Si pensamos en el realismo mágico evocamos a Pedro Páramo o Cien años de soledad. Pero también está Cómo agua para chocolate, de Laura Esquivel.
Publicada en 1989 y hecha una laureada película, la historia se desarrolla en el México revolucionario con Tita (Azul Guaita) como protagonista y una extraordinaria cocinera. Al ser la hija menor de la familia —compuesta de una madre viuda y dos hermanas mayores— está destinada a dejar de lado su vida y cuidar a su madre. El problema es que está enamorada de Pedro Muzquiz (Andrés Baida).
El 3 de noviembre Max estrenó Como agua para chocolate, serie que tiene a Salma Hayek como productora ejecutiva. Si bien es un reto llevar a de nuevo a la pantalla una historia tan amada, tenían todos los ingredientes para cocinarla y servirla en su punto.
Una historia atemporal
¿Cómo volver a hacer una historia escrita hace 35 años? O ¿cómo competir con la película de 1992 dirigida por Alfonso Arau? Para Salma, la respuesta era obvia. No es que hubieran hecho una producción inmensa, sino que contaban con un talento inmenso y una obra de arte para inspirarse.
“Teníamos un gran regalo; decimos trampa porque la señora Laura Esquivel ha hecho algo tan genial y tan rico, literal y figurativamente. Entre más lees, más quieres saber. Una de las cosas que nos ayudó mucho fueron los personajes. Son todos también deliciosos, hay mucha tela donde cortar”, señala Hayek.
La serie profundiza en las protagonistas, tres hermanas diferentes entre sí, una madre estricta y vigilante, así como la bondadosa cocinera Nacha, a lo largo de los capítulos, cuyos títulos son las recetas más sobresalientes del libro.
Esto permite empatizar un poco más con las “antagonistas” de la novela. Mamá Elena —interpretada por Irene Azuela—, quien busca proteger y cuidar a su familia, repleta de mujeres, mediante las costumbres que le inculcaron. O Rosaura (Ana Valeria Becerril), quien se vuelve la rival de Tita tras obedecer las órdenes de su madre, en un intento de ganar su aprobación.
Al final, ambas son mujeres moldeadas a su época, en medio de una guerra, cuidándose entre ellas.
Realismo mágico
El teaser de la serie dejó ver pequeñas escenas donde los invitados de la boda comienzan a llorar tras comer el pastel, el cual fue horneado con las lágrimas de Tita. O los ardientes pasos que deja Gertrudis (Andrea Chaparro) tras darse un baño luego de comer unas afrodisiacas codornices en pétalos de rosa.
Y entre estos guiños de magia, se desenvuelve una historia realista, donde existe una rivaldad de hermanas, las diferentes generaciones con sus respectivas diferencias, una revolución en contra de las costumbres preestablecidas. Aún más interesante, esta revolución se desarrolla desde las trincheras a las que las mujeres han estado históricamente, como lo es la cocina.
“Las mujeres estaban esclavizadas en la cocina. Sin embargo, Tita hace un arte de la cocina y lo convierte en magia, en donde puede tener una voz, expresar lo que siente y confrontar, aunque esté narrado en el realismo mágico, a todos los demás con las situaciones que ella está viviendo”, puntualiza Salma.