
En plena era de crisis climática, una expedición científica noruega está revolucionando la forma en que estudiamos a los osos polares en el Ártico. En abril, un equipo de expertos realizó las primeras biopsias de tejidos grasos de estos gigantes blancos en Svalbard para evaluar cómo los contaminantes están afectando su salud. Y no, no es un documental más, sino ciencia de alto nivel, con un toque de aventura.
Desde un helicóptero, el veterinario Rolf Arne Olden dispara con un rifle de aire comprimido un dardo anestésico para paralizar a un oso que corre desesperado sobre el hielo, alarmado por el ruido. Ya en tierra, los científicos aprovechan el breve letargo del animal para tomar pequeñas muestras de tejido graso y sangre, fundamentales para entender qué pasa por dentro de estos animales.

“La idea es replicar en el laboratorio cómo viven los osos en la naturaleza”, explica Laura Pirard, toxicóloga belga que desarrolló este innovador método. Cortan el tejido en finísimas rebanadas y lo exponen a contaminantes y hormonas del estrés para estudiar su efecto real. Las muestras se mantienen vivas en el barco de la expedición durante algunos días, antes de congelarlas y analizarlas en tierra firme.
Además de las biopsias, los científicos colocan collares electrónicos a las hembras, únicos aptos para llevar estos dispositivos por la forma de su cuello. Estos collares, junto con pequeños “registros de salud” instalados desde el año pasado, monitorean pulso, temperatura y movimientos GPS para armar un mapa vivo de sus hábitos.

Así se adaptan los osos polares al derretimiento del Ártico
El Instituto Polar Noruego lleva 40 años al frente de esta investigación en Svalbard, y este año un equipo de ocho expertos se embarcó en el rompehielos Kronprins Haakon para capturar y estudiar 53 osos, incluyendo hembras con crías. Pese a que la caza de osos polares fue prohibida en 1976, el cambio climático los sigue amenazando de manera brutal.
El Ártico se calienta cuatro veces más rápido que el resto del planeta desde 1979, y esto afecta directamente al hielo marino, hogar natural de los osos. Jon Aars, jefe de la misión, señala que estos animales están cambiando su dieta: cada vez consumen más alimentos terrestres, como renos, huevos e incluso hierba (que no les da energía, pero es lo que encuentran).
Con menos hielo disponible, pasan más tiempo en tierra que hace años.
Curiosamente, la población de osos polares en Svalbard ha aumentado ligeramente en la última década, pero eso no significa que estén fuera de peligro. Estos estudios, que combinan tecnología de punta y trabajo de campo extremo, son clave para entender cómo proteger a una especie que enfrenta la amenaza más grande que es el derretimiento de su mundo blanco.
Si una especie tan resiliente está luchando por sobrevivir, el mensaje es claro: el equilibrio del planeta está en riesgo.