
Desde los tiempos del Antiguo Egipto, la humanidad contempla con asombro a Betelgeuse, una de las estrellas más brillantes del cielo nocturno. Situada en el hombro del cazador de la constelación de Orión, esta supergigante roja es protagonista de mitos, estudios astronómicos y últimamente, de varios misterios cósmicos.
Pero ahora, la historia de Betelgeuse dio un giro. Un nuevo estudio reveló que no está sola en el vacío. Astrónomos descubrieron que una estrella más pequeña —aunque aún mayor que nuestro Sol— orbita alrededor de ella, confirmando una teoría que llevaba meses rondando los observatorios.
La estrella que sorprendió al mundo otra vez
Betelgeuse ya había dejado a los científicos con más preguntas que respuestas cuando, entre 2019 y 2020, su luz se atenuó de forma dramática durante cinco meses. En ese momento, muchos pensaron que la estrella estaba a punto de estallar y convertirse en una supernova. Más tarde se descubrió que la famosa “Gran Atenuación” ocurrió porque material salió de su superficie, se enfrió y creó una nube de polvo que bloqueó temporalmente su luz.
Sin embargo, eso no resolvía todo el enigma. Su brillo cambia de forma cíclica debido a que documentaron dos patrones: uno cada 400 días y otro que se repite cada seis años. Aquí es donde entra en juego la nueva hipótesis.
En diciembre pasado, un grupo de investigadores publicó el estudio A Buddy for Betelgeuse, planteaban que esas variaciones de largo plazo se debían a la presencia de una estrella compañera que aún no se detectaba.
Ahora, gracias al telescopio Gemini North en Hawái, esa teoría se confirmó. Un nuevo estudio publicado en The Astrophysical Journal Letters describe cómo los científicos lograron identificar a la escurridiza compañera de Betelgeuse, con una masa aproximadamente 1.5 veces mayor que la del Sol. En comparación, Betelgeuse es mil veces más grande que nuestra estrella madre.
Esta estrella menor se encuentra a una distancia equivalente a cuatro veces la que hay entre la Tierra y el Sol, lo cual, en términos astronómicos, es sorprendentemente cercano para un sistema binario con una supergigante.
Es la primera vez que se detecta una estrella compañera tan próxima orbitando una supergigante, según el NOIRLab (National Optical-Infrared Astronomy Research Laboratory), que opera el Observatorio Gemini.
Cómo lograron verla
El reto era grande. Betelgeuse es más de 10,000 veces más brillante que el Sol, lo que hace prácticamente imposible distinguir objetos cercanos. De hecho, investigaciones previas daban por sentado que nunca podríamos verla directamente.
Pero el equipo liderado por Steve Howell, científico de la NASA, lo logró gracias a una técnica llamada speckle imaging, que utiliza muchas imágenes de exposiciones muy cortas para contrarrestar las distorsiones provocadas por la atmósfera terrestre.
Betelgeuse no solo es objeto de estudio científico, también brilla en la mitología. Para los griegos, era parte del cazador Orión, quien se convirtió en constelación junto con el escorpión que lo mató (Escorpio) por orden del dios Zeus.
Los antiguos egipcios también la veían como parte de la constelación de Osiris, su dios de los muertos. Además, estudios recientes indican que algunos pueblos originarios de Australia la incluían en sus propias constelaciones y ya habían notado sus cambios de brillo.
Betelgeuse sigue iluminando tanto nuestro cielo como nuestra imaginación. Ahora sabemos que, incluso a esa escala cósmica, nadie brilla completamente solo.