
Ahora que estamos en pleno corazón de la spooky time, decidí que mis hijos ya son lo suficientemente grandes para experimentar una pieza clásica de mi infancia: el video “Thriller” de Michael Jackson. Más allá de darles un buen susto, me hizo reflexionar sobre cómo este álbum de 1982 no solo dejó una huella en mí a los 14 años, sino que también se convirtió en un fenómeno cultural.
En solo un año, Thriller se convirtió en el álbum más exitoso del mundo, con 32 millones de copias vendidas. Al final de la década, ese número había ascendido a 48 millones. Hoy, ostenta el récord como el álbum más vendido de todos los tiempos, con más de 70 millones de copias en todo el mundo. Sus reconocimientos incluyen ocho premios Grammy, ocho American Music Awards y un lugar en el Registro Nacional de Grabaciones.
Pero lo que resulta fascinante es cómo las letras del álbum se conectaban con mis propias noches largas en la escuela secundaria: esas horas dedicadas a estudiar para los exámenes y hacer tareas y proyectos.
“It’s close to midnight
And something evil’s lurking in the dark
Under the moonlight
You see a sight that almost stops your heart
You try to scream
But terror takes the sound before you make it
You start to freeze
As horror looks you right between the eyes
You’re paralyzed” .
Hubo tantas veces en la secundaria en las que me sentí “paralizado” por el “horror” de la ansiedad, sintiéndome atrapado sin inspiración, inseguro sobre qué hacer a continuación. Pero como un niño de la Generación X, seguir adelante a pesar de la incomodidad era simplemente lo que se hacía.
La pérdida de impulso
Recientemente, hablé con mi facultad sobre cómo los estudiantes de hoy no parecen tener el mismo impulso: a menudo son reacios a superar los desafíos. Es un cambio desconcertante que he estado ansioso por entender.
Crecí aprendiendo a seguir adelante: probar, fracasar, esforzarme más. “La presión produce diamantes”, como dice el refrán. No se trataba de llevarte al punto del agotamiento, sino de aprender a refinar tus ideas a través de un esfuerzo repetido en lugar de simplemente recurrir a una búsqueda rápida en internet y detenerse ahí. La lección era intentar –realmente intentar– ir más allá de la primera idea porque, en el mundo real, lo “bueno” a menudo no es suficiente.
Empecé a sentir curiosidad sobre por qué la motivación y la resiliencia parecen haber disminuido entre los estudiantes contemporáneos. Lo que descubrí apuntaba a cambios en los estilos de crianza, agravados por los desafíos únicos de la pandemia de covid-19.
La crianza “helicóptero”, donde los padres monitorean y están cerca a sus hijos, produjo niños que son menos independientes y necesitados de ayuda externa para navegar las dificultades. Esta tendencia evolucionó hacia la crianza de “bulldozer”—donde los padres despejan obstáculos del camino de sus hijos –dejando a los estudiantes aún menos equipados para manejar reveses o fracasos–.
Luego vino el auge de los trofeos de participación, que recompensaban el esfuerzo en lugar del logro. Si bien estos trofeos tenían como objetivo aumentar la autoestima, también eliminaron las oportunidades para que los niños aprendieran de sus fracasos, despojándolos de la resiliencia que proviene de superar desafíos.
La pandemia solo empeoró las cosas. Con el cierre de las escuelas y cuando los estudiantes cambiaron a la educación a distancia, se perdieron las conexiones vitales con maestros y compañeros. Estas relaciones son impulsores clave de la motivación, y sin ellas, muchos estudiantes se volvieron desinteresados y no tenían inspiración. En lugar de abrazar los desafíos, se retiraron, abrumados por la falta de estructura y el creciente ansiedad.
La falta de curiosidad
Además de estas luchas sobre su motivación, hay otra tendencia preocupante: muchos estudiantes ahora creen que su primera idea es la mejor y, por lo tanto, resisten la tentación de explorar nuevos enfoques. Esta mentalidad presenta dos problemas. Primero, esto revela una falta de resiliencia al enfrentar desafíos intelectuales. Los estudiantes, acostumbrados a recibir elogios solo por el esfuerzo, a menudo esperan un éxito rápido sin necesidad de ensayo y error. Cuando se encuentran con obstáculos, pueden abandonar sus ideas en lugar de refinarlas.
En segundo lugar, este enfoque revela un declive en la curiosidad. La creatividad y la innovación requieren una disposición para cuestionar suposiciones iniciales y explorar diferentes ángulos. Sin embargo, muchos estudiantes se detienen en su primera idea, sin darse cuenta de que la verdadera originalidad rara vez surge de un primer borrador. Los pensamientos iniciales a menudo son poco originales y se basan en un pensamiento superficial.
Esta falta de curiosidad obstaculiza el crecimiento intelectual. La curiosidad es tan fundamental como el hambre o la sed; nos impulsa a explorar, aprender y adaptarnos. Pero en entornos estresantes –como durante la pandemia– la curiosidad puede quedar en un segundo plano. Esto crea un ciclo: los estudiantes que no participan en un pensamiento exploratorio se vuelven menos motivados para refinar sus ideas, lo que lleva a la complacencia.
Esto me deja preguntándome: ¿cómo podemos, como educadores, alentar a los estudiantes a ir más allá de ese primer borrador? ¿Cómo los inspiramos a esforzarse por la excelencia y les mostramos el valor del trabajo duro? Es crucial enseñarles que la crítica constructiva no es un ataque personal, sino una manera de ayudarles a mejorar y destacarse del resto.
Vayan más allá del borrador inicial
Entonces, ¿qué tiene todo esto que ver con Michael Jackson y “Thriller”? Bueno, la historia de “Thriller” ofrece un ejemplo perfecto. Cuando Rod Temperton, un compositor que había escrito para el álbum Off the Wall de Jackson, volvió para escribir para la continuación, una de sus contribuciones fue una pegajosa canción llamada “!“Starlight”. Jackson y el productor Quincy Jones apreciaron la pista, pero animaron a Temperton a seguir refinándola. Y durante un destello de inspiración en su camino al estudio, pensó en un nuevo título –uno que cambiaría la historia de la música pop y se convertiría en un himno de Halloween–: “Starlight” se transformó en el icónico “Thriller”.
Si Jackson y Jones no hubieran presionado a Temperton más allá de su borrador inicial, no tendríamos la legendaria canción ni el innovador video musical que la siguió. Y en lugar de la escalofriante danza que conocemos hoy, todos estaríamos cantando una melodía muy diferente:
“There’s indication
That someone else is standing on the ground
Across the nation
There’s always people trying to pull you down
Now is the time
For us to spend this evening close together, yeah
Deep in the night
We’re holding on to someone else’s dream
Girl, can’t you see?
We need some starlight, starlight sun
There ain’t no second chance
We got to make it while we can
We’ll need the starlight, some starlight sun
I need you by my side, you give me
Starlight, starlight, starlight, yeah”.