
El “color de moda” es una expresión común en el mundo del diseño y el consumo, pero detrás de ella hay un proceso complejo que involucra más que simples decisiones estéticas. Los colores que vestimos cada temporada no son fruto del azar; responden a un sistema que combina tendencias sociales, estudios de mercado y predicciones culturales.
Aunque pareciera que las marcas tienen el control total sobre qué colores serán tendencia, los consumidores también desempeñan un papel clave. A través de nuestras elecciones cotidianas influimos, incluso sin ser conscientes, en las tonalidades que dominarán el mercado.
El color como reflejo social
Históricamente, los colores han sido símbolos poderosos que reflejan los contextos sociales y culturales de cada época. En la Antigüedad, el púrpura era sinónimo de estatus y poder, mientras que el verde en Egipto representaba la fertilidad. En la Revolución francesa, el azul fue adoptado como símbolo de libertad, contrastando con el rojo que evocaba la sangre de los caídos.
Más recientemente, el negro, antes reservado para el luto, fue transformado por Coco Chanel en un emblema de sofisticación y elegancia con su famoso “little black dress”. En los 60, el amarillo asociado al movimiento hippie transmitía paz y libertad, y en los 80, el rosa emergió como símbolo del empoderamiento femenino. Estos ejemplos muestran cómo los colores no solo son decorativos, sino que actúan como espejos de cambios sociales.
Hoy en día, marcas como Tiffany & Co. o Louboutin han convertido ciertos colores en parte esencial de su identidad, patentando tonalidades como el icónico azul Tiffany o el rojo de las suelas Louboutin. Durante la pandemia de 2020, los tonos grises y neutros simbolizaron estabilidad, mientras que colores brillantes como el verde neón y el fucsia ganaron protagonismo en respuesta a la saturación visual de la era digital. El auge de tonos tierra y verdes también refleja la creciente preocupación por la sostenibilidad.
Ciencia y sociedad en la predicción de colores
La elección de los colores de moda va más allá de la intuición. Empresas como Pantone, WGSN y Coloro emplean análisis científicos y estudios socioculturales para predecir las tendencias cromáticas. Utilizan herramientas como el big data y el análisis del comportamiento global, teniendo en cuenta factores como la economía, la política y la tecnología.
Un ejemplo clave es el famoso “Color del año” de Pantone. Cada año, el Instituto de Color Pantone analiza una amplia gama de fuentes, desde el arte y la tecnología hasta los estados de ánimo colectivos, para elegir un tono que refleje el espíritu del momento. En 2023, el elegido fue Viva Magenta, un tono vibrante que simboliza optimismo y resiliencia tras la pandemia. Para 2024, Pantone seleccionó Peach Fuzz, un tono suave que evoca calma y sosiego, en respuesta a un mundo ansioso por desconectar del estrés diario. El de 2025 es el Mocha Mousse.
Cultura pop y tecnología como impulsores de tendencias
La cultura pop y la tecnología juegan un papel crucial en la definición de los colores de moda. La música, el cine y las redes sociales influyen enormemente en las elecciones. Un claro ejemplo es el Rosa Barbie, que en 2023 cobró fuerza tras el estreno de la película Barbie, con diseñadores como Valentino presentando colecciones centradas en esta opción cromática. Este fenómeno cultural, conocido como Barbiecore, muestra cómo las tendencias de color pueden surgir de la nostalgia y la influencia mediática.
Por otro lado, las herramientas tecnológicas como la inteligencia artificial y el machine learning han revolucionado la predicción de tendencias. Estas tecnologías permiten analizar vastas cantidades de datos en tiempo real, detectando microtendencias a partir de imágenes y contenido en plataformas como Instagram y TikTok.
Además, tecnologías inmersivas como la realidad aumentada y la realidad virtual han comenzado a redefinir la forma en que los consumidores interactúan con los colores, personalizando sus experiencias de compra y permitiendo una mayor conexión emocional con las tonalidades seleccionadas.
Colores del futuro: sostenibilidad y equilibrio
Las predicciones futuras apuntan a una creciente conexión entre el color y la sostenibilidad. Para 2026-2027, WGSN y Coloro han identificado tonos como el “Teal Transformador”, un azul-verdoso que combina lo digital con lo natural, reflejando la búsqueda de equilibrio en tiempos de cambio. Estos colores responden al creciente deseo de un mundo más consciente y respetuoso con el medioambiente. Además, según WGSN, las búsquedas de verde azulado aumentaron 9% interanual en Google Trends.
Los consumidores como protagonistas del color
Si bien las marcas y empresas especializadas juegan un rol fundamental en la elección de los colores de moda, los consumidores también son actores clave en este proceso. Nuestras decisiones diarias y preferencias personales influyen directamente en las tendencias. Como sugiere el sociólogo Gilles Lipovetsky, las emociones han adquirido un valor económico. En este sentido, cada elección que hacemos, cada prenda que compramos, contribuye a definir las tonalidades que marcarán la moda, alimentando ese gran flujo de datos que luego es analizado por las agencias y empresas que elaboran estos informes de tendencias.
En definitiva, el color en la moda es más que una simple elección estética. Es el resultado de un proceso complejo que combina ciencia, cultura y emociones colectivas. Ya sea a través de estudios socioculturales o mediante tecnologías emergentes, los colores que vestimos cuentan historias que reflejan los cambios en la sociedad.
En la actualidad, vivimos en una era de moda líquida, donde todo es flexible y adaptable, reflejando la naturaleza fluida de las emociones y experiencias. Y, lo más importante, cada uno de nosotros, con nuestras decisiones cotidianas, somos parte activa de este proceso, contribuyendo a definir el color de moda que, temporada tras temporada, se convierte en un espejo de nuestra realidad en constante transformación.
Sandra Bravo Durán es socióloga y doctora en creatividad aplicada por parte de la UDIT – Universidad de Diseño, Innovación y Tecnología.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lee el original.