
Todos los días me hago al menos dos horas de camino al trabajo por culpa del tráfico. Recorro la ciudad de punta a punta, intentando lidiar con avenidas saturadas, buscando rutas alternas que nunca terminan siendo mejores, atrapado en un laberinto de coches, claxons y semáforos que ni en verde te dejan avanzar. Y mi realidad es la misma que la de millones de mexicanos.
Si algo he aprendido en estos trayectos interminables, es que el tráfico no solo nos roba tiempo: nos quita calidad de vida, energía y paciencia. Afecta cómo trabajamos, cómo descansamos, cómo vivimos y hasta cómo nos relacionamos con los demás. Lo peor es que pareciera que ya lo normalizamos.
Cuando el tráfico desgasta más que el trabajo
Según el TomTom Traffic Index 2024, el tiempo que pasamos atorados en el coche puede ser hasta 52% mayor de lo esperado en trayectos que ya de por sí son largos. La Ciudad de México ocupa el primer puesto del ranking de tráfico mundial –estadística que no es para presumir en lo absoluto–. Pero el problema no es exclusivo de la capital. Guadalajara, Monterrey, Puebla, Toluca y Cuernavaca también figuran entre las urbes más congestionadas.
Y es que si sumamos todas esas horas perdidas en trayectos, es fácil entender por qué muchas veces nos sentimos agotados antes de que siquiera empiece la jornada laboral o salga el sol. El estrés, la fatiga y la frustración que genera la congestión vehicular tienen un impacto directo en la salud mental y física.
Un estudio del Instituto Nacional de Salud Pública señala que la contaminación y el tiempo excesivo en el tráfico pueden aumentar el riesgo de sufrir enfermedades respiratorias, cardiovasculares y depresión. Esto debido a que la exposición a los contaminantes es mayor si estás en un auto que en transporte público o en vehículos que están en movimiento más constante como las motocicletas.
El tráfico también nos cuesta productividad
Cada minuto atorado en el tráfico es un minuto que podríamos estar descansando, trabajando de manera eficiente, ejercitándonos, estudiando, compartiendo tiempo con la familia o simplemente disfrutando la vida. El Instituto Mexicano para la Competitividad ha señalado que las ciudades con alto tráfico reducen la satisfacción laboral y afectan la economía.
Las empresas están perdiendo talento valioso porque las personas ahora, más que un buen sueldo, buscamos calidad de vida —especialmente después de la pandemia, cuando pudimos comprender otra manera de trabajar—. Hoy en día, incluso muchas personas rechazan oportunidades laborales que parecen muy atractivas simplemente porque el trayecto es insufrible.
Además, el tráfico golpea la economía. Negocios que dependen de entregas rápidas o movilidad urbana ven afectada su operación, encareciendo costos y reduciendo ventas. Todo, porque desplazarse de un punto A a un punto B es un desafío diario. Ahora imagina qué pasará con una ambulancia que necesita una vía despejada para salvar la vida de alguien a las 7 de la mañana o a las 3 de la tarde.
¿Cómo sobrevivir al tráfico sin perder la cordura?
No hay soluciones mágicas para el caos vial, y para la gran mayoría de nosotros el mudarse no es una opción a considerar ya sea por factores familiares o económicos —dado que vivir en una zona céntrica de la Ciudad de México se vuelve cada vez más caro— pero hay estrategias que pueden ayudarnos a evitar que el tiempo perdido o las “horas nalga” —como son coloquialmente conocidas— nos absorban y desgasten por completo.
1. Dejar de pensar que el auto es la única opción
Si bien el transporte público no siempre es la mejor alternativa, ya que esa es otra historia de terror en las grandes urbes de nuestro país –y resulta igual o más lento–, integrar bicicletas, moto o incluso transporte compartido a la ruta puede hacer una pequeña diferencia. En ciudades donde se han creado infraestructuras para este tipo de movilidad, además de un sistema de transporte público eficiente, el tráfico disminuye considerablemente, según un artículo de ONU-Habitat.
No todos podemos optar por estas alternativas, pero si es posible, buscar opciones de movilidad menos dependientes del automóvil puede ayudar a mejorar el tiempo de traslado.
2. Trabajar remoto o reducir jornadas presenciales
El trabajo remoto ha demostrado reducir la saturación vehicular e incluso la contaminación; esto sin mencionar las grandes mejoras en cuanto a productividad y bienestar físico y mental de los empleados, según un estudio de la Florida University.
Si tu empresa lo permite, pasar a un esquema de home office, reducir los días de oficina en un modelo híbrido o negociar horarios flexibles puede cambiar completamente tu relación con la movilidad en la ciudad.
Aunque esto no es viable para muchos, pues una gran parte de los líderes –especialmente de la vieja escuela– siguen renuentes al trabajo a distancia ya que creen –contrario a lo que demuestra una gran cantidad de estudios serios, como uno del Fondo Monetario Internacional– que las labores desde casa reducen la productividad.
Esto sin mencionar lo costoso que resulta trasladarse grandes distancias cuando el tráfico empeora, con una subida constante de los precios de la gasolina.
3. Flexibilidad para planear mejor y evitar los peores horarios
Volviendo al “si tienes la oportunidad”, negociar un reajuste de horario para evitar las “horas pico” podría hacer la tortura diaria un poco más llevadera. Sí, suena obvio, pero entender los patrones de tráfico y ajustar los horarios de viaje puede hacer una gran diferencia. Apps de navegación y datos en tiempo real pueden ayudarte a evitar ciertos tramos o reducir el tiempo que pasas atorado.
Además, compartir información en redes comunitarias sobre bloqueos y rutas alternativas puede ayudar a mejorar la movilidad entre vecinos. Reducir un viaje en 15 minutos es oro puro cuando se enfrentan horas de tráfico, aunque en esta ciudad cada día es una historia diferente.
El tráfico como reflejo de un problema más grande
El tráfico no es solo un inconveniente al que nos enfrentamos los que vivimos más lejos de la oficina o el lugar de trabajo, es una falla estructural en la manera en que las ciudades están organizadas, y la Ciudad de México y el área metropolitana que la rodean es la gran prueba de ello. El primer lugar del mundo con las peores condiciones de tráfico refleja un problema profundo. No es normal pasar cuatro horas al día –cuando bien te va– atrapado en un coche o en el transporte público, ni llegar agotado al trabajo por culpa de un sistema vial que no funciona o por empresas renuentes a cambiar su esquema laboral.
Si queremos mejorar nuestra calidad de vida, necesitamos exigir mejores opciones de movilidad, descentralización del trabajo, una planificación urbana más eficiente y condiciones laborales más flexibles y empáticas con la realidad de esta ciudad. No podemos hacer desaparecer el tráfico, pero sí podemos evitar que nos robe la vida.