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¿Por qué no te dan un ascenso si eres excelente en tu trabajo?

Un coach ejecutivo ofrece cuatro estrategias para transformar su marca personal y pasar de ser un hacedor confiable a un líder estratégico.

¿Por qué no te dan un ascenso si eres excelente en tu trabajo? [Foto: Adobe Stock]

James quería llegar al puesto de vicepresidente o director de tecnología, pero la retroalimentación fue clara: lo consideraban un manager en activo, no un líder de líderes. Su identidad de experto solo lo llevó hasta cierto punto. Ahora era precisamente lo que limitaba su ascenso.

James era un experto reconocido en su empresa de tecnología médica: uno de sus primeros empleados y pieza clave en el desarrollo de su plataforma de software principal. Durante más de 16 años, su profunda experiencia y su serena capacidad para resolver problemas le valieron el cargo de vicepresidente de tecnología. Conocido por su serenidad en tiempos de crisis y su pasión por aprender, James era admirado por su fiabilidad, humildad y capacidad para afrontar problemas complejos hasta que surgían soluciones reales.

Siempre “aparecía” y se podía contar con él para arreglar lo que fallaba. Pero esta misma reputación comenzaba a frenarlo. Debido a su competencia y rapidez para intervenir, James se mantenía en la sombra, resolvía problemas en lugar de definir la visión de futuro. A pesar de su cargo de vicepresidente, su función se centraba en la ejecución. 

La historia de James es conocida. Los empleados de alto rendimiento suelen tener una carga de trabajo adicional sin el correspondiente reconocimiento ni oportunidades de ascenso, lo que también se conoce como “ascenso silencioso“.

Lo he visto con muchos de mis clientes. Ser demasiado bueno en tu trabajo puede atraparte en él, tanto que terminas haciéndote la misma pregunta frustrante: “Si soy tan bueno en mi trabajo, ¿por qué no me ascienden?”.

A continuación se presentan cuatro maneras de transformar tu marca y pasar de ser un hacedor confiable a un líder estratégico:

1. Cambia la experiencia por la influencia

El cambio empieza con la delegación. Hace muchos años, mi jefa me dio la oportunidad de presentarme ante el equipo directivo de la empresa. Cuando el CEO y los directivos hicieron preguntas que no pude responder, mi jefa no intervino para ayudarme como muchos lo harían. Más tarde, me enteré de que les había informado que tenía una asignación exigente y que estaría presente como observadora. Este es un ejemplo creativo de cómo delegar una tarea de bajo riesgo. A menudo, las personas cometen errores de gran impacto porque los líderes delegan cuando hay demasiado en juego. Por lo tanto, la clave para romper este ciclo es empezar a delegar con tareas de bajo riesgo.

En lugar de ser quien resuelve los problemas, empieza a empoderar a otros para que se responsabilicen y resiste la tentación de intervenir y solucionar los problemas cuando tengan dificultades. Invierte tiempo en definir el rumbo, definir la estrategia e influir en los resultados. Cuando tus compañeros te pidan respuestas, redirígelos: “Esto es algo que ahora gestiona mi subordinado directo. Te pondré en contacto”. Es importante que ya no seas el único con las respuestas; sino que formes un equipo que las tiene. Eso es lo que hacen los líderes.

2. Evita la trampa de ser la “joya oculta” para conseguir un ascenso

Muchas “joyas ocultas” son líderes brillantes, diligentes y de alto rendimiento. Con frecuencia, son la solución de problemas predilecta del equipo directivo. Entregaron resultados de manera constante, pero pueden ver cómo sus colegas menos competentes son quienes consiguen un ascenso. Evitan la autopromoción por temor a parecer presumidos y creen que su trabajo duro y sus resultados hablan por sí solos. Desafortunadamente, esos esfuerzos a menudo pasan desapercibidos porque su jefe está demasiado ocupado para atar cabos. Hacer un trabajo excelente no basta si nadie ve ni comprende su impacto estratégico.

Alinea y defiende proactivamente los resultados de tu trabajo con los objetivos de la empresa y habla del impacto en términos estratégicos. Di cosas como “Esta iniciativa nos ayuda a reducir el riesgo en X” o “Esto apoya la prioridad del CEO en el tercer trimestre: la retención de clientes”. Este enfoque te posiciona como un líder visible y valioso, y hace que te centres menos en ti y más en vincular tus esfuerzos con cómo ayudan a la organización.

3. Defiende tu trabajo

Entreno a muchos líderes de alto rendimiento que son brillantes para guiar a otros, animar a sus compañeros y celebrar los logros del equipo. Sin embargo, rara vez aplican esa misma energía a su propio progreso.

Si escribirías un correo electrónico entusiasta para recomendar a un aprendiz para un proyecto, escríbelo para ti mismo. Si animarías a alguien a asumir un rol que lo impulse, acepta el tuyo. Programa reuniones para hablar sobre tu crecimiento, no solo sobre tus resultados. Piensa en la autodefensa no como una actuación, sino como una responsabilidad. Tu futuro equipo necesita un lugar en la mesa, y no podrás asegurarlo si permaneces en silencio.

4. Tienes que hablar en futuro

He aquí un cambio sutil pero poderoso: deja de hablar sólo de lo que has hecho y empieza a hablar de lo que construyes.

Muchos profesionales, sin querer, se autodenominan “confiables y constantes”, pero no “innovadores, visionarios o preparados para el futuro”. Mientras las organizaciones soportan una inmensa presión para crecer, adaptarse o cambiar debido a presiones económicas o competitivas, ¿cómo ayudas a identificar y afrontar estos desafíos?

Cambia tu lenguaje de logros pasados ​​a iniciativas enfocadas en el futuro. En lugar de “Siempre he hecho X”, di “Actualmente estoy enfocado en aumentar nuestra capacidad en Y” o “Exploro maneras de ayudar a nuestro equipo a hacer Z de manera más eficiente”. Esto te presenta como alguien en evolución y alineado con lo que viene, y demuestra que no solo estás orgulloso de lo que has hecho, sino que también estás atento a lo que viene. Esa es la mentalidad que te hace ascender.

Es importante recordar que renovar tu imagen profesional no se logra de la noche a la mañana. Requiere un esfuerzo intencional dejar de ser visto como la persona que siempre cumple y empezar a ser visto como quien crea las condiciones para que otros también lo hagan. No te ascienden por ser confiable. Te ascienden por ser visionario, influyente y con mentalidad de crecimiento.

Así que pregúntate: “¿Cómo enseño a los demás a verme?” Y, más importante aún: “¿En quién me estoy convirtiendo?”.

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