
El Aeropuerto Van Nuys en Los Ángeles es uno de los centros de aviación general más activos del país, como bien pueden atestiguar los residentes cercanos. Quienes viven cerca afirman que escuchan un rugido “incesante” de aviones sobrevolando la zona, aunque ninguno de esos vuelos es comercial. En cambio, Van Nuys atiende viajes aéreos de jets privados y es donde celebridades como Kim Kardashian y Elon Musk guardan sus jets.
Van Nuys también es el tercer aeropuerto privado más contaminante del mundo, según un nuevo estudio del Consejo Internacional de Transporte Limpio (ICCT, por sus siglas en inglés). Y es solo un ejemplo del crecimiento del uso de jets privados, especialmente en Estados Unidos. De los 20 aeropuertos con mayor uso de jets privados, 18 se encuentran en Estados Unidos, entre ellos Van Nuys, el Aeropuerto Internacional de Palm Beach y el Aeropuerto de Teterboro en Nueva Jersey, ubicado a solo 19 kilómetros de Midtown Manhattan. Los otros dos principales aeropuertos de jets privados están en Francia.

Los jets privados tienen una enorme huella de carbono. Un jet privado típico emite la misma cantidad de gases de efecto invernadero al año que 177 automóviles. Y el uso de estos aviones ha ido en aumento. El ICCT estima que los jets privados generaron hasta 19.5 millones de toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero en 2023, un aumento de 25% respecto a la década anterior. Esto es el equivalente a conducir casi 80,000 millones de kilómetros en un coche promedio a gasolina.
La aviación representa en promedio 2.5% de las emisiones globales, pero la forma en que se vuela puede cambiar radicalmente la huella de carbono individual. En un vuelo comercial, un asiento en clase ejecutiva puede ser responsable de hasta cinco veces más emisiones de CO₂ que un asiento en clase turista. Eso significa que quienes vuelan en jets privados, que suelen tener entre seis y 19 asientos, son responsables de una proporción aún mayor de emisiones.

El uso de jets privados representa aproximadamente 2% de las emisiones de la aviación mundial. En 2023, todos los vuelos en jets privados emitieron colectivamente más gases de efecto invernadero que todos los vuelos que despegaron del Aeropuerto de Heathrow en Londres, el más transitado de Europa.
Estos vuelos suelen ser trayectos cortos: menos de 900 kilómetros y de menos de dos horas de duración. Los vuelos de corta distancia generan una cantidad desproporcionadamente alta de emisiones, representando alrededor de un tercio de la huella total de carbono de la aviación.

Y la mayoría de los vuelos privados ocurren, o al menos comienzan, en Estados Unidos. Dos tercios de todos los vuelos en jets privados en el mundo despegaron de aeropuertos estadounidenses en 2023, generando 55% de las emisiones globales de este tipo de aeronaves. El uso de jets privados en Estados Unidos ha sido noticia en varias ocasiones, como cuando se rastrearon los vuelos personales de Taylor Swift, o cuando se supo que el CEO de Starbucks, Brian Niccol, usaría un jet ejecutivo (una variante de jet privado) para viajar entre su casa en Newport Beach, California, y las oficinas centrales de la compañía en Seattle.
Estados Unidos tiene tal abundancia de jets privados que Florida y Texas juntos generaron más vuelos privados y emisiones que toda la Unión Europea.
Para frenar este uso, algunos legisladores han propuesto gravar las emisiones o el combustible de los jets privados. En 2023, el Congreso presentó una legislación para aumentar los impuestos sobre el combustible de jets privados, de 0.22 a 1.95 dólares por galón, lo que equivale a 200 dólares por tonelada métrica de CO₂ emitida. Aunque esa propuesta no ganó mucho impulso, ha sido recientemente reintroducida.
Según el informe del ICCT, este impuesto podría generar 3,000 millones de dólares anuales para financiar esfuerzos de descarbonización. “Dado el lento ritmo del progreso tecnológico”, declaró Dan Rutherford, director senior de investigación del ICCT, “es razonable cobrar más a los viajeros ultrarricos por su contaminación”.