
En el dinámico ecosistema fintech mexicano, destacar ya no es una opción: es una necesidad. Con Brasil y México concentrando el 85% de la inversión de capital de riesgo en América Latina (Statista), la competencia por captar la atención —y la confianza— del consumidor está en su punto más alto.
En un escenario donde muchas empresas ofrecen soluciones funcionales cada vez más comparables —eficientes, ágiles y centradas en el usuario—, la verdadera diferenciación ya no pasa solo por lo que se ofrece, sino por cómo se construye una marca que conecte. La identidad, el tono, la personalidad y la narrativa son hoy activos estratégicos: permiten que el consumidor elija no solo desde la lógica, sino desde el vínculo.
¿Cómo pueden lograr entonces sobresalir las fintech en un entorno cada vez más saturado?
Ruido no es lo mismo que relevancia
El gran reto no es estar presente, sino ser relevante. Las fintech no compiten solo entre ellas: compiten con todo lo que demanda atención. En este contexto, las buenas ideas no son un lujo, sino una necesidad de negocio. Cuando creatividad y tecnología se alinean con una estrategia clara, las marcas pueden generar un impacto real —especialmente en un mercado donde más de 2,000 millones de adultos aún están fuera del sistema financiero formal, según cifras del Banco Mundial.
Entender el contexto, leer a la audiencia y comunicar con intención es clave. No se trata solo de qué se dice, sino de cómo —y sobre todo, por qué— se dice. Esa claridad permite no solo conectar, sino también generar un impacto positivo en la vida de las personas: ofrecer herramientas que mejoren su calidad de vida, y faciliten el acceso a servicios financieros para ampliar las oportunidades. En ese sentido, la comunicación deja de ser un ejercicio publicitario para convertirse en un verdadero motor de inclusión y transformación.
Humanizar lo complejo
Uno de los desafíos más comunes en la industria es poner toda la atención en la tecnología y dejar a las personas en segundo plano. Pero en un país donde lo emocional, lo cotidiano y lo colectivo tienen tanto peso, conectar de verdad implica contar historias que se sientan cercanas y que hablen en el idioma de la gente.
Las fintech que logren ponerle rostro a los problemas que resuelven, y que se comuniquen desde las emociones en lugar de quedarse solo en lo funcional, son las que lograrán generar vínculos duraderos. Porque al final, más allá del código o la interfaz, lo que marca la diferencia es cómo una marca hace sentir a las personas.
La creatividad como motor de crecimiento
Las proyecciones publicitarias para 2025 en México muestran un crecimiento sólido, especialmente en digital. Pero más allá de los números, lo que importa es cómo se transforma esa inversión en algo que sume valor. Medir desarrollo del negocio, optimizar el funnel de ventas, cuidar el CAC (Customer Acquisition Cost), y proyectar revenue (ganancias) son pilares fundamentales para cualquier fintech. Pero en la búsqueda por resultados inmediatos, no podemos perder de vista la construcción de marca a largo plazo.
Invertir en creatividad no es solo apostar por una campaña llamativa: es construir experiencias con sentido, que conecten, que se recuerden, que acompañen al usuario en cada paso. Porque al final, lo que asegura estar en el top of mind cuando llega el momento de elegir no es solo la eficiencia del mensaje, sino la relación emocional que se construyó en el camino. Es ahí donde la comunicación deja de ser solo una inversión y se convierte en una palanca de crecimiento real.
Adaptarse sin perder lo que importa
Las fintech tienen una oportunidad única: convertirse en marcas cercanas, útiles y con propósito. Pero para lograrlo no alcanza con una buena experiencia de usuario, ni con una interfaz intuitiva. Hace falta construir una voz clara, mostrarse con honestidad y mantener una identidad coherente, incluso al adaptarse a nuevos canales, audiencias o códigos culturales.
Adaptarse no es mimetizarse. Es saber evolucionar sin perder la esencia. En un mercado donde los cambios son constantes, las marcas que logran ser flexibles sin volverse genéricas son las que van a perdurar. Y eso se logra con una comunicación con alma y personalidad que refleje de forma consistente quiénes son, qué ofrecen y por qué lo hacen.
Hoy, más que nunca, el ritmo y el tono de los mensajes lo marca la audiencia. Tener el ojo puesto en el consumidor es clave. Porque como en cualquier relación, esto no va de hablar solo: se trata de construir a dos voces, en un proceso líquido, sensible y poco estructurado, donde la escucha activa es la herramienta más poderosa para sostener el vínculo.
Creatividad que transforma
En una industria como la de fintech, donde todo cambia rápido y las decisiones se toman en base a datos, la creatividad puede parecer secundaria. Pero es justamente lo contrario: la creatividad es lo que permite traducir la innovación en algo que las personas entiendan, valoren y quieran integrar a su vida. No se trata de adornar lo que ya existe, sino de repensar cómo se cuenta, cómo se escucha y cómo se construye con significado.
Tal vez este sea buen momento para hacer una pausa y revisar si lo que estamos comunicando realmente refleja quiénes somos, qué proponemos y por qué debería importarle a alguien más. Porque las marcas que logren esa claridad —y la transmitan con intención— no solo crecerán, sino que podrán construir una relación emocional con las personas.