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Deja de intentar “sentirte seguro” en el trabajo

La confianza no es un sentimiento, es un comportamiento. Aquí te explicamos cómo desarrollarla desde afuera hacia adentro.

Deja de intentar “sentirte seguro” en el trabajo [Foto: Unsplash]

Cuando los profesionales me dicen que quieren tener más confianza en el trabajo, suelo darles una respuesta que los toma desprevenidos. “No tengo ningún interés en ayudarte a sentirte seguro”, les digo. “Ninguno en absoluto”.

Eso suele captar su atención. Sobre todo porque, como coach de directores ejecutivos, candidatos presidenciales y profesionales de diversos sectores, he visto qué es lo que realmente genera confianza, y no se trata de esperar a que llegue la sensación adecuada. La confianza es un comportamiento. Es algo que se puede hacer.

Si alguna vez has salido de una reunión y pensado: “Sabía lo que quería decir, pero no lo dije bien”, este cambio podría ser la clave de tu crecimiento. No necesitas sentirte seguro para parecerlo. Y si aprendes a hacer esto último, lo primero suele venir después.

La verdadera razón por la que decir “no te pongas nervioso” nunca funciona

En casi todas las relaciones de coaching, llega un momento al principio en el que alguien me cuenta un fracaso pasado: una entrevista, una presentación, una mesa redonda donde se quedó paralizado o divagó. Dice algo como: “Simplemente no tenía confianza” y asume que la solución es corregir cómo se sentía.

Pero eso es un error. Intentar mejorar tu rendimiento al fijarte en tus sentimientos con autocríticas ineficaces como “no te pongas nervioso” o “no pienses en tu síndrome del impostor” es un ejemplo clásico de supresión de pensamientos: el equivalente mental a decirte a ti mismo: “no pienses en un elefante rosa”. Lo haces. Siempre. Así funciona el cerebro.

Cuanto más intentas reprimir la ansiedad o la incomodidad, más fuertes tienden a ser esos sentimientos. No es tu culpa. Es neurociencia. Pero es tu responsabilidad abordar la comunicación de manera diferente si quieres obtener resultados diferentes.

No necesitas confianza interior, necesitas herramientas externas

Les cuento sobre Jim. Jim era un ejecutivo de marketing de nivel medio con grandes ideas y una pésima presentación. Murmuraba, se apresuraba y desviaba la mirada cada vez que llegaba un momento crucial en su trabajo. Su equipo lo adoraba, pero no podían ponerlo frente a los clientes. Lo descartaron para puestos de liderazgo porque su presencia física y vocal gritaba: “No encajo aquí”.

Jim no necesitaba terapia. No necesitaba una nueva personalidad. Necesitaba herramientas. Una de ellas era un corcho de vino. Sí, un corcho.

Jim empezó a practicar sus mensajes clave con un corcho entre los dientes; la dificultad del corcho le obligaba a esforzarse más para articular. Tenía que abrir la boca, respirar más y mover los labios con intención. No tardó mucho en entender algo: ya no le preocupaba sonar seguro. Sonaba seguro.

¿Y qué más importante? Su equipo de trabajo lo notó. Su jefe también. Jim fue ascendido.

¿Qué hacer en lugar de “intentar tener confianza”?

Aquí hay tres herramientas de mi libro Don’t Say ‘Um’ que cualquiera puede usar para desarrollar confianza en la comunicación físicamente, no emocionalmente. La primera herramienta —la misma que aprendió Jim— es una herramienta de eficacia comprobada que se remonta a miles de años; las demás las inventé con mi trabajo con ejecutivos en situaciones de comunicación cruciales durante las últimas dos décadas. 

  1. El taladro de corcho

Toma un trocito de corcho de vino —o un lápiz, la punta de un dedo o un caramelo blando— y colócalo suavemente entre tus dientes, justo al lado de los incisivos. Usa este objeto como apoyo y lee en voz alta un párrafo o practica un tono corto. Oblígate a enunciar con la expresividad necesaria para pronunciar cada sílaba. Luego, retira el apoyo y nota cómo tu voz suena mucho más clara y resonante.

  1. El taladro de Lego

Este ejercicio se centra en desarrollar tu tolerancia al silencio, un comportamiento clave para transmitir confianza. Toma algunos bloques de Lego y colócalos en tu escritorio. Toma uno y, mientras lo sostienes, expresa una idea completa. Al terminarla, deja el bloque en silencio. Solo después de que el bloque encaje en su lugar, podrás tomar el siguiente y expresar tu siguiente idea.

Este sencillo ritual táctil te obliga a hacer una pausa, respirar y reconectar con tus pensamientos. Te enseña a bajar el ritmo y a sentirte cómodo con el silencio deliberado que los oradores influyentes saben manejar. Porque cuando dejas de llenar cada espacio con “mmm” o divagaciones nerviosas, tienes tiempo para evaluar lo que quieres decir y lo que tu público necesita escuchar. 

  1. Narración silenciosa

Una de las maneras más rápidas de liberar los gestos es contar una historia con el cuerpo, sin decir una palabra. Intenta explicar cómo preparas el café por la mañana, cómo es tu viaje al trabajo o qué te pasó ayer en el trabajo, pero hazlo sin emitir ningún sonido. Articula las palabras, permite expresiones faciales y mueve las manos tan expresivamente como sea necesario para comunicar tus ideas, pero hazlo en silencio. Imagina esto como si estuvieras en silencio en la televisión. 

Notarás que tus manos y tu rostro se mueven con naturalidad y describen forma, movimiento, secuencia o escala. Eso es narración silenciosa. Evita la timidez y entrena el cuerpo para expresarse con claridad, sin pensar demasiado. Cuando vuelvas a hablar, tus gestos se sentirán más conectados, menos rígidos y más expresivos, no porque los hayas “hecho bien”, sino porque te has desviado de su camino.

La confianza no es un requisito previo para una buena comunicación. A menudo es el resultado. Así que deja de intentar sentirte seguro. Y empieza a hacer lo que hacen los comunicadores cuando se sienten seguros.

Author

  • Michael Chad Hoeppner

    Michael Chad Hoeppner es un experto en comunicación, director ejecutivo de GK Training y profesor adjunto en la Columbia Business School. Como coach de oratoria, entre sus clientes se encuentran Andrew Yang, Swiss Re, Xerox, The Boston Consulting Group, Pfizer, la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia, la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York, Macy's, el presidente de las Olimpiadas Especiales, Tim Shriver, entre otros. Su experiencia abarca todos los aspectos de la comunicación: oratoria, desarrollo empresarial, presencia ejecutiva, agilidad interpersonal, habilidades de correo electrónico y redacción de discursos.

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    Michael Chad Hoeppner es un experto en comunicación, director ejecutivo de GK Training y profesor adjunto en la Columbia Business School. Como coach de oratoria, entre sus clientes se encuentran Andrew Yang, Swiss Re, Xerox, The Boston Consulting Group, Pfizer, la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia, la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York, Macy's, el presidente de las Olimpiadas Especiales, Tim Shriver, entre otros. Su experiencia abarca todos los aspectos de la comunicación: oratoria, desarrollo empresarial, presencia ejecutiva, agilidad interpersonal, habilidades de correo electrónico y redacción de discursos.

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Sobre el autor

Michael Chad Hoeppner es un experto en comunicación, director ejecutivo de GK Training y profesor adjunto en la Columbia Business School. Como coach de oratoria, entre sus clientes se encuentran Andrew Yang, Swiss Re, Xerox, The Boston Consulting Group, Pfizer, la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia, la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York, Macy's, el presidente de las Olimpiadas Especiales, Tim Shriver, entre otros. Su experiencia abarca todos los aspectos de la comunicación: oratoria, desarrollo empresarial, presencia ejecutiva, agilidad interpersonal, habilidades de correo electrónico y redacción de discursos.

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