
Tras 100 días en el cargo, es justo decir que el presidente Trump está dejando huella. Sin embargo, esto no ha sido necesariamente positivo para los medios ni para el periodismo, ya que la segunda administración Trump ha sido aún más hostil a la prensa que la primera, lo que ha alarmado a muchos expertos.
Los ejemplos son innumerables e incluyen —aunque no se limitan a—:
- Trump prohibió a los periodistas de Associated Press asistir a las conferencias de prensa de la Casa Blanca por negarse a cambiar el nombre del Golfo de México.
- Se han presentado demandas contra ABC News y CBS, entre otros, y algunos han llegado a un acuerdo.
- La Comisión Federal de Comunicaciones de Trump ha amenazado o iniciado investigaciones contra las emisoras.
- Según se informa, la administración quiere recortar la financiación para NPR y PBS.
- La administración ha intentado cerrar la Voz de América.
Y aunque las administraciones presidenciales a menudo se enfrentan con miembros de los medios de comunicación —Richard Nixon, quizás el más notable, también era hostil a la prensa—, la administración Trump está llevando esta hostilidad a niveles completamente nuevos, argumentan los expertos de la industria de los medios.
Expertos preocupados por relación de Trump con la prensa
“Lo que me llama la atención es que se trata de una campaña concertada y multifacética contra los periodistas éticos y la prensa independiente”, afirma Caroline Hendrie, directora ejecutiva de la Sociedad de Periodistas Profesionales. “Lo vemos como una estrategia de mil cortes: en conjunto, estamos presenciando un ataque a la transparencia, la rendición de cuentas y el derecho del público a la información”.
El objetivo, dice Hendrie, es bastante simple: impulsar la agenda de Trump y acallar cualquier voz que se oponga a ella. “Quieren deslegitimar a cualquiera que contradiga su discurso o el del gobierno”, afirma.
Usar las herramientas del gobierno no solo para influir en la cobertura mediática, sino también para castigar a los medios de comunicación, levanta “más que señales de alerta”, añade Hendrie. “Está generando alarmas muy legítimas de que nuestro derecho a la libertad de prensa, amparado por la Primera Enmienda, está en peligro en este país”.
Parte de un ataque más amplio a la experiencia
Gabriel Kahn, profesor de práctica profesional del periodismo en la Escuela de Periodismo Annenberg de la Universidad del Sur de California, dice que los ataques a la prensa por parte de un gobierno en funciones “nunca han sido tan flagrantes o severos, al menos en los últimos 80 años”.
Sin embargo, Kahn afirma que es importante considerar el ataque a la prensa solo como una parte del problema. “Hay que ver los ataques al periodismo, la ciencia y la educación superior como parte de la misma cuestión”, afirma. “Es un ataque a la experiencia, al pensamiento independiente”.
Añade que muchos medios de comunicación no se han beneficiado en absoluto de su respuesta al trato recibido por la administración. En concreto, cita la negativa de algunos periódicos a respaldar a un candidato presidencial durante las elecciones de 2024, la restricción de los columnistas de opinión y la censura de noticias para congraciarse con el equipo de Trump.
¿En peligro la libertad de expresión contra Trump?
Según Kahn, “obedecer de antemano” y “doblegarse a la administración”, algo que también ocurre en importantes universidades y grandes bufetes de abogados, corre el riesgo de perjudicar a los medios de comunicación. “Los grandes intereses del periodismo corporativo han optado por la ilusión de algún tipo de alivio a corto plazo en lugar del daño a largo plazo que están causando a sus marcas”, afirma.
Si algo bueno ha resultado del trato de Trump a la prensa, dice Kahn, es que ha “puesto de relieve la fragilidad de la prensa libre. Hemos dado tantas cosas por sentado durante tanto tiempo. —La administración— ha demostrado al pueblo estadounidense la importancia de tener una prensa libre e independiente”.