
Érase una vez, en 1995, BYD era un fabricante de baterías poco conocido. Hoy es el mayor productor de vehículos eléctricos del mundo tras superar a Tesla en ventas globales en 2024. Este ascenso refleja un enfoque implacable en la automatización y la integración vertical. Controla cada parte de su cadena de suministro: fabrica sus propias baterías –con características inigualables en la industria– e incluso extrae materias primas como el litio. Sus fábricas, casi completamente automatizadas –casi 97% opera de manera autónoma–, produciendo un flujo ininterrumpido de autos de mejor calidad que sus equivalentes occidentales y a precios más bajos. Además, transporta sus propios vehículos por todo el mundo con una flota propia de buques diseñados especialmente para cargar automóviles.
El buque más reciente es también el más grande de su tipo en el planeta: el BYD Shenzhen, que acaba de zarpar hacia Brasil en su primer viaje. Este colosal barco fue diseñado exclusivamente para carga rodada, lo que técnicamente se denomina buque roll-on/roll-off (Ro-Ro). A diferencia de los barcos portacontenedores convencionales, donde los vehículos se embalan en cajas, los barcos Ro-Ro permiten que los autos se conduzcan directamente a los niveles del barco mediante rampas, lo que agiliza la carga y descarga. Son mucho más eficientes que los buques de transporte tradicionales, ya que cada minuto ahorrado en operaciones representa un importante ahorro financiero para la empresa.
Como señaló el gerente general de BYD, Wang Junbao, durante la ceremonia de entrega del Shenzhen, “su sistema de carga eficiente y sus tecnologías avanzadas de protección para una logística estable y baja en carbono serán fundamentales para la estrategia de globalización de la compañía”.
¿Qué tiene de especial el barco de BYD?
Con 220 metros de largo –casi el doble de la longitud de un campo de futbol– el Shenzhen es el mayor buque de automóviles por capacidad, con espacio para 9,200 vehículos distribuidos en 16 cubiertas.
Según la empresa, el diseño del barco prioriza la eficiencia y la sostenibilidad. Utiliza motores de combustible dual de gas natural licuado (GNL), una alternativa más limpia al diésel marino tradicional. El GNL reduce las emisiones de óxidos de azufre en 99% y de óxidos de nitrógeno en 85%, cumpliendo así con las regulaciones ambientales más estrictas de mercados como Europa. El Shenzhen también incorpora pintura antiincrustante, un recubrimiento que evita que los organismos marinos se adhieran al casco, mejorando la eficiencia del combustible hasta en 8%. Además, emplea generadores de eje, que convierten el exceso de energía del motor en electricidad, reduciendo así la dependencia de generadores diésel contaminantes. Aunque BYD no ha detallado por completo el uso de sus paquetes de baterías tipo caja a bordo, su inclusión sugiere esfuerzos por electrificar sistemas auxiliares y reducir aún más las emisiones.

¿Por qué BYD construyó el buque Shenzhen?
La decisión de BYD de invertir en barcos nace de su crecimiento explosivo. La compañía vendió aproximadamente 455,000 vehículos en 2019, cifra que subió a unos 740,000 en 2021 y se duplicó en 2022 hasta alcanzar 1.9 millones de unidades. Este crecimiento saturó las redes logísticas existentes. Anticipando sus necesidades, BYD anunció una inversión de 687 millones de dólares para construir su propia flota de siete barcos Ro-Ro.
Los costos de envío a terceros se habían disparado, con tarifas de flete diarias que alcanzaron los 150,000 dólares por barco en 2024. Para ponerlo en contexto: alquilar un solo barco por un mes podía costar 4.5 millones de dólares. BYD estima que el costo de envío por vehículo cae entre 30% y 40% usando su propia flota, lo que representa un ahorro anual de hasta 1,400 millones de dólares.
El Shenzhen tendrá un gemelo
“BYD planea desplegar siete transportadores de automóviles en los próximos dos años para abordar la escasez de capacidad de envío para las exportaciones de automóviles”, dijo Wang Chuanfu, fundador y presidente de la empresa, el año pasado. Aún faltan tres buques, incluido el gemelo del Shenzhen, el BYD Changsha, que será botado próximamente.
Y claramente los necesitará: los envíos al extranjero aumentaron 124% interanual a 133,361 vehículos en el primer trimestre de 2025, y se proyecta que la compañía exportará 800,000 vehículos en total este año. Este crecimiento exponencial –que los analistas creen continuará en dos dígitos durante años– es la razón por la cual BYD ya planea construir más barcos. Para 2026, la flota de siete barcos de BYD espera mover más de un millón de vehículos anualmente (o 83,300 por mes, equivalente a nueve viajes del Shenzhen). Eso equivale a enviar un automóvil cada 30 segundos, para quien quiera una cifra aún más impresionante.
Vamos a necesitar un barco más grande
BYD no es la única empresa que hace esto, aunque, por ahora, tiene el barco más grande. Su estrategia refleja un cambio más amplio entre los fabricantes de automóviles chinos. SAIC Motor, el segundo mayor fabricante de automóviles de China, opera 31 barcos a través de su división logística Anji Logistics, incluido el SAIC Anji Sincerity, con capacidad para 7,600 vehículos.
A diferencia de BYD, SAIC transporta automóviles para varias marcas, incluidos sus competidores. Pero la flota de BYD estará reservada casi exclusivamente para sus propios vehículos, por pura necesidad.
A nivel mundial, Hyundai Glovis –la filial de logística de Hyundai– gestiona 60 barcos y recientemente encargó una docena de transportadores alimentados con GNL capaces de trasladar 10,800 vehículos. Aunque más grandes, Glovis presta servicios a terceros como Toyota y Volkswagen.
Control total
Los fabricantes tradicionales dependen de asociaciones con empresas navieras, un modelo que BYD evita deliberadamente, buscando controlar todos los aspectos de la producción (la tecnología, el nivel de automatización, la calidad y el precio) para aplastar a la competencia.
Es difícil imaginar a Tesla —o a cualquier otro fabricante occidental— logrando este nivel de integración vertical. El gigantesco buque de BYD es otro recordatorio de que la carrera por la supremacía en los vehículos eléctricos podría tener ya un ganador.