
Los líderes más exitosos no tienen todas las respuestas. Son quienes formulan las mejores preguntas y tienen curiosidad. Sin embargo, muchos líderes se estancan en lo que llamo “zonas de certeza”.
Es entonces cuando la confianza en sus propias perspectivas puede cegarlos ante las perspectivas de los demás. Pero hay una manera de que se abran a nuevas perspectivas. Por eso, desarrollé un marco llamado la “Curva de la Curiosidad”, que traza un recorrido desde la autocomplacencia (“¡No los soporto!”) y pasa por la tolerancia (“Creo que están equivocados, pero los escucharé”), hasta adquirir mayor curiosidad. El marco se inspira en el trabajo de una organización llamada Braver Angels, que se centra en superar las divisiones partidistas. Su modelo original describía “la transformación emocional e intelectual de la despolarización”.
Avanzar en la “curva de la curiosidad” no solo es útil, sino que se considera una ventaja competitiva. Los líderes curiosos toman mejores decisiones, crean relaciones más sólidas y fomentan culturas más innovadoras. Pero, ¿cómo pasamos de pensar “están equivocados” a “realmente quiero entender sus puntos de vista”?
A continuación se presentan cuatro vías prácticas que los líderes pueden utilizar para aumentar su curiosidad:
1. Imagina un camino hacia la curiosidad
Para incrementar tu imaginación, utiliza la curiosidad: preguntas estratégicas que interrumpen nuestra certeza. Hazte las siguientes preguntas:
- “¿De qué me pierdo?”
- “¿Qué desafíos podría enfrentar?”
- “¿Qué impacto podría tener en otras personas?”
Estas preguntas despiertan la imaginación y nos ayudan a pasar de la incertidumbre a la curiosidad. Reconocer lo que desconocemos nos hace humildes y abre la puerta a nuevas perspectivas.
Cuando Satya Nadella asumió el cargo de CEO de Microsoft, la compañía era insular y hostil al software de código abierto. En su libro, Hit Refresh: The Quest to Rediscover Microsoft’s Soul and Imagine a Better Future for Everyone, se preguntó: “¿Y si nos equivocamos al considerar que Linux es el enemigo?”. Esta pregunta catalizó una transformación: Microsoft adoptó el código abierto, estableció nuevas alianzas y triplicó su valor de mercado.
Empieza por enumerar 10 cosas que no sabes sobre una persona, un problema o una situación desafiante. No busques respuestas, solo identifica las preguntas que no te has hecho.
2. Empatiza hasta despertar la curiosidad
Esta vía aprovecha la inteligencia emocional para conectar con la humanidad de otra persona. Si bien no podemos comprender plenamente la perspectiva de otra persona, reflexionar sobre experiencias humanas compartidas nos permite reflexionar sobre su perspectiva única.
Esto transforma nuestra postura de “Están equivocados o son malos” a “Quiero entender”. Cuando actuamos con compasión, la actitud defensiva desaparece y surge la apertura.
En su autobiografía Mi vida completa: Trabajo, familia y nuestro futuro, la exdirectora ejecutiva de PepsiCo, Indra Nooyi, relató que escribió cartas a los padres de sus altos ejecutivos para agradecerles el “regalo” de sus hijos. Este acto surgió de una reflexión sobre cómo se siente ser padre al ver a su hijo trabajar largas jornadas. Esa empatía despertó su curiosidad por la vida familiar de sus líderes, lo que llevó a conversaciones más reflexivas y a mejorar su bienestar y rendimiento.
Para desarrollar una mayor empatía, cierra los ojos e imagina que estás en el lugar de alguien que te frustra. ¿Qué carga? Escribe una nota que nunca enviarás y comienza con “Me imagino que debe ser difícil…”. Deja que la empatía genere espacio para la curiosidad.
3. Experimenta hasta poner en práctica esa curiosidad
A veces, es el comportamiento lo que cambia la mentalidad. Incluso si nos sentimos escépticos, al actuar con curiosidad —hacer preguntas que aclaren las dudas o invitar a compartir historias— creamos las condiciones para que nuestra verdadera curiosidad pueda florecer.
Esto funciona porque las preguntas auténticas conducen a una comprensión más profunda. Al recibir respuestas reflexivas, nos damos cuenta de cuánto nos perdemos en el camino. Pero no hagas preguntas retóricas ni capciosas. Pregunta lo que realmente no sabes.
Como se relata en Ford Motor Company: El mayor cambio en la historia de Estados Unidos, el exdirector ejecutivo de Ford, Alan Mulally, introdujo reuniones semanales donde los ejecutivos debían informar sobre los problemas.
Al principio, afirmaban que todo estaba en orden, a pesar de que la empresa estaba en crisis. En lugar de acusar a alguien, Mulally preguntaba constantemente: “¿Qué obstáculos enfrentan?” y “¿Qué les ayudaría a tener éxito?”. Cuando un líder finalmente admitió un problema, Mulally elogió su honestidad. Esto transformó la cultura de Ford del miedo a la resolución colaborativa de problemas.
La próxima vez que estés seguro de tener razón, haz tres preguntas basadas en la historia y el contexto. “¿Cuál fue tu experiencia con…? ¿Cómo llegaste a verlo así? ¿Puedes contarme alguna vez en qué…?”. Y una vez que hayan respondido, tómate el tiempo para escuchar. Resiste la tentación de interrumpir.
4. Sigue tu camino en esta actitud de curiosidad
A veces necesitamos ayuda para ver lo que no podemos ver. Este camino implica contar con la ayuda de otros —amigos, mentores, incluso la IA— para que nos ayuden a identificar puntos ciegos y a plantearnos preguntas que no se nos ocurriría plantearnos.
La diversidad de puntos de vista acelera el progreso en “la curva de la curiosidad”. La observación de un compañero de confianza o la pregunta desafiante de un mentor pueden llevarnos de la certeza a la comprensión en instantes.
Cuando Mary Barra asumió la dirección ejecutiva de GM durante la crisis del interruptor de encendido, convocó a asesores, incluidos críticos, para plantear preguntas difíciles. Uno de ellos planteó: “¿Y si el verdadero problema está en cómo fluye la información dentro de la empresa?”. Ese replanteamiento condujo a una modernización de los sistemas de seguridad de GM y marcó el comienzo de una cultura de transparencia.
Para abrirte a diversos puntos de vista, envía un mensaje a tres personas de confianza. “Estoy superando el desafío de… [breve descripción]. ¿Qué preguntas debería hacerme y cuáles debería soltar?”. Elige las dos que te incomoden más. Ahí es donde probablemente se encuentra tu mayor crecimiento.
Elige tu camino
La curiosidad es una elección y no hay un único camino que se adapte a cada persona o momento. Un líder orientado a los datos puede gravitar hacia la imaginación o la experimentación. Un líder que prioriza a las personas puede encontrar la empatía como algo natural. La clave está en la flexibilidad. Cuantas más herramientas se practiquen, más fácil será acceder a la curiosidad cuando la necesitas.
En definitiva, la mejor manera de dominar la curiosidad es vivirla. Rodéate de personas con perspectivas diversas. Lee mucho. Visita lugares que desafíen tu visión del mundo. Y baja el ritmo, la curiosidad necesita respiro.
Intenta ver la vida como un gran experimento, donde cada conversación es una oportunidad para descubrir algo inesperado. Cuando la curiosidad se convierte no solo en una táctica de liderazgo, sino en una manera de ser, tu camino por la “curva de la curiosidad” se convertirá en algo natural.