
Ni los animales más imponentes, como los elefantes, leones y tigres de bengala están a salvo de la violencia del narcotráfico en Sinaloa, donde la guerra entre cárteles obligaron a evacuar a casi 700 animales de un santuario para protegerlos.
El santuario Ostok, ubicado cerca de Culiacán, Sinaloa, se convirtió en escenario de una historia digna de la Biblia. Pero en lugar de un diluvio, lo que amenaza a estos animales es la inseguridad y la violencia que desde septiembre sacuden la vida en el estado.
La gente encargada del refugio vivió momentos de miedo constante. No podían ni alimentar a los animales, cocodrilos, cebras, aves exóticas y otros, estaban desprotegidos. Ante esta situación, la única opción fue cerrar y salir corriendo.
“Esta caravana de animales es como un Arca de Noé en pleno siglo XXI, pero ahora no huyen del agua, sino del miedo y la inseguridad“, dice Ernesto Zazueta, director de Ostok, justo antes de comenzar el traslado.

Cuando la evacuación se convierte en un acto de resistencia
Los animales más peligrosos, como los leones y tigres, fueron sedados para meterlos seguros en jaulas y emprender un viaje de 220 kilómetros hasta Mazatlán, destino que, aunque turístico, será ahora su nuevo hogar en el bioparque El Encanto. “Ahí vivirán en mejores condiciones”, dice Zazueta.
Mover a los elefantes fue todo un reto: usaron dos enormes contenedores y una grúa para subirlos a los tráileres. Lo que vivieron los encargados de Ostok no fue nada sencillo. Durante meses, enfrentaron amenazas, extorsiones, robo de vehículos y equipo, además de bloqueos y balaceras que se volvieron parte de la rutina en Culiacán.
“La violencia nos impedía alimentar a los animales. Para cumplir con su dieta, que incluye una tonelada de carne cada tres días y cientos de kilos de alfalfa y forraje, teníamos que lidiar con bloqueos y la imposibilidad de que los proveedores llegaran”, explicó Zazueta.
Esta evacuación es también un acto de resistencia. Desde que estalló el conflicto entre los cárteles, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) incautó al menos 14 felinos que los criminales usaban como mascotas, un símbolo de estatus para ellos. Muchos de estos animales llegaron a Ostok, aunque aún permanecen bajo resguardo oficial, sin mudarse a Mazatlán.

Los animales más feroces también son vulnerables
En mayo, la Profepa clausuró el zoológico de Culiacán tras incautar 119 animales por falta de cuidados o documentación. Durante la inspección, un león africano murió por cáncer, una muestra del abandono y la situación crítica que enfrentan los animales en la región.
Para Zazueta, esta evacuación duele pero es también un llamado de atención: “Si los animales ya no pueden vivir en Culiacán, ¿quién puede hacerlo?”.
La guerra entre cárteles dejó más de 1,200 muertos y 1,400 desaparecidos, afectando a toda la comunidad y no es casualidad que esto también afecte a los animales.
Este traslado masivo es más que un cambio de lugar; es un símbolo de la crisis profunda que enfrenta Sinaloa y un recordatorio urgente sobre la necesidad de reconstruir la paz, para las personas y para todo ser vivo atrapado en medio del conflicto.