En algún momento, alguien en el trabajo te va a molestar. Puede ser un supervisor que no apoya un proyecto que te apasiona. Quizás un colega que menosprecia tu trabajo o que se cuelga el mérito de algo que hiciste. O tal vez sea un cliente patán.
Cuando surge esa frustración e ira, es natural querer liberarla. De hecho, una de las metáforas más comunes en inglés para describir la ira y la frustración apoya esa idea.
Como señalaron George Lakoff y Mark Johnson, a menudo hablamos de la ira y la frustración como si reflejaran un fluido caliente en un recipiente. Decimos cosas como “la presión se acumuló dentro de mí”, o “me calenté mucho”, o “finalmente estallé”. Todo esto refleja una visión hidráulica de cómo funciona la mente, en la que la ira o frustración prolongada lleva eventualmente a una explosión emocional.
Dado este marco, desahogarse en el trabajo tiene mucho sentido. Después de todo, estás liberando la presión de una manera segura que asegura que no tengas una reacción más violenta.
Aunque parece lógico, hay tres razones por las que desahogarse en el trabajo en realidad no es una buena idea.
Reproduce una mala historia
Una forma común de desahogo es escribir tu versión de la historia. De hecho, a menudo se dice que debes escribir la fuente de tu enojo y luego quemar la nota (o borrar el correo). Existe suficiente evidencia de que, cuando has experimentado un episodio realmente traumático, escribir sobre ello ayuda a aceptar el evento y conduce a beneficios reales de salud física y mental.
Sin embargo, simplemente contar una historia sobre tu enojo y frustración es distinto. Cuando escribes esa historia, a menudo te enfocas en las razones por las que las acciones de otra persona estaban mal, así como en los defectos de esa persona. Esto sucede porque existe una tendencia a concentrarse en las acciones de otros y asumir que actúan así debido a un aspecto de su personalidad. Como resultado, ignoras la influencia de la situación en su comportamiento.
Este enfoque es problemático, porque si llegas a creer que alguien tiene malas intenciones, puede ser difícil tratar con él de manera efectiva en el futuro. Reconocer la variedad de factores que llevaron a sus acciones te ayuda a planear de manera más efectiva para obtener mejores resultados.
Podrías sentir la tentación de contar esa historia
Otro problema de desahogarse en el trabajo (especialmente por escrito) es que podrías sentir la tentación de compartir lo que has escrito con alguien más. Es importante recordar que la ira y la frustración son emociones que impulsan a actuar en el momento. Al escribir tu versión de la historia, usando esa energía para detallar por qué tienes razón y alguien (o todos) están equivocados, podrías sentir que la historia merece ser contada.
Una vez que terminas de escribirla –aunque tengas la intención de solo borrarla—puede que sientas que esa historia merece ser difundida. En el momento, es probable que tu evaluación se enfoque en el beneficio inmediato. Si decides enviar tu versión, te sentirás bien al instante y también creerás que inclinas la balanza de la opinión a tu favor.
Pero el éxito en el trabajo requiere pensar en el largo plazo. Cuando estás frustrado, tienes un sesgo hacia solucionar el problema de inmediato en lugar de enfocarte en lo mejor para el futuro. Para asegurarte de que tomas la mejor decisión a largo plazo, es mejor evitar desahogarte.
Genera un mal hábito
Tal vez el problema más importante de desahogarse es que genera un mal hábito. Resulta que esta teoría hidráulica de la ira y la frustración está incrustada en el lenguaje, pero en realidad no describe bien cómo funcionan. Es cierto que te energizas cuando estás enojado y frustrado. Sin embargo, no necesitas disipar esa energía atacando la fuente de tu enojo.
De hecho, cuando te desahogas de forma rutinaria, en realidad estás desarrollando un hábito de responder de manera agresiva ante situaciones que provocan ira. Sin embargo, a menudo existen formas mejores y más saludables de canalizar esa energía. Realizar técnicas de relajación, como respirar profundamente, puede ayudarte a calmarte.
Pensar productivamente en por qué ocurrió el evento y el contexto que pudo haber llevado a una mala interacción puede ayudarte a reconocer que la otra persona pudo haber actuado con buenas intenciones, incluso si el resultado no fue positivo para ti. Salir a caminar o hacer ejercicio también puede ser una vía positiva para liberar energía.
Debes desarrollar tus propias estrategias para manejar la energía que sientes cuando estás enojado o frustrado. Aunque desahogarte puede hacerte sentir mejor en el momento, es poco probable que sea útil a largo plazo, tanto porque podrías malinterpretar la situación como porque crea hábitos poco saludables para lidiar con estas emociones negativas.