
Ante el aumento de las temperaturas globales y una serie aparentemente interminable de desastres climáticos, es natural recurrir a la tecnología como solución. Desde la captura de carbono —donde las emisiones no se liberan a la atmósfera, sino que se entierran en el suelo— hasta la geoingeniería —donde se pulverizan partículas en la atmósfera para reflejar la luz solar y reducir las temperaturas—, las innovaciones ecológicas se presentan con frecuencia como la solución para resolver nuestra continua dependencia de los combustibles fósiles.
Pero en nuestro afán por encontrar soluciones milagrosas, podemos ser susceptibles al optimismo, centrándonos demasiado en los posibles beneficios e ignorando muchos de los efectos negativos o inconvenientes. Un ensayo de 2022 en Nature argumenta que muchas de estas tecnologías suelen estar sobrevaloradas y no contemplan los importantes desafíos, costos y consecuencias imprevistas asociados. Por ejemplo, los debates sobre los vehículos eléctricos y las baterías que requieren no suelen abordar la extracción perjudicial de minerales esenciales como el silicio, el litio y el cobalto.
Un tipo de innovación climática menos llamativa que puede tener un impacto real ahora no promociona soluciones técnicas y, en cambio, se centra en repensar las operaciones de una empresa, incluido el uso de materiales y el rediseño de las cadenas de suministro.
La sostenibilidad debe comenzar con el diseño del producto
Los estudios han demostrado que entre 70% y 80% del impacto ambiental de un producto se determina durante la fase de diseño, algo que también he escuchado de muchas de las empresas que he investigado en las últimas dos décadas.
Por ejemplo, Riccardo Bellini, ex director ejecutivo de la casa de moda de lujo Chloé, me dijo que un análisis de la huella ambiental total de la empresa en 2020 reveló que 80% de los desafíos de sostenibilidad de la empresa podrían “resolverse en la mesa de diseño“, específicamente que 58% de las emisiones de Chloé provenían de materias primas como el algodón, el cuero y la cachemira virgen.
Comprender esto llevó a la empresa a priorizar materiales de bajo impacto, como el lino y el cáñamo, en sus nuevas colecciones, y a aumentar el uso de materiales reciclados, en particular la cachemira. Para los productos de cuero, Chloé comenzó a abastecerse a través de un proveedor con certificaciones externas que garantizaban que sus procesos de curtido y fabricación cumplían estrictos estándares ambientales. Sin embargo, Chloé se ha mantenido cautelosa con los cueros veganos, ya que, si bien se trata de un área de innovación centrada en la tecnología, muchos sustitutos del cuero provienen de fuentes con un alto consumo de combustibles fósiles.
Bellini me dijo que la empresa se comprometió a que para 2025, 90% de sus tejidos serían de “menor impacto”, un objetivo que está en camino de cumplir, ya que 85% de sus productos se fabricaron con estos materiales en 2024.
Ir más allá de “hacer menos daño”
El exdirector ejecutivo de Seventh Generation, Joey Bergstein, también me recalcó que otra razón por la que la sostenibilidad debe comenzar con el rediseño del producto es que permite a las empresas evitar algunas emisiones desde el principio. Este enfoque contrasta con el trabajo ambiental corporativo, que comienza después de la producción del producto, por lo que, como máximo, solo puede centrarse en causar menos daño.
Por ello, en Seventh Generation, el equipo de investigación y desarrollo de la empresa busca rediseñar los productos desde cero, explorando, por ejemplo, nuevos formatos o métodos de entrega que eviten el uso de plástico, un material fabricado a partir de combustibles fósiles y difícil de reciclar. Una iniciativa clave de la empresa es reducir el consumo de agua en sus productos, lo que conlleva importantes beneficios en las emisiones de carbono, ya que reduce el peso de los envíos y la necesidad de embalajes de plástico.anuncio
Por ejemplo, Bergstein me comentó que Seventh Generation investiga activamente para crear productos eficaces sin agua —como en polvo o tabletas, envasados en materiales fácilmente reciclables como cartón o acero— para la ropa, la vajilla, la limpieza de encimeras y el lavado de manos. En 2020, un ejemplo de este trabajo pasó del laboratorio al mercado cuando la empresa presentó una línea de productos de limpieza envasados en botes de acero que evitan por completo el uso de plástico.
Seventh Generation no es la única empresa que prioriza la eliminación del plástico en el desarrollo de productos. Los líderes de Grove Collaborative me contaron cómo reformularon los champús para que fueran en barra —para poder envasarse en cartón— en lugar de líquidos, y la empresa de calzado y ropa Allbirds creó un nuevo material para suelas de zapatos hecho de materiales naturales.
Hacia una visión más holística de la sostenibilidad
Lo que muestran estos ejemplos es que, si bien es fácil caer bajo el hechizo de las innovaciones verdes atractivas, nuestros desafíos de sostenibilidad de hecho requieren trabajo duro más allá de ajustes superficiales o innovaciones aisladas.
En lugar de simplemente esforzarse por “hacer menos daño” al medio ambiente, lo cual resulta en cambios graduales, las empresas deben adoptar una visión holística de sus productos, empezando por el diseño. Deben reconocer que el verdadero impacto no reside solo en eficiencias aisladas o innovaciones tecnológicas, sino en reimaginar las cadenas de suministro, la producción y los modelos de negocio para contribuir positivamente al planeta y a la sociedad.