Con el anuncio de que Amazon exigirá al total de su planilla laboral regresar a la oficina los cinco días de la semana a partir del 2 de enero de 2025, mucha gente en otras empresas comenzó a entrar en pánico. La pura idea de regresar la era pre covid –donde todos nos sentábamos en una oficina de 9 a 6 de lunes a viernes– suena escalofriante.
La revolución del trabajo remoto detonada por la pandemia muy pronto pasó de ser una medida necesaria a una estrategia adoptada por muchas empresas nacionales e internacionales. ¿Por qué? Mucho se debe a que el tiempo de traslado a la oficina –principalmente en ciudades grandes–. De pronto mucha gente que perdía literalmente horas del día en sus trayectos, ahora podía dedicar ese tiempo en alguna actividad de carácter personal.
Para todas esas personas, el trabajo híbrido o remoto al 100% se transformó en una prestación tácita. Y claro, muchas empresas también generaron ahorros operativos al no requerir de una gran oficina y todos los gastos que esta requiere.
Comodidad vs. Productividad, ese es el dilema
Por otro lado, la flexibilidad del trabajo remoto abre otras posibilidades no tan positivas. Por ejemplo, que el colaborador tenga la oportunidad de no trabajar con la misma intensidad con la que trabajaría si estuviera siendo observado por sus compañeros o su supervisor directo. Empresas como Amazon, Microsoft, Disney y Walmart se dieron cuenta de eso.
Pienso que eventualmente más empresas irán tomando medidas para llevar de vuelta a sus oficinas a toda la fuerza laboral. La medida seguramente hará que más de una persona decida renunciar y buscar alguna otra opción que mantenga un modelo flexible.
Los empleadores deberán buscar vías para hacerse del mejor talento entre aquellos perfiles que prioricen su libertad laboral contra aquellos dispuestos a estar atados a un lugar físico.
Es ahí donde el trabajo remoto será una verdadera prestación laboral. Para muchos, muy por encima de una cuenta Afore, Infonavit o una méndiga tarjeta de vales de despensa de 500 pesos.