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El hotel más icónico de Nueva York recibió una renovación de 2,000 millones de dólares

El nuevo Waldorf Astoria vuelve a lucir como antes. Así fue como los arquitectos lo lograron.

El hotel más icónico de Nueva York recibió una renovación de 2,000 millones de dólares [Fotos: Michael Biondo (derecha); cortesía Waldorf Astoria New York]

Un rompecabezas tridimensional de 148,645 metros cuadrados.

Así describió el arquitecto Frank Mahan, de la firma Skidmore, Owings & Merrill, al proyecto de renovación del Waldorf Astoria, con un costo cercano a los 2,000 millones de dólares (mdd), durante un reciente recorrido entre bastidores. “Si hubieras estado aquí hace unos meses, o hace un año, habrías visto a trabajadores restaurando estos espacios por los que hoy caminamos, usando pinceles de punta fina”.

Cuando el Waldorf Astoria abrió sus puertas hace más de un siglo, el hotel se volvió tan sinónimo de reuniones de la alta sociedad que uno de sus pasillos —donde la élite desfilaba con sus mejores galas— fue apodado “Peacock Alley” (el pasillo del pavo real). El hotel se convirtió rápidamente en un símbolo del glamour y la ambición de Nueva York, y de lo que el escritor Henry James llamó el “espíritu hotelero”: un lugar donde todos eran iguales, siempre que pudieran pagar el precio de entrada.

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[Fotos: cortesía Waldorf Astoria New York]

Cuando lo visité a finales de abril, la ambición era evidente en la constelación de trabajadores que se movían por todo el lugar. Algunos retiraban el plástico de sillones recién entregados. Otros se ocupaban alrededor del piano de cola de Cole Porter, que yacía tentadoramente cubierto bajo una manta protectora. Pero si la renovación era un enorme rompecabezas, entonces estas eran las últimas piezas.

Esta semana, tras muchos retrasos, el icónico edificio Art Decó reimaginado finalmente ha reabierto. Es tan espectacular como los neoyorquinos merecen que sea.

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Peacock Alley. [Foto: cortesía Waldorf Astoria New York]

El rey de Midtown

Ocupando toda una manzana en Midtown Manhattan, el Waldorf Astoria fue el hotel más alto y más grande del mundo cuando abrió sus puertas en 1931, con un diseño de la firma Schultze & Weaver. Rápidamente, este ícono del estilo Art Decó—que recibió a presidentes, realeza, celebridades y grandes eventos mundiales—se convirtió en sinónimo de poder y prestigio cultural.

Con los años, sin embargo, el célebre edificio fue sometido a una serie de renovaciones fragmentadas que poco a poco fueron desdibujando su carácter. El vestíbulo fue reconfigurado, se añadieron torres de enfriamiento en el techo, y para 2017, cuando el hotel cerró por completo, solo quedaba una de las 5,400 ventanas originales.

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Basildon Room. [Foto: cortesía Waldorf Astoria New York]

Ocho años después, el Waldorf Astoria pasó por una renovación extraordinariamente compleja que convirtió algunas habitaciones del hotel en lujosas residencias diseñadas por estudios de primer nivel, y restauró cada centímetro del lugar, incluidos espacios emblemáticos como el Grand Ballroom y Peacock Alley. El proyecto se vio ralentizado por el hecho de que 5,575 metros cuadrados del edificio fueron designados como patrimonio histórico (esto convierte al Waldorf Astoria en el cuarto interior protegido más grande de la ciudad de Nueva York).

Algunas partes del edificio fueron restauradas meticulosamente para reflejar el diseño original de 1931; otras se modernizaron para cumplir con los estándares del siglo XXI. “Es una responsabilidad enorme porque, en cierto sentido, [el edificio] pertenece a los neoyorquinos, pero no puedes tener miedo”, me dijo Mahan. “Hay que permitir el cambio para que tenga una nueva vida”.

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Silver Corridor. [Foto: cortesía Waldorf Astoria New York]

En lugar de congelar el edificio en el tiempo, o incluso vaciar su identidad, el Waldorf ha logrado fusionar lo antiguo con lo nuevo. En una época en la que innumerables edificios históricos son convertidos en condominios privados o demolidos por completo, su renacimiento ofrece un modelo de cómo la preservación patrimonial puede coexistir con nuevas inversiones. Ocho años después del cierre del hotel, el mito del Waldorf Astoria sigue vivo.

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Lobby residencial. [Foto: cortesía Waldorf Astoria New York]

La dirección más icónica

El cambio más esperado ha sido la incorporación de residencias en el Waldorf Astoria. Antes de su cierre, el hotel contaba con 1,400 habitaciones para huéspedes. Ahora, ese número se ha reducido a 375 habitaciones operadas por Hilton y 372 unidades residenciales diseñadas por el interiorista francés Jean-Louis Deniot. Hoy, por primera vez, quienes cuenten con el ingreso suficiente pueden adquirir un departamento en el Waldorf y llamar hogar a una de las direcciones más icónicas del mundo.

El ala residencial cuenta con una entrada independiente, un acceso privado tipo porte-cochère y el nivel de detalle que cabría esperar de un enclave de lujo tallado dentro de un hotel con tanta historia —como un ingenioso “closet de conserjería” discretamente integrado que puede abrirse tanto desde el interior del departamento como desde el pasillo, lo que permite al personal entregar paquetes, lavandería o servicio a la habitación sin necesidad de entrar. Los estudios parten desde 1,875 millones de dólares y los departamentos de cuatro recámaras desde 18,75 millones. Al momento de redactar esto, ya se han cerrado 25 operaciones de compraventa y muchos residentes se han mudado, incluido el director general del Waldorf Astoria New York, Luigi Romaniello; dos penthouses, ubicados en las torres revestidas de cobre, aún no han sido revelados.

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[Foto: Colin Miller/cortesía Waldorf Astoria New York]

Las residencias son espectaculares, pero el verdadero regalo es la parte del hotel abierta al público. Ahora, cualquier neoyorquino puede subir los escalones del vestíbulo de Park Avenue, admirar la grandeza de los interiores mientras atraviesa el edificio, y salir por Lexington sin gastar un solo centavo. Este recorrido ya era posible antes de que el hotel cerrara, pero hoy —por fin— luce como siempre debió hacerlo.

[Foto: cortesía Waldorf Astoria New York]

Volver a 1931

Para la renovación del Waldorf Astoria, SOM consultó fotografías en blanco y negro de archivo, libros de especificaciones y dibujos originales de la colección Schultze & Weaver del museo Wolfsonian–FIU en Florida.

En el exterior, el equipo restauró las entradas de bronce del edificio y su distintivo ladrillado, y reemplazó todas las ventanas —ampliando 900 de ellas para dejar entrar más luz natural. También retiraron las torres de enfriamiento para revelar un tragaluz que una vez coronó el Salón Starlight, donde Ella Fitzgerald y Frank Sinatra deslumbraron a audiencias cautivadas. Ese espacio ha sido reimaginado como una alberca techada de 25 metros —bautizada como Starlight Pool— bañada en luz natural.

[Foto: cortesía Waldorf Astoria New York]

En el interior, trabajaron con el diseñador francés Pierre-Yves Rochon para lograr que el Waldorf luciera al mismo tiempo antiguo y nuevo. En el vestíbulo de Park Avenue, retiraron el falso techo, actualizaron toda la infraestructura de iluminación y lo reconstruyeron para que coincidiera con un diseño antiguo que habían visto en una fotografía de archivo. Era una fotografía en blanco y negro, pero el equipo de Mahan notó que el techo reflejaba la luz de una forma inusual. Al combinar esa observación con las notas del libro de especificaciones, descubrieron que el panel central de mármol alguna vez estuvo retroiluminado.

“Ese fue el caso en muchos de los espacios”, comenta. “La gente los recorría pensando: ‘ah, es un hotel histórico, siempre ha sido así’, pero en realidad, cambió muchas veces”. Ahora, el nuevo vestíbulo luce más luminoso y más cercano a la intención original de los arquitectos.

En el vestíbulo de registro, el icónico reloj del Waldorf Astoria, que alguna vez fue punto de encuentro para los neoyorquinos, fue desensamblado, limpiado, recubierto con pan de oro y plateado nuevamente. En la Galería de Plata, en el piso superior, la firma de conservación ArtCare restauró meticulosamente una serie de murales que representan los 12 meses y las cuatro estaciones. En las fotos que Mahan me muestra, los murales lucen opacos por el paso del tiempo. Las versiones restauradas que se pueden ver hoy parecen brillar con luz propia.

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[Foto: cortesía Waldorf Astoria New York]

En el vestíbulo de registro, los arquitectos redujeron el número de mostradores de recepción, que antes formaban una fila aparentemente interminable y que, según Mahan, hacía que el espacio pareciera una estación de tren, a solo dos. Y en el Gran Salón de Baile, donde los Beatles fueron incorporados al Salón de la Fama del Rock & Roll, recubrieron las paredes con auténtica hoja de plata y aislaron acústicamente todo el espacio. “Antes, o bajaban el volumen o no alquilaban las habitaciones alrededor del salón porque las vibraciones molestaban a los huéspedes de los cuartos contiguos”, dice Mahan. “Ahora, este espacio básicamente flota en el centro del edificio”.

Quizá lo más impresionante es que SOM restauró el volumen original y el dramatismo del pasaje público del edificio, ese que permite atravesar la manzana desde Park Avenue hasta Lexington. En 1931, Schultze & Weaver diseñaron ese corredor como un viaje cinematográfico a través de cinco vestíbulos distintos pero conectados, que se ensanchaban y estrechaban para crear momentos de compresión y liberación. “Eso añadía dramatismo al espacio”, explica Mahan. Para 2017, algunos vestíbulos se habían saturado con tiendas improvisadas y materiales disonantes. Ahora, vuelve a fluir como la experiencia coreografiada que alguna vez fue.

El edificio ha sobrevivido retrasos por el Covid-19, problemas en la cadena de suministro e incluso un escándalo de corrupción, solo para reabrir en un momento complicado para la industria turística. Según el Consejo Mundial de Viajes y Turismo, Estados Unidos está en camino de perder 12,500 millones de dólares en ingresos turísticos este año, lo que lo convierte en el único país, entre los 184 analizados, que se proyecta verá caer sus ingresos por turismo en 2025.

Si todo lo demás falla (algo poco probable, considerando el perfil de la clientela), al menos los neoyorquinos tendrán ese glorioso atajo.

Author

  • Elissaveta M. Brandon

    es una escritora de diseño radicada en Brooklyn. Sus textos han aparecido en The Atlantic, Wired, CityLab, Conde Nast Traveler, y muchos otros medios. Actualmente, está escribiendo una memoria familiar sobre la vida detrás del Telón de Acero, a través de los objetos encontrados en el ático de su familia en Bulgaria.

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    es una escritora de diseño radicada en Brooklyn. Sus textos han aparecido en The Atlantic, Wired, CityLab, Conde Nast Traveler, y muchos otros medios. Actualmente, está escribiendo una memoria familiar sobre la vida detrás del Telón de Acero, a través de los objetos encontrados en el ático de su familia en Bulgaria.

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Sobre el autor

es una escritora de diseño radicada en Brooklyn. Sus textos han aparecido en The Atlantic, Wired, CityLab, Conde Nast Traveler, y muchos otros medios. Actualmente, está escribiendo una memoria familiar sobre la vida detrás del Telón de Acero, a través de los objetos encontrados en el ático de su familia en Bulgaria.

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