Tengo tatuajes. Varios. Algunos con mucho significado para mí, algunos que me hice sin pensar y salieron mal. Durante años pensé que por tener tinta en mi piel no podía donar sangre, células madre, órganos, ni salvar una vida. Nunca lo confirmé y lo di por hecho, pero me equivoqué.
Resulta que tener tatuajes no te excluye de ser donador de células madre, y tampoco debería impedirte pensar en salvar la vida de alguien más.
En el marco del Día Internacional del Tatuaje, NMDP México —una organización sin fines de lucro que facilita trasplantes de células madre— lo dejó claro: los tatuajes no son un impedimento. Lo que sí importa es el contexto en el que te hiciste el tatuaje y que haya pasado el tiempo suficiente para descartar cualquier riesgo de infección.
“La frase ‘no puedo ser donador si tengo tatuajes’ es uno de los mitos más comunes… pero es impreciso. Si la persona está sana y cumple con los criterios médicos y de edad, puede registrarse como potencial donador sin problema”, explica la Dra. en hematología Nishalle Ramírez en una conferencia en el estudio de tatuajes SoyFeliz.
Lo que se busca, más que evitar tatuajes, es asegurarse de que no haya una infección en curso. De ahí que se apliquen estudios médicos rigurosos antes de la donación, incluyendo pruebas de hepatitis B, C, VIH, sífilis, chagas, brucelosis, y más, como lo marca la norma oficial mexicana.
“El hecho de que tengas un tatuaje, lo único que te piden es el tiempo adecuado para ver si lograste incubar alguna enfermedad o un virus que pueda dañar tu sangre”, se explicó durante la sesión informativa.
¿Qué implica donar células madre?
En realidad, el procedimiento es mucho más sencillo de lo que muchos imaginamos. El más común —usado en el 90% de los casos— no requiere cirugía. Es un proceso ambulatorio, rápido y bastante seguro:
“Se conectan como si fuera un suero a una máquina… Algunas personas sienten hormigueo o algo de cansancio, pero los donadores se pueden reincorporar a sus actividades al terminar. Es muy poco invasivo, toma poco tiempo y se hace en un ambiente controlado”.
Existe otra vía más directa, donde se extrae médula ósea usando anestesia y una aguja en la parte posterior de la cadera. Tampoco es una cirugía mayor, y el donador se queda en observación solo una noche.
Ambos procedimientos son seguros, incluso para personas con enfermedades crónicas controladas. En ciertos casos, se evalúa la compatibilidad del medicamento y su vida media, como con la insulina. Pero no hay que asumir que tener diabetes tipo 2, presión alta o usar metformina te descarta.
¿Y qué tiene que ver NMDP México con todo esto?
Mucho. NMDP México lleva años conectando a pacientes con donadores compatibles, tanto en México como en otros países. Y sí, incluso tus células podrían salvar a alguien que vive al otro lado del mundo.
Desde su llegada al país hace ocho años, se han realizado más de 360 recolecciones exitosas, muchas entre donadores y pacientes mexicanos. Esto es clave, no solo por cercanía, sino por compatibilidad genética y menor costo logístico.
“Hoy tenemos una red de trasplantes en 23 hospitales del país, públicos y privados. Trabajamos con profesionales de la salud para democratizar el acceso y facilitar el proceso”.
Registrarse como donador es gratuito. Los gastos derivados de la colecta —traslados, hospedaje, estudios— son cubiertos por la organización, gracias a voluntarios y benefactores. El donador lo único que ofrece es su tiempo, sus células y una esperanza real.
¿Y cómo te registras para ser donador de células madre?
De manera sencilla: a través de nmdpmexico.org Se hace un tallado bucal, que tarda menos de un minuto. Luego se llena un cuestionario detallado sobre tu salud, antecedentes y disposición. Se te pregunta más de una vez si estás seguro de querer donar. No por insistencia, sino por respeto.
“Lo que buscamos es generar conciencia sobre el compromiso que implica. Es una decisión voluntaria, pero profunda”, se explicó durante la sesión.
Y para que no te sientas perdido, NMDP México te acompaña durante todo el proceso, desde el registro hasta una posible colecta. Incluso hay casos en que donador y paciente se conocen después de un proceso legal, si ambos lo desean. Son encuentros emocionalmente intensos.
¿Por qué esta información importa tanto?
Porque el miedo, la desinformación o el juicio social suelen meter ruido en los momentos donde más claridad se necesita.
“Muchas personas quieren donar, pero si su entorno los orilla a la incertidumbre, terminan diciendo que no. Aunque en el fondo quieren ayudar”.
Por eso es clave hablar del tema, compartirlo en redes, en familia, en la sobremesa. Desde NMDP México ya se trabaja con escuelas y universidades para acercar esta información desde una edad temprana. Pero todavía hace falta que la conversación suceda más allá de los espacios médicos.
Y sí, el tatuaje también entra en esa conversación. Porque durante mucho tiempo se asumió que tener tinta era motivo de exclusión, cuando en realidad, puede ser el reflejo de una historia personal, de una pérdida, de una lucha, de una promesa.
“Lo bonito de un tatuaje es que te ayuda a contar tu historia. Es como si tú te hicieras un mapa a ti mismo”. Y ese mapa también puede incluir haber salvado una vida.
Latinoamericanista de la Universidad Nacional Autónoma de México, especializado en cine y literatura. Quería ser escritor y se volvió periodista y marketero. Amante de la cultura pop y la era digital. Ha trabajado dirigiendo equipos editoriales y creativos en medios mexicanos como Televisa y Milenio Diario, además de Univision para Estados Unidos. Ahora es Editor de Estrategia en Fast Company México.
Latinoamericanista de la Universidad Nacional Autónoma de México, especializado en cine y literatura. Quería ser escritor y se volvió periodista y marketero. Amante de la cultura pop y la era digital. Ha trabajado dirigiendo equipos editoriales y creativos en medios mexicanos como Televisa y Milenio Diario, además de Univision para Estados Unidos. Ahora es Editor de Estrategia en Fast Company México.
José Luis Noriega Latinoamericanista de la Universidad Nacional Autónoma de México, especializado en cine y literatura. Quería ser escritor y se volvió periodista y marketero. Amante de la cultura pop y la era digital. Ha trabajado dirigiendo equipos editoriales y creativos en medios mexicanos como Televisa y Milenio Diario, además de Univision para Estados Unidos. Ahora es Editor de Estrategia en Fast Company México.