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Nada más aburrido que hablar de seguros, pero su origen tiene su lado divertido

Aunque te sorprenda, el origen del sector asegurador es mucho más interesante y divertido de lo que parece.

Nada más aburrido que hablar de seguros, pero su origen tiene su lado divertido [Foto: Ron Lach/Pexels]

El sector asegurador no es el sector más sexy para los consumidores: pensar que debemos de pagar por la posibilidad de que un mal nos ocurra no es lo más deseable, además de que dicha posibilidad no siempre acontece. Sin embargo, aunque a muchos sorprenda, el origen del sector asegurador es mucho más interesante y divertido de lo que uno pensaría.

Si bien históricamente hubo distintas figuras legales y económicas parecidas a lo que hoy llamamos seguro, nuestro punto de partida se remonta al año 1687 en Inglaterra. En aquel entonces una cafetería iniciaba sus operaciones en Tower Street, calle cercana a los muelles de la capital inglesa. Los clientes del emergente café se reunían para disfrutar de la oferta culinaria del lugar, el calor de la chimenea, la compañía de los demás y los chismes.

Dentro de las habladurías de los londinenses se incluían conjeturas. Los concurrentes apostaban si cierto capitán sería ejecutado o no siendo el destino de los barcos de cargamento la principal conjetura. Era de gran interés imaginarse si las embarcaciones cumplirían su misión o si, por el contrario, fracasarían.

Las conjeturas transformadas en apuestas hicieron que el dueño del café, Edward Lloyd, tuviera una idea de negocio: crear una red de informantes para generar un boletín de información sobre el clima, marea y recorridos de los barcos. El boletín tenía el nombre de La lista de Lloyd.

El salto de las apuestas a los seguros

¿Qué tiene que ver esto con el sector asegurador? ¡Mucho! La lista de Lloyd se convirtió en la primera base de datos de bienes asegurados, en este caso los barcos. Resulta que además de apostar por la suerte de embarcaciones y anotar sus recorridos, algunos capitanes comenzaron a asegurar sus naves. Bastaba con redactar un contrato, de ahí el uso del término suscriptor, para formar parte de los barcos asegurados en la lista y en caso de un percance ser pagado por daños y perdidas. El café se volvió el lugar indicado para proteger propiedades además de pasar un buen rato con amigos.

Con el pasar del tiempo distinguir las apuestas de los contratos formales era cada vez más difícil. Por lo que ocho décadas después, exactamente en 1760, un grupo de aseguradores entusiastas y visitantes recurrentes del café formaron la Lloyd’s of London, actualmente la compañía más grande de seguros del mundo, y la Sociedad de Lloyd’s, cuyo nombre completo es La Sociedad para el Registro de Embarcaciones, la primera asociación oficial responsable de calificar y evaluar los bienes. Los fundadores honraron el legado de Edward Lloyd incluyendo su apellido en el nombre de las instituciones.

Una industria fundamental en la actualidad

Cuatro años después fueron oficializadas las suscripciones al Libro de Registro anual de la Sociedad, las cuales permitieron financiar a peritos responsables de listar, tasar y clasificar el estado de los buques. En 1768 fue cuando se comenzó a utilizar la famosa clasificación “A1”; las embarcaciones de mejor calidad recibían dicha enumeración, además servía para indicar que el barco era de “primera clase”.

De esta manera, un entretenimiento cotidiano o común se transformó en uno de los sectores más importantes de las economías. Actualmente se estima que este sector representa el 7.5% del PIB de Estados Unidos, y contribuye al de la 8.8% de la producción económica total en Reino Unido, aunque en México la penetración del sector de seguro es apenas del 6% respecto al PIB.

El seguro ha pasado por muchos cambios a lo largo de su historia. El relato del café de Edward Lloyd es solo una parte de esta historia y resulta interesante hallar que nuestro natural interés por predecir posibles desgracias es así de antiguo. Si bien, ahora es remoto vincular los seguros con las apuestas, al final cada póliza continúa representando un potencial desenlace como sucedía hace tres siglos en un café de Inglaterra.

Author

  • Alfredo Careaga

    es egresado de Actuaría y Dirección Financiera del Instituto Tecnológico Autónomo de México y cuenta un MBA de IESE Business School. Tiene amplia experiencia en el sector asegurador y reaseguro, trabajando en México, Estados Unidos y Reino Unido. Es un apasionado del fútbol americano y la música, y actualmente se desempeña como director de Nuevos Negocios de THB México.

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  • Alfredo Careaga

    es egresado de Actuaría y Dirección Financiera del Instituto Tecnológico Autónomo de México y cuenta un MBA de IESE Business School. Tiene amplia experiencia en el sector asegurador y reaseguro, trabajando en México, Estados Unidos y Reino Unido. Es un apasionado del fútbol americano y la música, y actualmente se desempeña como director de Nuevos Negocios de THB México.

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Sobre el autor

es egresado de Actuaría y Dirección Financiera del Instituto Tecnológico Autónomo de México y cuenta un MBA de IESE Business School. Tiene amplia experiencia en el sector asegurador y reaseguro, trabajando en México, Estados Unidos y Reino Unido. Es un apasionado del fútbol americano y la música, y actualmente se desempeña como director de Nuevos Negocios de THB México.

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