Fundador del Museo del Objeto, Bruno Newman, se autodenomina “objetólogo”. Colecciona objetos desde los 23 años. En el medio, estudió Comunicación en la Ibero y fundó una de las agencias de relaciones públicas más prestigiosas, Zimat. Luego la vendió y se dedicó a su pasión: el coleccionismo. Para celebrar los 14 años de este museo privado y autogestionado, hasta el 20 de noviembre se puede ver su exhibición: 1+1 = 3, en el espacio de Casa Hotbook, en las Lomas de Chapultepec.
TIRO AL BLANCO
Allí se ven objetos diversos como una silueta de Trump en un excusado (balaceada, además), arte sacro intervenido, botes encontrados en la calle, entre un centenar de objetos que adquieren otro significado cuando se juntan con otros en una obra. La muestra es un divertido diálogo con el mundo cotidiano: objetos comunes que, al juntarse, se transforman en algo completamente distinto. Ojos de muñecas que se cierran y se abren, una silueta de Coco Chanel hecha con botones. Emiliano Zapata hecho con casquillos de balas. Mecates encontrados en la calle… Exvotos y botellas de un refresco que se vendía en los años 20, Victoria.
BRUNO NEWMAN Y LA RESIGNIFICACIÓN DE OBJETOS
¿Cuál fue el primer objeto que atesoraste?
Eran unos polvos, un frasco y una caja de perfume Pompei, estaba recién casado y los puse en mi sala. Desde entonces, pasaron 60 años. Hace 14 años fundé el Museo del Objeto (MODO), donde por mucho tiempo exhibía objetos cotidianos tal como estaban. Armé un archivo de 180,000 piezas y dije “Ya no me traigan más cosas”. Quería crear objetos . “¿Te interesa un costal de cartuchos de escopetas?” Me preguntaron. Sí, mucho. Y así el coleccionismo se convirtió en resignificación de los objetos. Y así me fueron llegando cosas para resignificar, como estos moldes para guantes, unos blisters de medicamentos que yo mismo tomé durante varios años. O cajas de refacciones para máquinas de coser Singer. La bandera de Estados Unidos hecha de cartuchos de escopeta. O plumillas para escribir que forman un ramillete.
Obra de Bruno Newman hecha con casquillos de balas. [Foto: cortesía]
¿En dónde encuentra los objetos con los que trabajas?
Ya hace 15 años que no voy a la Lagunilla. Mis vendedores son amigos de años. Uno me regaló una silueta de práctica de tiro en forma de venado. Y le pedí que hiciera una con la silueta de Donald Trump y la llevara a un campo de tiro. Me la devolvió toda agujereada y yo la metí en un excusado. La obra ya se vendió [todas las ventas de 1 + 1 = 3 se destinan al Museo del Objeto]. Otro amigo me dejó tres cajas de capelos, que llené con objetos.
¿Todos los tienes en el Museo del Objeto?
No, yo empecé con cajas en mi casa. Luego me mandaron a una bodeguita, se acabó la bodeguita. Y tuve que rentar un departamento, poner anaqueles. Compraba en mercadillos de Buenos Aires, Madrid, París… Una amiga artista me propuso clasificar todo el acervo y lo hicimos. Luego me mudé a donde ahora está el museo, luego me tuve que mudar yo. Hoy mi hija dirige el museo.
COLECCIONISTA DE PALABRAS
No solo coleccionas objetos, sino palabras.
Sí, publiqué un libro, Las endenantes, sobre frases y palabras en desuso. En español antiguo mexicano “endenantes” significa “de antes”, de otra época. “A lo que te truje, checha”: haz lo que tengas que hacer. “A medios chiles”: estado previo a la borrachera… [lee]
Y ¿cómo financias el Museo del Objeto?
Con patrocinios de empresas privadas y la venta de entradas. Cuando no es suficiente yo pongo de mi parte. Pero hasta el momento es un modelo exitoso. Y se nos acerca mucha gente con donaciones: “falleció mi mamá y no sabemos qué hacer con su colección de guantes”. “Tráigamelos”, les digo.
POLÍTICA CULTURAL
¿El Gobierno te ayuda de alguna forma?
No, y está bien que así sea. No veo ninguna política cultural ni interés en la cultura en general ni en la educación. No hay presupuesto. Y si el gobierno no puede mantener sus propios museos bien, cómo va a ayudar a los privados. Tenemos 20 museos privados y todos son autogestionados.
La última y nos vamos: ¿qué es lo que motiva a un coleccionista?
Por definición, un coleccionista es una persona obsesiva. Yo empecé coleccionando las estampillas que le sobraban a mi tío, filatelista. Luego monedas viejas, piedras raras. Deben ser objetos diferentes, raros… Hasta refrigeradores viejos. Cuando íbamos a la Lagunilla con mis hijas, entonces muy chicas, me preguntaban “Papá, ¿qué vas a hacer con eso?” “No sé, pero está padre”. Está padre el rescate de cosas viejas que sino no sabes dónde irían a parar.