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Por qué no deberías seguir tus sueños, como todos dicen

En vez de eso, sigue tus oportunidades.

Por qué no deberías seguir tus sueños, como todos dicen [Foto:

“Sigue tus sueños”. Es el primer consejo que la mayoría recibimos en la vida: cuando somos niños en la escuela, estudiantes en la universidad, recién graduados por entrar al mundo laboral y adultos que ya trabajan. Nos dicen que los empleos deben servir para seguir nuestras pasiones, no solo para cobrar un cheque. Que si hacemos lo que amamos, el dinero y el éxito llegarán solos. Que si amamos lo que hacemos, no trabajaremos ni un solo día en la vida. ¿El problema de esta visión tan idealizada? Que si no conseguimos empleo en aquello que más nos apasiona, sentimos que fracasamos y no nos fijamos en las oportunidades.

No necesitamos seguir nuestros sueños para terminar en el trabajo de nuestros sueños. De hecho, podría decir lo contrario. En temas de carrera, “seguir tus sueños” puede ser un mal consejo. ¿La razón? La mayoría entramos al mundo laboral sin tener idea de cuáles son esos sueños.

En vez de eso, te propongo algo mejor que seguir tus sueños: sigue tus oportunidades.

Una cultura obsesionada con los sueños

Podríamos pensar que sabemos cuáles son nuestros sueños. Incluso podríamos sentirnos seguros de ellos. Después de todo, desde chicos nos alimentan con una dieta alta en sueños. Son la base de nuestra cultura, de los cuentos de hadas, las películas de superhéroes y todas las producciones de Disney y DreamWorks. Y no solo aparecen en la ficción.

Expresiones como “estoy viviendo mi sueño”, “un sueño hecho realidad”, “el hombre (o la mujer) de mis sueños” y “Más allá de mis sueños más salvajes” forman parte de nuestro vocabulario. Los atletas las dicen en entrevistas tras una gran victoria. Los actores las repiten en sus discursos de premiación mientras sostienen su estatuilla. Incluso los concursantes de realities las usan después de recibir una rosa y pasar a la siguiente ronda.

Desde pequeños nos preguntan: “¿Qué quieres ser de grande?”. Obvio, no tenemos experiencia más allá de ser niños. Así que, ¿por qué no aspirar a ser estrella pop o deportista profesional?

Una bolsa de opciones limitada

Cuando crecemos y nos preparamos para trabajar, algunos mantenemos esos sueños de la infancia o la adolescencia; otros encontramos nuevos. Claro, a los 22 años somos más maduros que a los 5 o a los 15. Nuestras influencias también cambian: tal vez una clase favorita en la universidad, un reclutador del job fair, o una pasantía que nos inspiró. Pero, al igual que antes, seguimos eligiendo entre una bolsa de opciones ya filtradas por otros o con base en experiencias limitadas.

Aunque entendemos mejor qué es trabajar, nuestro autoconocimiento sigue siendo incompleto. Así que no tener claro lo que queremos hacer a largo plazo no debería preocuparnos: ¡es motivo de celebración! Vivir se trata de aprender sobre la marcha. Y trabajar también debería serlo: probar cosas nuevas, conocer distintas personas, entendernos mejor—qué nos gusta, qué nos aburre, qué nos entusiasma un lunes y qué nos aterra un domingo. Pasamos un tercio de la vida trabajando. Lo lógico sería asumir que lo que fantaseábamos hacer en clase de economía probablemente no es lo que querremos dentro de 30 años.

Pero, en lugar de sentirnos afortunados por tener tanta libertad, solemos sentirnos perdidos. Porque nos enseñaron que los sueños deben guiarnos como una estrella del norte. A veces hasta envidiamos a quienes parecen tener un sueño fijo que les da dirección.

Oportunidades perdidas

El problema es que los sueños profesionales pueden ser muy limitantes. Si entramos al mundo laboral convencidos de saber exactamente lo que queremos hacer, estamos asumiendo que no hay nada más por descubrir, nada que nos pueda sorprender o hacer más felices. Es como decir que, aunque nuestra carrera apenas comienza, ya sabemos todo lo que nos puede ofrecer. Con esa mentalidad, corremos el riesgo de vivir en piloto automático, ignorando oportunidades que nunca imaginamos… en vez de solo querer cumplir sueños.

Al igual que “no puedes ser lo que no ves”, tampoco puedes soñar con lo que no conoces. Nuestros deseos y aspiraciones siempre tendrán puntos ciegos: industrias que no hemos explorado, empresas que no conocemos, trabajos que jamás hemos intentado.

Lo desconocido puede ser mejor

El mundo del “no sé” es inmenso y sigue creciendo. Surgen nuevas industrias todo el tiempo. Cada día nacen empresas nuevas. Mientras más recientes son, menos sabemos sobre ellas. Y mientras más aferrados estamos a nuestros sueños, menos queremos salir de lo familiar. Preferimos quedarnos con la decisión que tomamos hace años. Pero eso que parece un cinturón de seguridad, también puede ser una trampa.

Quienes no están aferrados a un sueño fijo tienen más libertad para seguir oportunidades nuevas. Mientras los soñadores se cierran, los no soñadores permanecen abiertos. La cultura suele ver a estos últimos como “perdidos”, pero en realidad, la mejor forma de avanzar es mantenerse alerta y estar dispuesto a cambiar de rumbo si es necesario. Eso no se logra con los ojos cerrados, soñando con algo que tal vez ya ni aplica.

Tener sueños vs que los sueños se cumplan en ti

¿Significa esto que debemos tirar nuestros sueños a la basura? Para nada. No hay nada malo en tener sueños y atesorarlos, incluso si parecen lejanos. Los sueños nos motivan, nos guían y nos recuerdan lo que valoramos. Cumplirlos es una sensación inigualable.

Pero hay una gran diferencia entre tener sueños y dejar que nos controlen. Entre mantenerlos vivos y cerrarnos a todo lo demás que no sea nuestro “gran sueño”. Nuestras vidas y carreras serían mucho mejores si hiciéramos más de lo primero y menos de lo segundo. Las aventuras más emocionantes y menos esperadas suelen surgir cuando no nos dejamos limitar por lo que alguna vez imaginamos.

Tal vez esa oportunidad que aceptamos al azar no lleva a nada. O tal vez descubrimos que somos buenísimos en eso. Tal vez nos hace realmente felices. Tal vez termina superando nuestros sueños más locos. Tal vez se convierte en nuestro nuevo sueño. Solo que esta vez, a diferencia de las fantasías infantiles, tendremos una idea real de lo que implica, de lo que exige de nosotros y de si estamos dispuestos a hacerlo. Y eso hace mucho más probable que se convierta en realidad… y, literalmente, en un sueño hecho realidad.

Author

  • Bonnie Hammer

    es vicepresidenta de NBCUniversal, donde ha dedicado décadas a transformar cada faceta del negocio televisivo. Bajo su liderazgo, el grupo de cable y los estudios de la compañía alcanzaron ganancias récord, obtuvieron 167 nominaciones al Emmy y lanzaron series de éxito como Suits, Psych, The Sinner, Battlestar Galactica, Mr. Robot y cientos más.

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    es vicepresidenta de NBCUniversal, donde ha dedicado décadas a transformar cada faceta del negocio televisivo. Bajo su liderazgo, el grupo de cable y los estudios de la compañía alcanzaron ganancias récord, obtuvieron 167 nominaciones al Emmy y lanzaron series de éxito como Suits, Psych, The Sinner, Battlestar Galactica, Mr. Robot y cientos más.

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Sobre el autor

es vicepresidenta de NBCUniversal, donde ha dedicado décadas a transformar cada faceta del negocio televisivo. Bajo su liderazgo, el grupo de cable y los estudios de la compañía alcanzaron ganancias récord, obtuvieron 167 nominaciones al Emmy y lanzaron series de éxito como Suits, Psych, The Sinner, Battlestar Galactica, Mr. Robot y cientos más.

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