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Avanzar rápido y romper todo: la embestida de Musk contra Estados Unidos

Musk anunció que reducirá su participación en el gobierno en DOGE para centrarse en Tesla.

Avanzar rápido y romper todo: la embestida de Musk contra Estados Unidos [Foto: Molly Riley/Casa Blanca]

En Silicon Valley, suelen hablar de “avanzar rápido y romper cosas”. En Washington, hoy en día, eso se traduce en que Elon Musk está haciendo su trabajo en el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE).

La única cosa que ni siquiera Musk, el ser humano más rico del planeta, puede obtener según la Constitución estadounidense es la presidencia, ya que no nació en Estados Unidos. Pero cuando Donald Trump le encargó reducir el tamaño del gobierno federal, Musk obtuvo lo más parecido: el segundo mejor puesto.

El sudafricano de 53 años ostenta oficialmente el título poco llamativo de “empleado especial del gobierno”. En la práctica, es una de las personas más poderosas del país. Como principal financiador de Trump durante las elecciones del año pasado, Musk consiguió un acceso extraordinario a lo largo de los primeros 100 días del nuevo gobierno.

Con su figura corpulenta, casi siempre en camiseta y gorra de béisbol con temática trumpista, apareció junto al presidente en reuniones de gabinete, sesiones en el Despacho Oval, fines de semana de golf, vuelos en el helicóptero Marine One y en el Air Force One. Desde esa posición, puso en marcha el DOGE, orientado a los recortes de presupuesto.

Sin oposición por parte de la mayoría republicana en el Congreso y con escasa resistencia legal, el magnate de Tesla y SpaceX se lanzó a la tarea con la energía frenética de un capitalista de riesgo.

En una campaña de “shock y pavor”, arrasó con el Washington oficial: canceló programas, intervino sistemas informáticos clasificados y retrató al gobierno como un hervidero de fraudes.

En algún momento, Musk proyectó un ahorro asombroso de 2 billones de dólares dentro del presupuesto federal de 7 billones. Luego redujo la meta a 1 billón. Y la cifra continúa disminuyendo discretamente, dejando su legado en entredicho –por más de una razón–.

El martes, al anunciar que Tesla había registrado una caída de 71% en sus ganancias del primer trimestre, Musk informó también que reduciría su participación en DOGE y la Casa Blanca.

Musk, DOGE y los despidos masivos

Pero el hombre que quiere colonizar Marte no es alguien propenso a la duda. Musk ha parecido todopoderoso y, a veces –mientras su equipo de jóvenes expertos en informática toma el control de sistemas gubernamentales– omnisciente.

Uno de sus movimientos más espectaculares fue enviar correos electrónicos a 2.3 millones de empleados públicos, ofreciendo despidos voluntarios y dejando claro que sus futuros pendían de un hilo. La línea de asunto del correo, “Encrucijada”, era la misma que había utilizado cuando envió un mensaje a los trabajadores de Twitter tras adquirir la red social, antes de realizar despidos masivos y rebautizarla como X.

También exigió que cada empleado respondiera semanalmente a un correo detallando cinco cosas que había logrado. Dijo que era una manera de comprobar si el personal tenía “pulso”.

Fin de la ayuda exterior estadounidense

Los primeros resultados de DOGE fueron impactantes. A pocas semanas de la llegada de Trump al poder, el equipo cerró efectivamente la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), el principal organismo de ayuda exterior. El personal en Washington fue enviado a casa, se congelaron programas vitales en todo el mundo y algunos trabajadores quedaron varados en el extranjero.

Otros blancos tempranos fueron todos los programas federales relacionados con diversidad, equidad e inclusión (DEI), considerados anatema para el gobierno de Trump.

El DOGE de Musk también intentó cerrar la Oficina de Protección Financiera del Consumidor (CFPB), una agencia creada para proteger a los estadounidenses de malas prácticas bancarias, pero que en el mundo trumpista es vista como una entidad izquierdista entrometida. En todos los casos, el método fue el mismo: el equipo externo de Musk ingresó en los sistemas internos de las agencias, tomó el control de las finanzas y redes sociales, y bloqueó el acceso del personal.

“CFPB RIP”, publicó Musk en X.

Problemas en el mundo de Musk

Tras tres meses, hay señales de que la nave política de Musk empieza a perder altura. Liberales que antes lo veían como un héroe por haber impulsado los autos eléctricos ahora colocan calcomanías en sus Teslas con frases como: “Lo compré antes de que Elon se volviera loco”.

Algunos han ido más lejos: han vandalizado o incendiado vehículos Tesla. Y las acciones de la empresa siguen desplomándose.

También hay dudas crecientes sobre la eficacia real de DOGE. Más allá del daño, muchas veces traumático, que ha causado a organismos públicos con décadas de existencia, las proyecciones de ahorro se tambalean.

Este mes, Musk anunció un nuevo objetivo mucho menor: 150,000 millones de dólares. Incluso esa cifra es cuestionable, ya que el sitio web de DOGE, que supuestamente rastrea los ahorros, presenta numerosos errores.

¿Y ahora qué?

Por ley, un “empleado especial” solo puede servir al gobierno durante 130 días. Así que, en teoría, Musk deberá dejar su puesto este verano. “Va a volver a sus negocios”, dijo Trump. “Él quiere hacerlo”.

Por Sebastian Smith | AFP

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