
Si sientes que tu jefe tiene favoritismos y algunos de tus compañeros reciben un trato especial, no estás solo.
Según una encuesta reciente realizada por Resume Now a 1,000 trabajadores estadounidenses, 70% dice haber visto a líderes tener favoritos, mientras que 43% dice haber presenciado el favoritismo en ascensos, aumentos o reconocimiento.
Casi una cuarta parte también cree que el liderazgo está protegiendo a un “trabajador tóxico de alto rendimiento” a costa de los demás.
“Nuestra encuesta reveló que el favoritismo definitivamente está sucediendo y probablemente sucede con más frecuencia de lo que muchas empresas quisieran admitir”, dice el experto en carreras profesionales de Resume Now, Keith Spencer, aunque señala que en la mayoría de los casos cree que los gerentes no muestran un trato preferencial a propósito.
“Creo que la frase ‘asumir el error, no la malicia’ aplica”, dice. “Mucho de esto podría deberse a sesgos inconscientes; no se dan cuenta de que están favoreciendo a otros al dar más margen o apoyo a personas que tal vez les recuerdan más a sí mismos”.
Intencional o no, en los lugares de trabajo donde los empleados sienten que no pertenecen o que su voz no cuenta, los conflictos y problemas son mucho más probables.
“Debería ser preocupante para las empresas enterarse de que sus gerentes podrían favorecer a sus empleados, generando desconfianza y quizá resentimiento”, afirma Spencer. “Todo esto puede afectar negativamente la moral, el compromiso e incluso la retención, por lo que tener favoritismos, intencionalmente o no, tiene consecuencias de gran alcance”.
Quienes se encuentran en un lugar de trabajo donde otros disfrutan de un trato preferencial no están indefensos. Esto es lo que los expertos recomiendan cuando tu jefe tiene preferencias, así puedes manejarlo.
Relájate tantito
Sentir que no recibes el reconocimiento que mereces puede ser frustrante, especialmente cuando los elogios recaen sobre los menos merecedores, pero en esos momentos es importante no perder la calma.
“Existe un torbellino de emociones que las personas sienten en esa situación y que puede llevar a comportamientos más autodestructivos que beneficiosos”, afirma Dina Smith, coach ejecutiva, asesora estratégica y autora de Emotionally Charged: How to Lead in the New World of Work. “Mi consejo para alguien que siente que no es el favorito de su jefe es que intente gestionar esas emociones, reducir su intensidad y no tomárselo como algo personal”.
Smith agregó que, aunque sentir que te ignoran o te subestiman es desagradable, entablar una confrontación acalorada no resolverá nada.
En lugar de cerrarte, busca más contacto con tu jefe
Quienes sienten que otros reciben un trato preferencial y que a ellos los ignoran en las oportunidades suelen querer aislarse mentalmente, pero Smith recomienda hacer justo lo contrario.
Si se sienten menos favorecidos, se vuelven menos proactivos con su jefe. Pero lo importante es ser más proactivos, para asegurar que tengan plena visibilidad de todo lo que haces, porque normalmente no la tienen, dice.
Smith explica que los gerentes a menudo muestran un trato preferencial hacia aquellos que ven que se esfuerzan más, pero a menudo pasan por alto el esfuerzo que se está haciendo.
“He visto a muchas personas de alto rendimiento eludir la responsabilidad de sus logros o caer en la trampa de creer que el buen trabajo habla por sí solo”, dice. “Eso es pensamiento mágico”.
Si sientes que no recibes el reconocimiento que mereces, pregúntate si se debe al favoritismo o a que no tienes suficiente visibilidad.
Cuestiona tus propias suposiciones
Si bien los datos de Resume Now sugieren que una proporción significativa de trabajadores que enfrentan regularmente problemas de favoritismo, Justin Hale se pregunta si es la realidad o simplemente su percepción.
“No creo que [el favoritismo en el trabajo] sea tan alto”, afirma el autor y diseñador de cursos de Crucial Learning. “He trabajado con miles de personas, y sin duda ocurre a veces, pero no creo que sea tan frecuente como dicen”.
Hale sugiere que es más fácil protestar que mirar hacia dentro, lo que lleva a muchos a ver favoritismo donde no existe.
“A veces simplemente no somos la persona indicada para el puesto. Pero la mayoría de nosotros buscamos una explicación que vaya más allá de admitir que ‘no hice mi mejor esfuerzo’, ‘no estaba lo suficientemente preparado’ o ‘había alguien mejor’. Preferimos culpar a alguien más; queremos encontrar a quién responsabilizar”, dice.
Antes de asumir lo peor sobre nuestros jefes, Hale recomienda que, si sientes que te dejaron fuera, te preguntes honestamente si realmente lo merecías, si hubo favoritismo y qué puedes hacer para que la próxima vez no haya duda de que eres la mejor opción.
Cuándo es momento de tener una conversación difícil
Si ya le diste a tu jefe el beneficio de la duda, usaste el favoritismo percibido como motivación para mejorar tu desempeño, fijaste metas claras y medibles para demostrar tu esfuerzo y aun así sientes que vives a la sombra de alguien más, entonces es momento de tener una conversación difícil.
Según Hale, este tipo de pláticas son esenciales para construir un ambiente laboral sano.
“Si no tienes esa conversación, vas a terminar simulándola”, explica. “Y si no eres honesto con tu jefe sobre lo que te preocupa, te lo vas a guardar, va a crecer el resentimiento y hasta podrías contagiarlo a otros, solo para sentirte validado”.
Eso sí, las conversaciones difíciles hay que manejarlas con mucha cautela. Los jefes suelen ponerse a la defensiva cuando se sienten acusados. “No se trata de ser brutalmente honesto si eso va a dañar la relación”, advierte Hale.
En cambio, sugiere comenzar por expresar qué resultado positivo se espera de la charla —como lograr que todo el equipo se sienta valorado—. Luego, es importante dejar claros tus objetivos y presentar hechos concretos que respalden tu percepción.
“Después, recomiendo describir tu preocupación desde tu punto de vista”, dice Hale. “Y puedes preguntar: ‘Así es como yo lo veo, ¿cómo lo percibes tú?’. Eso puede abrir la puerta al diálogo”.
Durante estas pláticas, Hale aconseja mantener la calma, evitar los reproches y enfocarse en construir un mejor futuro, en lugar de desahogarse por lo que ya pasó.
“Cuando alguien inicia una conversación difícil con esta fórmula —hechos, luego su perspectiva, luego una pregunta—, la probabilidad de que la otra persona se ponga a la defensiva se reduce muchísimo”, concluye.