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Arte invaluable fue destruido por los incendios en Los Ángeles —expertos buscan proteger otras ciudades del mismo destino

En todo el mundo, las instituciones culturales están implementando nuevas medidas para proteger sus artefactos de los estragos del cambio climático.

Arte invaluable fue destruido por los incendios en Los Ángeles —expertos buscan proteger otras ciudades del mismo destino Bomberos en el exterior de la destruida iglesia comunitaria de Altadena, enero de 2025. [Foto: Mario Tama/Getty Images]

A medida que el cambio climático provoca desastres naturales cada vez más severos, también amenaza nuestro arte, cultura e historia compartida. En los recientes incendios en Los Ángeles, miles de millones de dólares en arte pudieron haber sido consumidos; joyas arquitectónicas de Richard Neutra, Gregory Ain y otros fueron destruidas; y el almacén de Belmont Music Publishing, un archivo que documentaba la obra del compositor austro-estadounidense Arnold Schoenberg, se perdió en lo que el hijo del compositor calificó como “un golpe cultural profundo“.

Para museos, archivos y bibliotecas, que a menudo operan como organizaciones sin fines de lucro con presupuestos limitados, afrontar estos riesgos crecientes supone desafíos financieros significativos. Esta situación ha impulsado esfuerzos globales para reforzar la resiliencia de diversos bienes culturales.

“Hemos tenido tres incendios bastante grandes seguidos, comenzando con el incendio Marshall en Colorado en 2021, el de Lahaina en Hawái en 2023 y ahora el de Los Ángeles”, señaló Christina Cain, gerente de programas de emergencia en la Foundation for Advancement in Conservation (FAIC). “Lamentablemente, esto no va a desaparecer”.

Más de la mitad de las galerías, bibliotecas, archivos y museos de Estados Unidos reportaron un aumento en los daños por agua y humedad entre 2017 y 2019, con 10% de estos directamente causados por desastres naturales. El mapeo climático realizado por la FAIC ha demostrado que las zonas costeras y aquellas cercanas a ríos siguen estando en alto riesgo de inundaciones. Un tercio de los museos de Estados Unidos se encuentran a menos de 100 kilómetros de la costa, según Elizabeth Merritt, la “futurista interna” de la American Alliance of Museums. Estudios en Grecia y otros países han demostrado que el cambio climático, especialmente el aumento del calor y la humedad, tendrá un impacto considerable en monumentos antiguos, edificios y obras de arte.

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Una conservadora estabiliza la superficie de un modelo de barco de madera pintado de Egipto. [Foto: Penn Museum]

Las iniciativas que buscan combatir esta amenaza son tan diversas como los sitios, colecciones y tesoros culturales que intentan proteger. En Estados Unidos, por ejemplo, existe una línea de ayuda llamada National Heritage Responders, un recurso telefónico y por correo electrónico atendido por expertos en conservación que brindan asistencia de emergencia a instituciones antes, durante y después de los desastres.

Cain trabajó en esta línea de ayuda durante incendios en su estado natal, Colorado. Durante el incendio Marshall, asistió a los curadores del Superior Historical Museum, que fue consumido por las llamas. Además de ayudarles a encontrar profesionales para las operaciones de recuperación, gestionar los daños por humo y tramitar reclamaciones de seguros, también ayudó a otros museos en la zona de pre-evacuación a prepararse en caso de que el fuego se extendiera.

Desde hace mucho tiempo se comprende que las obras de arte, las instituciones y los sitios culturales están amenazados por desastres naturales. En 1966, el río Arno se desbordó en Florencia, Italia, sumergiendo iglesias, museos y depósitos de tesoros históricos bajo hasta tres metros de lodo. El esfuerzo de voluntarios y ciudadanos, conocidos como angeli del fango o “ángeles del lodo”, se convirtió en una historia de alcance internacional.

Más de medio siglo después, tormentas de esta magnitud se han vuelto más frecuentes y severas. En 2018, el huracán María causó estragos en la escena cultural de Puerto Rico; muchas instituciones sufrieron millones de dólares en daños, y los curadores tuvieron que encontrar maneras de minimizar el impacto a largo plazo. En un museo de arte contemporáneo, los trabajadores perforaron respiraderos en las paredes para permitir la circulación del aire y evitar la acumulación de humedad y moho, que podrían haber arruinado las obras de arte en un edificio sin sistemas mecánicos de ventilación.

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Personal de Edificios y Sitios Históricos evalúa la cúpula interior del Capitolio Estatal de Puerto Rico en marzo de 2022. La evaluación incluyó un informe detallado sobre las condiciones de los mosaicos venecianos, las yeserías ornamentales y los elementos de vitrales. [Foto: Héctor J. Berdecía-Hernández/CENCOR/Centro de Conservación y Restauración de Puerto Rico.]

Los recientes incendios en Los Ángeles, que se propagaron a densos vecindarios urbanos, representan un “desarrollo preocupante”, afirma Sarah Sutton, cofundadora y directora ejecutiva de Environment and Culture Partners, una organización enfocada en el liderazgo ambiental del sector cultural. Estos incendios subrayan cómo el cambio climático ha puesto en peligro cada vez más las zonas donde vivimos y donde almacenamos nuestros archivos y artefactos.

El aumento de la conciencia—y del nivel del mar—ha llevado a que algunos sitios reciban una atención desproporcionada y grandes inversiones en resiliencia. El Smithsonian en Washington D.C. está construyendo un sistema de compuertas contra inundaciones y drenaje pluvial, mientras que el Ferry Building de San Francisco podría ser elevado hasta dos metros por el Army Corps of Engineers en un esfuerzo por protegerlo del aumento del nivel del mar, como parte de un plan de 13,500 millones de dólares para la protección del litoral de la ciudad.

Sin embargo, este tipo de hazañas de ingeniería no son viables para la mayoría de los sitios. Para otras instituciones, la estrategia común implica revisar planes de desastres y evacuación, así como crear operaciones más sostenibles. Muchas han optado por reforzar sus estructuras existentes para prevenir daños por inundaciones y viento. En 2021, por ejemplo, Vizcaya en Miami—una histórica mansión y jardín de 1916 frente al mar—instaló un sistema de Tiger Dams, tubos inflables con agua diseñados para prevenir inundaciones y proteger el sitio de marejadas ciclónicas. Los encargados del mantenimiento también han sustituido progresivamente las plantas en la propiedad, reemplazándolas con jardines más resistentes a la infiltración de agua salada. En 2019, una barrera flotante instalada en los Archivos Nacionales en Washington D.C. ayudó a proteger la Carta de Derechos y otros documentos históricos de posibles inundaciones.

Otra alternativa para los museos es invertir en la restauración de costas y defensas naturales para absorber las crecidas. En 2023, el museo y residencia Ford House, ubicado en el lago St. Clair en Míchigan, recibió una subvención de 7 millones de dólares de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) para restaurar su costa dañada. Este proyecto ayudará a detener la erosión, absorber aguas de inundación y brindar una mejor protección al sitio.

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El Museo Casa Ford. [Foto: Andrew Jameson/Wiki Commons]

La digitalización de colecciones como respaldo también es una estrategia subestimada y con financiamiento insuficiente; muchos museos pequeños almacenan sus bases de datos en el propio sitio. Mantener una comunicación proactiva con los profesionales locales de gestión de emergencias puede ayudar a que tomen conciencia de las colecciones en riesgo e incluyan su protección en los planes de evacuación de la institución. Algunos curadores han trasladado colecciones de los sótanos a niveles superiores e incluso han creado el equivalente a una bolsa de emergencia para museos, almacenando los artefactos más importantes de manera que puedan recogerse y trasladarse fácilmente cuando ocurra un desastre.

La UNESCO, la organización de las Naciones Unidas dedicada al patrimonio cultural, celebró recientemente una conferencia global titulada “Resiliencia contra incendios para el patrimonio en un clima cambiante“, en la que presentó mejores prácticas para la prevención de incendios. Entre ellas se incluyen estrategias para desarrollar planes de gestión del riesgo de incendios e integrar el conocimiento indígena y nativo en la administración de paisajes para su prevención.

Existen fondos disponibles para ayudar a las instituciones a prepararse ante desastres. El National Endowment for the Humanities ofrece subvenciones a través de su proyecto Resilience Resources, y algunos estados, como Colorado, cuentan con sus propios programas de financiamiento. En Alaska, donde el cambio climático ha provocado uno de los aumentos de temperatura más rápidos del mundo, el Servicio Nacional de Parques ha utilizado fondos de la Inflation Reduction Act para ayudar a preparar sitios históricos ante estos cambios, colaborando con ancianos tribales para mapear monumentos clave y aplicar el conocimiento indígena en la protección del paisaje.

Al igual que ocurre con el impacto general del cambio climático, los daños no se distribuirán de manera equitativa y, en muchos casos, amenazarán a las instituciones más pequeñas que no tienen los recursos para adaptarse.

“Cuando se pierde un museo de historia de un pequeño pueblo, que contenía archivos sobre esa comunidad y colecciones de familias que han vivido allí durante décadas, es algo irremplazable y desgarrador”, dijo Cain. “No se puede contar la historia de ese lugar sin ellos. Sin ellos, ¿existe realmente una comunidad? ¿Qué es lo que mantiene unido a ese pueblo?”.

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  • Patrick Sisson

    Patrick Sisson es colaborador de Fast Company y reporta sobre Desarrollo Urbano e Inmobiliario para la lista anual de las Empresas Más Innovadoras. Puedes conectar con Patrick en LinkedIn o Twitter/X.

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Patrick Sisson es colaborador de Fast Company y reporta sobre Desarrollo Urbano e Inmobiliario para la lista anual de las Empresas Más Innovadoras. Puedes conectar con Patrick en LinkedIn o Twitter/X.

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