
Por décadas, el offshoring y el nearshoring han sido vistos como estrategias para optimizar costos y acercar operaciones a mercados clave. Sin embargo, el mundo laboral actual exige repensar estas decisiones bajo una nueva óptica: la de las personas. Hoy, la ubicación no puede definirse solo por eficiencia logística o ventajas fiscales. Es momento de considerar el alma de los equipos, sus aspiraciones y la búsqueda de un propósito que trascienda lo económico. De ahí surge el concepto de “soulshoring”.
La filosofía del soulshoring propone ir más allá de la eficiencia operativa y la reducción de costos. Se trata de ponerle alma a las relaciones laborales. Significa revalorizar al talento como socio estratégico, fomentar una cultura compartida y diseñar experiencias laborales que fortalezcan el sentido de pertenencia, el crecimiento y el reconocimiento. No es solo entregar un proyecto, sino humanizar a las personas y acompañarlas a descubrir su propósito.
En el contexto actual, donde la tecnología y la automatización avanzan a gran velocidad, el talento se ha convertido en el recurso más escaso y valioso. Según datos de Manpower, para 2025 74% de las organizaciones a nivel global reportará dificultades para cubrir vacantes por falta de perfiles calificados. En México, 70% de los empleadores ya enfrenta este mismo reto, especialmente en áreas tecnológicas y operativas.
El soulshoring y la búsqueda de propósito para crecer
La búsqueda de propósito no es una tendencia pasajera. Según el Randstad Workmonitor 2025, 83% del talento global prioriza el equilibrio entre vida personal y laboral incluso por encima del salario. En México, aunque la remuneración sigue siendo relevante (88%), el balance personal-laboral alcanza 84%. Además, 58% de los trabajadores mexicanos ha renunciado a un empleo por considerarlo tóxico, lo que refleja un deseo profundo de encontrar un entorno sano y humano.
El soulshoring impulsa a las personas a crecer, a encontrar nuevas rutas y a buscar formar parte de un entorno inclusivo y multicultural. Desde mi experiencia, he visto cómo pasar de un enfoque transaccional a uno centrado en las personas transforma por completo la relación con el talento. Hoy no solo buscan un proyecto o un salario competitivo, sino que desean sentirse escuchados, involucrados en la estrategia y ser parte activa de la arquitectura de soluciones. Cuando esto sucede, no solo se atrae talento: se retiene y se potencia.
Una muestra clara es que, tras implementar esta filosofía, en mi caso hemos registrado 30% menos de ofertas rechazadas y una reducción de 80% en el número de profesionales que buscan migrar del país. Las personas eligen quedarse porque encuentran oportunidades para aprender, crecer y construir un futuro en México, accediendo a proyectos globales y desafiantes. Esto no solo beneficia a cada persona, sino que fortalece el ecosistema y contribuye al desarrollo económico del país.
Una de las estrategias que recomiendo, tras ser testigo de su eficacia, es la creación de figuras como el people manager. Esta ha sido clave para acompañar a los equipos en su desarrollo diario y construir un ambiente donde puedan redescubrir su propósito. Por otro lado, fomentar iniciativas como el apoyo a universidades o la participación en proyectos sociales también refuerza la conexión con la comunidad y permite a las personas sentirse parte de algo más grande.
Más que cercania, es propósito
El auge del nearshoring ha puesto a México en una posición estratégica para atraer inversiones y talento. No obstante, debemos ir más allá de la simple proximidad geográfica y aprovechar la oportunidad de ofrecer un entorno con propósito, multiculturalidad y crecimiento continuo. Según el Foro Económico Mundial, para 2030 más de 20% de los empleos se transformarán debido a avances tecnológicos y cambios demográficos, lo que obligará a replantear habilidades y rediseñar experiencias laborales.
El soulshoring nos invita a repensar la forma en que diseñamos nuestras estrategias de crecimiento. Hablar de propósito implica brindar la oportunidad de impactar positivamente en la comunidad, fomentar la diversidad y ofrecer una experiencia que inspire a cada persona a transformar el mundo.
En un mundo donde la competencia por el talento es cada vez más intensa, el diferencial no estará solo en el salario ni en la ubicación. Las organizaciones que logren alinear sus objetivos con el bienestar y el propósito de sus colaboradores serán las que se fortalezcan y trasciendan. Del offshoring al soulshoring, el viaje apenas comienza y nos recuerda que, en el centro de cada estrategia, siempre deben estar las personas.