Hubo un tiempo en que era fácil gestionar (y domar) el cambio organizacional. Esto se debía a que el cambio se presentaba como un evento discreto y único que tenía un principio y un fin. Pero ese tiempo ya pasó y actualmente los líderes necesitan nuevas estrategias.
Muchos líderes de hoy recuerdan con nostalgia los días en que podían planificar y controlar su camino hacia el éxito. Algunos todavía intentan ganar siguiendo las antiguas reglas y por eso experimentan agotamiento o fatiga en el proceso.
Pero hoy existe una mejor manera de liderar el cambio. Podemos comenzar reconociendo que el cambio organizacional es constante y generalizado, en lugar de algunos eventos aislados. Liderar con esta realidad exige una nueva forma de pensar.
El rol cambiante de un líder de cambio
Hoy, los líderes deben cambiar su perspectiva sobre lo que significa ser un líder de cambio. En el pasado, la gente veía a los líderes como expertos que podían proporcionar respuestas definitivas. Actualmente, dada la complejidad y el ritmo acelerado del cambio, ningún líder puede saberlo todo. En su lugar, un líder moderno curará perspectivas de toda su organización, aprovechando la experiencia de sus equipos.
Los líderes del cambio también deben dejar atrás la mentalidad de “hacer que todos estén felices” y enfocarse en garantizar claridad y responsabilidad. La transformación es difícil y no todos lo aceptan. En lugar de tratar de hacer que todos se sientan cómodos, los líderes deben centrarse en proporcionar claridad sobre lo que hay detrás del cambio, asegurando la responsabilidad y estableciendo plazos claros.
Los líderes en organizaciones tradicionales estaban acostumbrados a planificar en aislamiento y luego comunicaban el plan una vez que estaba finalizado. Eso ya no es suficiente para la fuerza laboral de hoy. Los líderes de hoy deben involucrar a sus equipos en el proceso de planificación, utilizando la comunicación para crear una estrategia flexible y ágil que permita rebotar ideas y ajustes a medida que surja nueva información.
En última instancia, los líderes no deben intentar proporcionar certeza donde no existe. En su lugar, pueden abrazar la humildad, reconociendo que no tienen todas las respuestas y que probablemente necesitarán corregir el rumbo a lo largo del camino.
Un nuevo marco para liderar el cambio
Entonces, ¿cómo pueden los líderes gestionar el cambio constante e imparable sin agotar a sus equipos? Para empezar, piensa en liderar el cambio como entrenar en un partido de fútbol. Para un espectador, el movimiento constante en el campo puede parecer un caos. Pero un entrenador sabe que hay una estrategia en juego, un marco que aporta estructura al partido. Los líderes pueden adoptar un enfoque similar utilizando este marco de cuatro partes:
1. JUGADAS: Dar sentido a las piezas móviles
Primero, los líderes deben ayudar a sus equipos a entender las “jugadas”, es decir, cómo todos los factores internos y externos que influyen en la organización se ajustan entre sí. No se trata de disculparse por el cambio y el caos, sino de contextualizar las diversas piezas móviles. Así, ayudan a sus equipos a ver la estrategia general, tal como un entrenador delinearía el plan general del juego.
2. PLAN: Construir en ciclos cortos y ágiles
A continuación, los líderes deben involucrar a sus equipos en la construcción de un plan, uno que no sea rígido ni completamente cerrado, sino desarrollado en ciclos cortos y ágiles. Al igual que un entrenador de fútbol ajusta la estrategia jugada por jugada, los líderes deben involucrar a sus equipos en una planificación iterativa. Ejecutan una “jugada”, observan cómo funciona y usan esa retroalimentación para informar el siguiente movimiento. Este enfoque permite una mejora continua y adaptación. Los líderes proporcionan la visión global, pero dependen de las perspectivas de sus equipos de primera línea para dar forma a los detalles. Al involucrar a los empleados en el proceso de planificación, los líderes pueden crear estrategias más prácticas y receptivas.
3. PERSONAS: Equipar y nutrir al equipo
Ningún entrenador enviaría a los jugadores al campo sin asegurarse de que están debidamente entrenados (y equipados). De manera similar, los líderes deben asegurarse de que sus equipos estén preparados para implementar el cambio. Esto significa reconocer el impacto que el cambio constante puede tener y abordar las necesidades del equipo antes de seguir adelante. Pregúntate: ¿Qué formación, recursos o apoyo necesitan para tener éxito? Al mostrar empatía y garantizar que el equipo se sienta respaldado, los líderes pueden reducir el estrés que genera el cambio constante, esto fomenta la resiliencia y el compromiso.
4. PULSO: Monitorear en tiempo real
Finalmente, los líderes deben adoptar un enfoque en tiempo real para monitorear el progreso. Los métodos tradicionales para medir el cambio suelen mirar hacia el pasado, cuando se evaluaba el éxito tiempo después. En su lugar, los líderes deben “tomar el pulso” de manera regular, recopilando retroalimentación en tiempo real de sus equipos. Al crear espacios para la celebración, el aprendizaje y la corrección de rumbo, los líderes pueden mantenerse ágiles y garantizar una mejora continua.
A medida que nos adentramos más en un mundo en el que el cambio es lo único constante, los líderes más fuertes serán aquellos que aborden el cambio con flexibilidad, humildad y empatía. Ya no se trata de controlar todas las variables, sino de aprender a navegar por el caos de manera estratégica, como un gran entrenador en el día del partido.