Tengo treinta y siete años y una hermosa bebé de diez meses que es el resultado de un largo y emotivo proceso de tratamientos de fertilidad.
Mi historia comenzó hace ocho años, cuando supe que tendría que enfrentar un tratamiento para cumplir mi sueño de ser madre. Mi travesía inicio con mi ginecólogo de cabecera quien nos transmitía experiencia y capacitación suficiente en el tema de fertilidad. Desafortunadamente me encontré en una búsqueda constante durante los siguientes ocho años para lograr el embarazo que tanto deseaba. El resultado fue desalentador y me consumía mucho a nivel emocional. Después de tanto tiempo en el intento decidimos tomar un descanso.
Un tiempo después una amiga me hablo de una clínica de fertilidad con médicos especialistas en fertilidad y de muchos detalles que no sentí haber vivido en mis experiencias anteriores. Después de mucho analizarlo, decidimos visitar la clínica y valorar con nuestras propias impresiones lo que tanto me habían recomendado.
Mi primera cita con este nuevo médico fue reveladora. Llegué con un expediente lleno de intentos anteriores y una larga historia de desafíos. El doctor me pidió un mes para revisar mis estudios y asegurarme que estábamos en el camino correcto. Me impresionó su sinceridad y compromiso. Un mes después, recibí la noticia que cambiaría nuestra vida: estábamos listos para intentarlo de nuevo. Habían valorado y aceptado nuestro caso. Sentí nervios y emoción. Me cuestionaba todo el tiempo qué haría a este médico diferente a los demás. Mi esposo, sin embargo, me animó a seguir adelante. A perseguir nuestro sueño.
Durante la consulta, el doctor nos explicó en detalle el proceso de fertilización in vitro que llevaríamos y los desafíos que habíamos enfrentado anteriormente. Hablamos de metas, establecimos un plan y posibles caminos. También nos explicó los cambios a decisiones médicas anteriores. Todo su equipo estaba comprometido con nuestro sueño, y por primera vez, me sentí realmente cómoda expresando mi deseo de ser madre. El apoyo y el compromiso del equipo, así como la llamada del doctor confirmando que íbamos a intentarlo, fueron inolvidables.
Mi experiencia durante el proceso fue de total apoyo por todo el equipo de la clínica, desde la persona que te da la bienvenida, las coordinadoras de ciclo que monitorean y acompañan en cada paso, la calidad en el trato de las enfermeras, el equipo de embriología que detalla y explica todo lo necesario y por supuesto el equipo médico. Me sentí acompañada y navegando en mi lucha con todo el equipo de la clínica a lado. Cada consulta de monitoreo, cada toma de sangre, cada consulta de acupuntura o de aplicación de medicamento me sentía un paso más cerca.
Mi esposo y yo nos embarcamos en este último intento con un sentimiento de esperanza renovada. Tras un proceso que puede ser emocionalmente desafiante, finalmente nació nuestra hermosa bebé, a quien consideramos un verdadero milagro. El doctor nos dijo con emoción: “Aquí está nuestro milagro”. Sí, es nuestro milagro, y lo es gracias a este increíble equipo médico y a la fe que tuvimos en que lo lograríamos.
Mi relato no es solo para contar mi experiencia y lo largo que puede ser el camino antes de llegar al objetivo. Mi relato también es para hacer conciencia de que cuando hay un proceso de fertilidad, hay que acercarse a una clínica que valore cada caso como único, que haya un trato humano y responsable, donde haya la tecnología y experiencia suficiente para maximizar el resultado de cada intento.
La clínica donde realice mi sueño es CdelaF, con el Dr. Enrique Cervantes Bravo, médico especialista en medicina reproductiva.
CdelaF, Clínica de la Fertilidad, ofrece un enfoque innovador. Siempre estuve tranquila por el respaldo que tienen tecnología y experiencia.
Por un lado, lo mejor en tecnología y talento humano; y por otro, el enfoque humano y holístico. Te sientes acompañada en todo momento y cuidada con servicios complementarios que me ayudaron a llevar el proceso con tranquilidad.
La Clínica CdelaF está diseñada para que cada paciente se sienta cómodo, tranquilo y en un espacio agradable, casi olvidando que estás en un consultorio médico.
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