
La congestión vial es una espina constante en el costado de nuestra sociedad centrada en el automóvil. Es ruidosa, estresante, peligrosa y empeora la calidad del aire. Se ha relacionado con diversos efectos adversos para la salud, incluyendo bajo peso al nacer, problemas de memoria y atención en niños, mayor mortalidad en adultos mayores e incluso crimen. Pero el tráfico también podría estar afectando nuestros hábitos alimenticios y no de una manera positiva.
Un nuevo estudio de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, publicado en el Journal of Urban Economics, analizó los datos de tráfico en las autopistas del condado de Los Ángeles entre 2017 y 2019 y los comparó con datos de GPS de teléfonos móviles que rastreaban las visitas de los clientes a restaurantes de comida rápida en el mismo condado y durante los mismos años. Los investigadores encontraron que, cuando el tráfico empeoraba debido a retrasos inesperados, las visitas a los restaurantes de comida rápida aumentaban. Este efecto era especialmente fuerte cuando los retrasos ocurrían alrededor del horario de la cena, cuando los conductores salían del trabajo y probablemente comenzaban a sentir hambre.
Los resultados mostraron que, por cada aumento de 30 segundos en el tiempo de viaje por 1.5 kilómetros recorridos, las visitas a restaurantes de comida rápida aumentaban 1%. Aunque esto podría parecer poco, los investigadores estiman que, en el transcurso de un año, equivale a aproximadamente 1.2 millones de comidas adicionales de comida rápida en Los Ángeles. “Hemos dicho que nuestros resultados son modestos pero significativos”, dice Becca Taylor, profesora asistente en el Departamento de Economía Agrícola y del Consumidor de la universidad y coautora del estudio.
De hecho, esta relación tiene implicaciones para la salud y el bienestar. La comida rápida suele ser alta en ingredientes ultraprocesados, grasas saturadas o trans, azúcar y sodio, todos los cuales pueden aumentar el riesgo de desarrollar diversas enfermedades y afecciones, incluyendo obesidad, enfermedades cardíacas, hipertensión, colesterol alto, diabetes e incluso depresión. Algunos investigadores afirman que los alimentos procesados y la comida rápida son responsables de más muertes prematuras que el cigarro.
Las comidas preparadas en casa son, con diferencia, la opción más saludable. Las personas que cocinan con más frecuencia en casa tienen una mejor proporción de frutas y verduras en su dieta y están menos expuestas a sustancias químicas dañinas, incluidas las llamadas sustancias químicas eternas. También es más probable que las personas coman en exceso en restaurantes que en casa. Por eso es preocupante que los atascos de tráfico puedan estar empujando a las personas hambrientas hacia McDonald’s en lugar de permitirles llegar a casa a preparar una comida más equilibrada.
Los Ángeles es una ciudad famosa por sus autopistas congestionadas, pero los autores del estudio aseguran que estos hallazgos pueden aplicarse a otros lugares. “Hay otras ciudades en Estados Unidos que están igualmente congestionadas y tienen estos grandes cambios en el tráfico”, dice Taylor, mencionando Nueva York, Chicago y Washington D.C. Espera que la investigación ayude a justificar la necesidad de priorizar soluciones al tráfico, como un mejor transporte público o tarifas de congestión, como la que se ha implementado recientemente en Nueva York. “Vemos esto como otro argumento que los legisladores podrían tener en su arsenal para demostrar por qué es importante que gasten capital político en trabajar para reducir la congestión”, señala Taylor.
Si bien este estudio parece centrarse en el tráfico, un análisis más profundo revela que en realidad trata sobre el tiempo, o más bien, la falta de él. Tenemos un número limitado de horas en las que podemos hacer nuestras actividades diarias, y la mayoría de ellas están ocupadas por el trabajo. En un mundo ideal, podríamos dedicar el poco tiempo que nos queda a actividades que nos nutren y nos satisfacen, como sentarnos a cenar con la familia. Pero no hay mucho margen de maniobra, y cualquier retraso, incluido un atasco inesperado, puede obligarnos a tomar decisiones poco saludables.
Esta situación es aún más preocupante si se considera que la jornada laboral en Estados Unidos se está volviendo más larga, el tráfico sigue empeorando y los restaurantes de comida rápida continúan multiplicándose. Es una combinación peligrosa. Si bien las mejoras en la infraestructura son importantes, tal vez la solución más sencilla sería simplemente darles a los estadounidenses más tiempo libre. Taylor y sus colegas sugieren que permitir a las personas trabajar desde casa o reducir los días obligatorios en la oficina podría ser una medida efectiva. “La escasez de tiempo es uno de los factores más fuertemente correlacionados con el consumo de comida rápida”, escriben los autores. “Las políticas que reduzcan las limitaciones de tiempo ayudarían a combatir los hábitos alimenticios poco saludables”.