Donald Robertson es un psicoterapeuta cognitivo-conductual. Ha investigado el estoicismo durante más de veinte años y es uno de los miembros fundadores de la organización sin fines de lucro Modern Stoicism. También es el fundador y presidente de la organización sin fines de lucro Plato’s Academy Centre en Grecia.
¿Cuál es la gran idea?
La filosofía y los métodos de Sócrates pueden ayudar a aportar calma y claridad a la mente moderna, que siempre está distraída, nerviosa y enojada. Sus técnicas de entrenamiento comparten similitudes notables con la terapia cognitiva conductual moderna.
A continuación, Donald comparte cinco ideas clave de su nuevo libro, How to Think Like Socrates: Ancient Philosophy as a Way of Life in the Modern World (Cómo pensar como Sócrates: la filosofía antigua como forma de vida en el mundo moderno ). Escucha la versión en audio (leída por el propio Donald) en la aplicación Next Big Idea.
1. Así puedes practicar el método socrático
Sócrates, a pesar de ser uno de los filósofos más influyentes de la historia, no escribió nada. Al menos, eso es lo que a la gente le gusta decir. Sin embargo, Platón, su alumno más famoso, nos cuenta que mientras estaba en prisión esperando su ejecución, Sócrates escribió poesía. Más intrigante aún es el caso de Epicteto, el famoso filósofo estoico que vivió cuatro siglos después, quien afirmó que Sócrates tomó innumerables notas que estaban diseñadas para su propio perfeccionamiento personal, pero que nunca tuvieron la intención de publicarse. Otro de sus alumnos describe cómo Sócrates enseñó a un joven a practicar la filosofía mediante un ejercicio formal escrito.
Para este ejercicio, Sócrates dibujó dos columnas, la primera titulada “Justicia” y la segunda “Injusticia”. Su compañero fue invitado a enumerar ejemplos de malas acciones bajo el encabezado de injusticia, como el robo y el engaño. A menudo es más fácil entender nuestros valores si comenzamos por definir sus opuestos. Sin embargo, la habilidad básica que subyace al método socrático realmente entra en juego en el siguiente paso. Sócrates le pidió a su amigo que imaginara situaciones en las que las cosas que había enumerado bajo Injusticia podrían colocarse bajo el encabezado de Justicia. Por ejemplo, se podría decir que un general que se apodera de las armas del enemigo durante una guerra está robando, pero tal vez eso no sea injusto. Del mismo modo, se podría considerar justificado que un padre escondiera medicamentos en la comida de su hijo enfermo a pesar de que esto sea una forma de engaño. Sócrates era hábil para encontrar este tipo de ejemplos.
Entrenarse para pensar en excepciones a las reglas y definiciones puede ayudarle a evitar aplicarlas con demasiada rigidez. Esta habilidad es importante porque los consejos y técnicas que aprendemos de los libros de autoayuda suelen tener un valor limitado. Lo que es un buen consejo en una situación puede convertirse en un mal consejo en otra. Las soluciones que funcionan bien para algunos problemas pueden resultar contraproducentes cuando se aplican a otros. La sabiduría consiste en pensar por uno mismo adaptando las reglas a nuevas situaciones. La técnica de las dos columnas de Sócrates sólo enseña una pequeña parte de su famoso método filosófico, pero es una gran manera de empezar a pensar de manera más flexible y adaptativa sobre la vida.
2. Genera perspectivas alternativas
Epicteto dijo: “La gente no se angustia por los acontecimientos, sino por sus opiniones sobre ellos”. Esta fue una de las principales inspiraciones detrás de la terapia cognitiva, la principal forma de psicoterapia basada en evidencia moderna. La idea se remonta a Sócrates, un siglo antes de que se fundara la escuela de filosofía estoica. La investigación psicológica moderna ha confirmado que nuestras creencias moldean nuestras emociones más de lo que normalmente suponemos. Al cambiar la manera en que pensamos, podemos cambiar la manera en que sentimos.
“Sócrates, a veces, se comportaba más bien como un terapeuta cognitivo moderno”.
Un obstáculo se interpone en el camino. Algunas de nuestras creencias están tan arraigadas que nos resulta difícil imaginar que algún día podamos ver los acontecimientos de otra manera. Cuando nos invaden emociones fuertes, como el miedo o la ira, puede resultar natural considerar ciertos acontecimientos como catastróficos o a ciertas personas como insoportables. Sócrates, a veces, se comportaba como un terapeuta cognitivo moderno. Preguntaba a sus amigos si imaginaban que los acontecimientos que los perturbaban podrían ser vistos de otra manera por otras personas. Lo que tú ves como una catástrofe, otra persona puede verlo como algo malo pero sólo temporal, mientras que una tercera persona puede incluso verlo como una oportunidad. Al tomar conciencia de que son concebibles múltiples perspectivas alternativas, puedes sintonizarte con la manera en que tus creencias influyen en tus emociones.
3. Separa tus pensamientos de los acontecimientos modernos
Los terapeutas cognitivos dicen que nuestras creencias son como lentes de colores a través de los cuales miramos el mundo. Supongamos que llevamos lentes azules, que tiñen el mundo de tristeza. Hay una diferencia entre mirar el mundo a través de nuestros tristes lentes azules y mirarlos a ellos. Este cambio de perspectiva se puede comparar con observar nuestros propios sesgos como si estuviéramos observando los de otra persona.
Cuando podemos distinguir entre nuestros pensamientos y la realidad externa, experimentamos dos beneficios principales. El más obvio es que nuestras emociones tienden a reducirse en intensidad. El segundo es más sutil, pero podría decirse que aún más valioso: nos volvemos mejores a la hora de explorar maneras alternativas de abordar los problemas. Con esta flexibilidad, encontramos soluciones creativas para mejorar el funcionamiento de las cosas a largo plazo.
Los terapeutas de hoy tienen nombres elegantes para esto, como distanciamiento cognitivo o defusión, pero básicamente significa aprender a separar las creencias de las cosas a las que se refieren. Te permite ver tu propio pensamiento con mayor objetividad y se ha encontrado que es especialmente útil para problemas emocionales como la ansiedad y la depresión. La manera más sencilla de hacerlo es escribir tus pensamientos y observarlos desde una perspectiva desapegada.
Otro método es decirte a ti mismo: “Me doy cuenta ahora mismo de que estoy teniendo el pensamiento…” y luego expresar el pensamiento que estás teniendo como si lo estuvieras poniendo entre comillas. También puedes imaginar que algún pensamiento o creencia ha sido pintado en letras grandes en una pared, imaginando el color y la forma de las letras o cambiando su apariencia hasta que tengas la sensación de que las palabras son como objetos externos. Los terapeutas también pueden pedir a sus clientes que repitan un pensamiento inquietante en voz alta rápidamente durante unos 30 segundos o que lo digan más lentamente, con pausas más largas. ¡Es interesante intentar preocuparse en cámara lenta!
Estas técnicas nos permiten experimentar un pensamiento o creencia con mayor desapego al mirar a través de nuestras lentes mentales en lugar de mirar a través de ellas. No evitas el pensamiento y aún puedes discutir las evidencias a favor y en contra de él. Simplemente lo estás experimentando desde otra perspectiva. Creo que Sócrates logró este tipo de desapego de sus propias creencias al discutirlas con sus amigos. Comparó el autoconocimiento con un ojo que se ve a sí mismo y pensó que la mejor manera de lograrlo era participar en conversaciones filosóficas en las que ves a la otra persona como un espejo de la mente, en el que contemplas tu pensamiento de manera más objetiva.
4. Ileísmo, hablar en tercera persona
Cuando Sócrates terminaba de hablar de filosofía con sus amigos, se iba a casa y continuaba la conversación consigo mismo en privado. Se imaginaba a otro Sócrates, interrogándolo sobre sus suposiciones sobre la sabiduría, la justicia y otras virtudes. Sócrates parece haber sido conocido por referirse a sí mismo como si fuera otra persona. Una técnica similar, que implica hablar de uno mismo utilizando el propio nombre o pronombres en tercera persona, se denomina ileísmo. Se utiliza ocasionalmente en la psicoterapia moderna para ayudar a los pacientes a controlar la ansiedad y otras emociones angustiosas.
“A menudo parecemos mejores dando consejos a otras personas que solucionando nuestros propios problemas”.
El psicólogo Igor Grossmann dirige un centro de investigación sobre la naturaleza de la sabiduría en la Universidad de Waterloo, en Canadá. Le intrigaba una paradoja: a menudo parecemos ser mejores dando consejos a otras personas que resolviendo nuestros propios problemas. Él y sus colegas llevaron a cabo una serie de experimentos y descubrieron que cuando las personas escriben sobre sus problemas en un diario utilizando la tercera persona, muestran más sabiduría que cuando escriben en primera persona. A este método lo llama reflexión a distancia y puede mejorar la capacidad de razonar, especialmente sobre problemas que normalmente evocan sentimientos fuertes.
5. Ira e injusticia percibida
Los filósofos debatieron sobre la naturaleza de la justicia durante miles de años, pero normalmente no pensamos que hacerlo sea terapéutico. Sin embargo, los estudios han descubierto que las personas que sufren depresión clínica a menudo se perciben a sí mismas como víctimas de la injusticia. Los filósofos de la antigua Grecia comprendían que la ira suele estar asociada al deseo de que quienes percibimos como injustos sean castigados. Los psicólogos cognitivos llegaron a una conclusión similar: la ira a menudo implica culpar a los demás por violar alguna regla.
Sócrates insistió en que la injusticia de los demás no podía hacerle daño. No estaba enojado con los hombres responsables de su juicio y ejecución injustos. Paradójicamente, creía que la injusticia daña más al perpetrador que a la víctima. Pocas personas aceptarían hoy una posición tan radical, pero podemos imaginar cómo pudo haber ayudado a Sócrates a mostrar una fortaleza y una resistencia extraordinarias frente a la persecución.
Adquiere el hábito de preguntarte qué te hace más daño: tu ira o las cosas que te enfadan. Aunque en el mundo hay injusticias reales, la ira rara vez es la respuesta más útil. En casos triviales, puede que sea mejor dejar de lado nuestra sensación de injusticia para poder seguir adelante. Cuando nos enfrentamos a problemas más graves, puede resultar más fácil sustituir la ira por la asertividad. Puede resultar complicado decidir si nuestros sentimientos están justificados, pero es importante detectar cuándo la ira nos hace más daño que la mala acción que nos preocupa.
Este artículo apareció originalmente en la revista Next Big Idea Club y se republicó con permiso.