
Los océanos siguen siendo un misterio en muchos aspectos, pero una cosa es clara: lo que ocurre en las profundidades tiene un impacto trascendental en la vida de todo el planeta. Científicos observaron las primeras señales de vida regresando a las zonas afectadas por la minería en el fondo marino, pero advierten que una recuperación total podría ser imposible.
El estudio más reciente, publicado en la revista Nature, llega en un momento crucial, mientras los países se debaten sobre la creación del primer código global para la minería en aguas profundas, en una reunión de la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA) en Kingston, Jamaica. Un tema que no solo involucra a los científicos, sino también a gobiernos y activistas preocupados por el futuro de nuestros océanos.
Desde hace tiempo, tanto científicos como defensores del medio ambiente alertaron sobre los riesgos que la minería a gran escala representa para los ecosistemas marinos. Los peligros incluyen desde la extinción de especies y el daño irreversible a la cadena alimentaria marina, hasta el agravamiento del cambio climático, al liberar sedimentos que almacenan carbono y contribuyen al calentamiento global.
Un tour a la minería en la zona Clarion-Clipperton
Los científicos británicos decidieron analizar uno de los rastros de minería más antiguos conocidos, ubicado en la vasta Zona Clarion-Clipperton (CCZ), que se extiende entre Hawái y México en aguas internacionales. A más de 4,000 metros de profundidad, el lecho marino está salpicado por rocas metálicas conocidas como “nódulos”, hogar de un sinfín de especies extrañas, muchas de ellas aún desconocidas para la ciencia.
En 1979, un test en la CCZ dejó una franja de lecho marino vacía de nódulos, rodeada por profundos surcos de 8 metros de ancho, producto de la maquinaria utilizada para la minería. Sin embargo, los rastros de esa actividad permanecieron invisibles hasta el día de hoy.
“Los números de muchas especies disminuyeron dentro de las huellas de minería, pero hemos observado algunos de los primeros signos de recuperación biológica”, afirmó Daniel Jones, autor principal del estudio y experto del Centro Nacional de Oceanografía.
Aunque los animales más pequeños y móviles comenzaron a regresar, las especies más grandes, fijas al lecho marino, siguen siendo “muy raras” en la zona.
¿Una recuperación completa es posible?
Lo sorprendente es que, según la investigación, las plumas de sedimento que levantaron las máquinas no parecen haber tenido un impacto duradero. Sin embargo, los autores del estudio no se muestran optimistas respecto a la recuperación total de las áreas afectadas.
A pesar de que los equipos modernos podrían diseñarse para reducir los daños, el tamaño potencial de las futuras operaciones mineras significaría que los impactos físicos visibles podrían perdurar durante décadas.
“La recuperación total de la vida en las áreas afectadas podría ser imposible”, apuntaron los científicos, ya que los nódulos, que son hábitats vitales para muchas especies, podrían haber sido eliminados.
El estudio de 1979, realizado tras una operación encubierta de la CIA para recuperar un submarino nuclear soviético, dejó huella en la historia de la minería en el fondo marino. Tras esa misión, la minería en la CCZ fue pequeña y dispersa, sin embargo, el interés y la financiación se desvanecieron rápidamente.
La conexión con la minería en el fondo marino
Ahora, en un giro irónico, el mismo lugar que sirvió como escenario de un experimento encubierto se encuentra en el centro de un renovado interés global por los nódulos de metal, ricos en minerales como el cobalto y el níquel.
Estos elementos son esenciales para tecnologías como teléfonos inteligentes y baterías recargables, lo que generó más presión para explorar a fondo estos recursos.
En la actualidad, se estima que hay alrededor de 21,000 millones de toneladas de nódulos en el fondo marino de la CCZ, lo que representa una enorme fuente de metales esenciales para la industria tecnológica.
Un futuro incierto
Los resultados de este estudio no ofrecen una respuesta definitiva sobre si la minería en el fondo marino es aceptable a nivel social, pero sí brindan los datos necesarios para tomar decisiones políticas más informadas. Según Adrian Glover, coautor del estudio y experto en el Museo de Historia Natural de Gran Bretaña, los hallazgos podrían ayudar a crear áreas protegidas en los océanos y mejorar los esfuerzos de monitoreo.
En definitiva, el debate sobre la minería en el fondo marino está lejos de resolverse, pero lo que es indiscutible es que la protección de nuestros océanos y sus ecosistemas únicos es más urgente que nunca. La cuestión ya no es si la minería puede continuar, sino si podemos encontrar formas de equilibrar el progreso humano con la preservación de estos valiosos hábitats.