decidieron acelerar drásticamente la transición energética del país.

Finalmente, aceptaron muchas más ofertas de las inicialmente previstas, firmando contratos que expandieron la capacidad de Uruguay para generar electricidad no en un 5%, sino en más del 40%. La red energética de Uruguay se volvió casi exclusivamente alimentada por fuentes renovables domésticas, y los precios al consumidor, ajustados por inflación, disminuyeron.

“Los precios de las facturas de electricidad bajaron sustancialmente”, dijo Alda Novell, una residente de Montevideo, por teléfono. Hoy, Uruguay tiene más de 700 turbinas eólicas distribuidas por todo su territorio.

SIN COMBUSTIBLES FÓSILES

“A primera vista, el cambio se ve en muchas áreas del país: Vas por la carretera y ves los modernos molinos de viento en zonas rurales”, dijo Prats. “A partir de 2010, con la variedad de fuentes de energía, y también las renovables, los apagones se volvieron muy raros. Fue un alivio para las arcas estatales no tener que gastar en combustibles fósiles para la generación de energía.”

Para Walter Verri, subsecretario de industria, energía y minería, el desarrollo de la energía renovable en Uruguay ha sido posible gracias a la colaboración de diversos actores, incluidos todo el sector político y empresas públicas y privadas.

Esta transformación energética creó nuevas carreras, oportunidades laborales y vías de formación en Uruguay, añadió Verri.

Los países de todo el mundo han pasado la última década anunciando objetivos ambiciosos para reducir las emisiones que causan el cambio climático. Pocos están en camino de lograr ese objetivo. Uruguay es un buen ejemplo de que la transición verde sigue siendo posible.


Este artículo apareció por primera vez en Yale Climate Connections y se republica aquí bajo una licencia de Creative Commons.

Johani Carolina Ponce

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    es un servicio multimedia y no partidista que ofrece programación diaria de radio transmitida y reportajes y comentarios originales en línea, realizado por periodistas profesionales, meteorólogos y productores de radio. Yale Climate Connections es una iniciativa del Centro de Comunicación Ambiental de Yale, dirigido por el Dr. More.

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