
Después de todos estos años, aparentemente Napster vale 207 millones de dólares.
Esa es la cantidad por la que la empresa de inteligencia artificial y realidad extendida Infinite Reality compró el antiguo servicio de intercambio de archivos el martes. Bajo su nueva propiedad, Infinite Reality anunció que Napster se convertirá en un lugar de conciertos virtuales que venderá mercancía física y digital para los superfans de los músicos, además de ser capaz de organizar sesiones de escucha sociales y gamificar la participación y lealtad de los fans.
“Al adquirir Napster, estamos trazando un camino hacia un futuro más brillante para los artistas, los fans y la industria musical en general”, dijo John Acunto, CEO de Infinite Reality, en un comunicado. “Este movimiento estratégico está alineado con la visión de Infinite Reality de liderar un cambio en la industria de internet, pasando de una web plana y clicable en 2D a una conversacional en 3D, dándoles a todos los creadores herramientas modernas para conectar mejor con sus audiencias, monetizarlas y medirlas”.

NAPSTER EN REPETICIÓN
La apuesta es que la marca Napster aún tiene vida, pero los nuevos dueños enfrentan un reto. La historia reciente de Napster muestra lo difícil que es comprar una marca antigua y trasladar su nostalgia a un nuevo servicio relacionado.
Cuando Napster operó en su forma original de 1999 a 2001, era una plataforma peer-to-peer que ofrecía a los usuarios acceso gratuito –aunque ilegal– a música en línea (sin mencionar los virus informáticos). Sirvió como precursor y catalizador para la transición de la industria musical de los formatos físicos a las descargas digitales y el streaming, y los nuevos propietarios esperan que vuelva a liderar una nueva era de la música popular.
“Napster revolucionó la música digital en los 90 y ahora, con Infinite Reality, estamos listos para hacerlo de nuevo”, dijo Jon Vlassopulos, CEO de Napster y ex jefe global de música en Roblox. “Internet ha evolucionado del escritorio al móvil, del móvil a lo social, y ahora estamos entrando en la era inmersiva. Sin embargo, el streaming musical ha permanecido prácticamente igual. Es hora de reinventar lo que es posible”.
Los planes para el renovado Napster son similares a los de otras compañías que buscan conectar música, realidad virtual y superfans. Meta ha organizado conciertos virtuales de artistas como Charli XCX y Sabrina Carpenter; Fortnite ha vendido skins (trajes virtuales) especiales que coinciden con los que usaron artistas como Ariana Grande y Travis Scott durante sus conciertos dentro del juego; y Spotify está considerando un nivel de suscripción “súper premium” para que los fans paguen por beneficios como lanzamientos anticipados y ediciones deluxe exclusivas de álbumes.
Si Infinite Reality se sale con la suya, el nuevo Napster podría ser todo eso y más, salvo por dos grandes problemas: el metaverso resultó ser un fracaso, y muchos antes ya intentaron –y fallaron– en asociar el nombre Napster con un nuevo servicio musical.
MARCA ZOMBI EN SU MÁXIMA EXPRESIÓN
Funcionalmente, Napster se ha convertido en una plataforma de streaming musical, aunque mucho menos popular que líderes del sector como Spotify y Apple Music. Sus activos han pasado anteriormente por compañías que intentaron fusionarlo con servicios musicales en línea como Pressplay y, más tarde, Rhapsody; incluso fue propiedad de Best Buy entre 2008 y 2011. Desde 2020, Napster ha pasado de la app de conciertos en realidad virtual MelodyVR a un grupo de inversión que lo compró en 2022 y prometió “revolucionar la industria musical llevando blockchain y Web3 a artistas y fans”, hasta llegar a su propietario actual.
Otras marcas tecnológicas de comienzos de siglo han tenido trayectorias similares, cambiando de dueño y adaptándose a nuevas tecnologías, como el servicio de intercambio de archivos LimeWire, que ahora se dedica a la generación musical con IA. MySpace pasó de ser una red social pionera a un sitio enfocado en música, en su momento propiedad de News Corporation, la empresa matriz de Fox News.
Por su parte, Napster es una marca zombi: todavía ampliamente reconocida, pero con mucho menos valor que durante su apogeo en la era Y2K, y aparentemente resistente a ser reutilizada. La música está tan ligada a la cultura juvenil –y los oyentes más jóvenes de hoy son demasiado jóvenes para recordar Napster– que su historia reciente demuestra que no basta con comprar su marca y “ponérsela como un disfraz”.
Napster alguna vez revolucionó la música y la tecnología, pero que su nombre y activos puedan, por sí solos, volver a inspirar esa sensación de estar a la vanguardia de la música popular, un cuarto de siglo después, parece poco probable.