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“Son niñas, no madres”: cómo una agencia creativa usó el storytelling para crear consciencia sobre la maternidad forzada infantil

La agencia creativa Planta diseñó una estrategia de marketing a través de videos, infografías e imágenes para actuar contra la violencia sexual y maternidad forzada en Latam.

“Son niñas, no madres”: cómo una agencia creativa usó el storytelling para crear consciencia sobre la maternidad forzada infantil [Foto: Depositphotos]

En Latinoamérica existe una alarmante realidad acerca de la violencia sexual infantil y la maternidad forzada. Según datos de UNICEF, América Latina y el Caribe es la región que ocupa el segundo lugar mundial en términos de las tasas más altas de partos en niñas menores de 15 años. Además, es la única región del mundo donde los matrimonios infantiles no han disminuido en los últimos 25 años.

Aunque los datos sobre embarazos infantiles son limitados, se estima que, hasta 2023, las tasas de natalidad fueron de 53.2 nacimientos por cada 1,000 niñas entre los 10 y 14 años. A su vez, 2% de las mujeres en edad reproductiva de la región tuvieron su primer parto antes de cumplir los 15 años, de acuerdo al Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).

Las cifras hablan por sí mismas y revelan que es necesario crear más espacios en nuestro país para dar visibilidad y generar mayor consciencia acerca de este problema.

Por esta razón, Gigi Gutiérrez, directora y fundadora de Planta, una agencia creativa que colaboró el movimiento Son niñas, no madres, busca tomar cartas en el asunto.

Son niñas, no madres es una coalición de organizaciones que trabajan para visibilizar y combatir la maternidad forzada en niñas de América Latina y ha logrado influir en decisiones importantes de la ONU en pro de los derechos de mujeres y niñas y su protección contra la violencia sexual.

“Cuando trabajas con un caso donde estás hablando de nenas que son obligadas a parir y piensas: ‘estamos promoviendo, de cierta manera, que puedan acceder a su derecho a abortar’, es impactante”, dijo Gutiérrez en entrevista con Fast Company México.

Niñas, no madres lleva casos de violencia sexual en niñas ante la ONU. La iniciativa está integrada por grupos como Planned Parenthood, Gyn, el Centro de Derechos Reproductivos, Amnistía Internacional, Promsex y varias más. Estas organizaciones trabajan juntas para presentar litigios en busca de justicia para niñas que han sufrido violencia sexual y obligadas a continuar embarazos forzados y parir, como los casos de Norma, Susana, Fátima y Lucía, en Ecuador, Guatemala, Nicaragua y Perú.

“La realidad de estos casos en la región es devastadora”, dijo Gigi. “En 2021, comenzamos a colaborar con la coalición para darle mayor visibilidad al movimiento, contar su historia y generar conciencia en aquellas audiencias que aún no comprenden la gravedad del problema. Se trata de un derecho fundamental: que las niñas no sean obligadas a ser madres, que no les arrebaten su infancia, sus sueños ni sus decisiones”.

El trabajo de Planta consistió en sumar contenido y narrativa a través de guiones, videos, infografías e imágenes a las campañas ya existentes de Son niñas, no madres. No crearon el concepto, sino que ayudaron a amplificar su mensaje. En 2021 lanzaron su primer spot, una pieza importante de storytelling que buscó mostrar lo que significa que una niña sea forzada a abandonar su derecho a la infancia y ser obligada a la maternidad.

Generando empatía y conexión con el público

La directora y creativa dijo que fue un proceso muy colaborativo. En el equipo de la Planta trabajaron muchas personas, pero Gutiérrez siempre tuvo una visión del proyecto y era llegar a la audiencia correcta y contar la historia de forma que las mujeres alrededor pudieran identificarse. “La representación fue nuestro punto de partida, porque cuando trabajas en un producto masivo, buscas encontrar un insight común que resuene con una gran parte de la población”, dijo.

“No estábamos buscando enfocarnos en el índice de personas que habían sufrido violencia sexual, sino en cómo podemos hacer sentir a cada mujer o niña que esto también las involucra, aunque no lo hayan vivido directamente”, explica Gutiérrez. “Pensamos en momentos icónicos que compartimos como sociedad, como el fútbol o las comidas familiares, para conectar emocionalmente. En este caso, para el segundo video que creamos, decidimos usar el juego de saltar la cuerda, donde faltaba una niña. La imagen de ese vacío representaba la ausencia de una infancia que no debería haberse perdido”.

A través de esas imágenes y esas narrativas, Planta quería mostrar que su creatividad y trabajo pueden darle un giro a la realidad.

Los desafíos para exponer una realidad delicada

Gutiérrez explicó que fue un desafío producir una campaña de este calibre, pero que contar con el respaldo de organizaciones como Planned Parenthood y el Centro de Derechos Reproductivos fue clave para su realización. “Al final, puedes tener una gran idea, pero si no hay apoyo, no pasa nada”, puntualizó.

De acuerdo con ella, durante la producción de la campaña se enfrentaron a una resistencia inesperada. En algunas locaciones, miembros del equipo expresaron su incomodidad con el tema, diciendo que no querían hablar de ello en sus hogares. La campaña tuvo que superar esta barrera, lo que implicó sensibilizar incluso a los colaboradores más distantes, como el personal técnico y los electricistas.

Gutiérrez destacó que la clave para avanzar fue asegurarse de que todos los miembros del equipo estuvieran comprometidos con la causa y comprendieran la importancia de lo que estaban haciendo, más allá de su rol profesional.

Sin embargo, la campaña continuó sufriendo otros ataques y desafíos para llegar a más público. Uno de los principales retos al que se enfrentaron fue producir mensajes que pudieran conectar con una audiencia saturada de contenido en las redes sociales, y que, además, estaba cansada de malas noticias.

“Nos empezamos a encontrar con otras barreras, que es donde creo que la campaña aporta mucho, y es lo que no se ve desde el otro lado”, explicó Gutiérrez. “Por ejemplo, cuando queríamos correr la campaña en plataformas digitales, Meta y Google nos reducían la pauta. Intentábamos transmitir algo que para nosotros era fundamental, pero nos encontramos con un sesgo y un bloqueo tan fuerte que fue un desgaste enorme, tanto emocional como profesional”.

Planta quería transmitir un mensaje claro: no podemos tolerar más esta situación en nuestra región. Y para poder hacerlo, Gutiérrez dijo que implementaron nuevas estrategias para que tuviera un mayor alcance.

Planta se valió de líderes de opinión para minimizar los golpes

Planta comenzó a trabajar con “líderes de opinión”. No querían influencers, sino personas que usaran las redes sociales como una herramienta de difusión, pero que no dependieran de ellas como su única fuente de ingresos.

En nuestro país encontraron a Ashley Frangie (del podcast Se regalan dudas) que ayudó a que la campaña despegara. Tuvieron un proceso de investigación y comenzaron a contactar a otras líderes de opinión de distintos países para que pudieran poner voz a las historias de las niñas.

“Cada una contaba su historia, y jugábamos mucho con el recurso visual, mostrando fotos de su infancia y elementos que nos ayudaban a reconocer que, aunque no haya sucedido en nuestro entorno, no significa que no esté pasando. Los números son tan abrumadores que uno puede pensar ‘suerte que a mí no me tocó’, pero eso no cambia la realidad”, dice Gutiérrez.

La aprobación de la ONU

El siguiente paso fue lanzar una tercera y última campaña, en la que crearon una pieza audiovisual con el fin de que la gente firmara una petición de implementación de medidas concretas para combatir la violencia sexual y el abuso infantil en la región.

Para su elaboración, se enfocaron en cómo podían conectar con el público y los momentos importantes cuando hacemos una firma, como comprar un departamento, un carro, firmar el contrato de trabajo, o la primera firma que hicimos cuando éramos niños.

Al final, la campaña fue un éxito en términos de alcance, pero lo más importante era que visibilizaron el problema. En 2023, continuaron trabajando para que las condenas de los violadores se ejecutaran, y finalmente, en enero de 2024, la ONU emitió decisiones importantes que marcaron el inicio de un proceso de acción en varios países.

“No era solo para acumular firmas y presentarlas a la ONU, diciendo ‘miren, toda esta gente está apoyando’. Lo que realmente queríamos era involucrar a la región y demostrar que éramos muchas las personas que estábamos comprometidas con la causa”, enfatizó.

Cuando el trabajo tiene un impacto sin límites

Este proyecto fue mucho más que una campaña de visibilidad. Es un llamado a la acción, un esfuerzo por transformar realidades profundamente dolorosas que por mucho tiempo fueron ignoradas o minimizadas.

En palabras de Gutiérrez: “Es como poner el cuerpo. Cuando estás escribiendo un guion sobre un tema tan doloroso y profundo, que refleja una realidad tan cruda que vive nuestra región, el impacto emocional es completamente diferente al que se tiene cuando trabajas en otro tipo de proyectos”.

A pesar de los obstáculos y las emociones que surgen al abordar temas tan delicados, la gratitud por poder contribuir a esta causa es indescriptible cuando se trata de usar su trabajo y contar la mejor historia para generar impacto. “Lo que siento es una profunda gratitud. Después de años trabajando para diferentes marcas e industrias, poner mi talento y creatividad al servicio de una causa tan importante, sin preocuparme por los márgenes comerciales, fue algo único”, comentó Gutiérrez.

Author

  • Priscila Peñaranda

    Licenciada en Escritura Creativa y Literatura por la UCSJ, fue editora de la antología Pulso. Antología Urgente (2019) y publicó un libro de relatos, Identidades Disociativas (2020). Su novela Las Hijas del Aceite (2023) explora la violencia sexual en la guerra y la sororidad femenina. Además, como reportera en Business Insider México, destacó por el especial "Mi Primera Chamba" y su análisis de tendencias en estrategia empresarial e historias de impacto social.

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  • Priscila Peñaranda

    Licenciada en Escritura Creativa y Literatura por la UCSJ, fue editora de la antología Pulso. Antología Urgente (2019) y publicó un libro de relatos, Identidades Disociativas (2020). Su novela Las Hijas del Aceite (2023) explora la violencia sexual en la guerra y la sororidad femenina. Además, como reportera en Business Insider México, destacó por el especial "Mi Primera Chamba" y su análisis de tendencias en estrategia empresarial e historias de impacto social.

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Sobre el autor

Licenciada en Escritura Creativa y Literatura por la UCSJ, fue editora de la antología Pulso. Antología Urgente (2019) y publicó un libro de relatos, Identidades Disociativas (2020). Su novela Las Hijas del Aceite (2023) explora la violencia sexual en la guerra y la sororidad femenina. Además, como reportera en Business Insider México, destacó por el especial "Mi Primera Chamba" y su análisis de tendencias en estrategia empresarial e historias de impacto social.

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