En 2007, Apple ganó la guerra de los smartphones apostando por nuestro deseo colectivo de sumergirnos en la pantalla-espejo del iPhone y explorar el maravilloso mundo digital que nos esperaba al otro lado. Desde entonces, hemos construido la frontera digital con un fervor imparable, diseñando innumerables productos y experiencias digitales. Pero recientemente, comenzamos a darnos cuenta de que algo se perdió con el minimalismo digital y elegante.
El tacto es, con diferencia, nuestro sistema sensorial más complejo. Es una parte esencial para procesar nuestro entorno, pero el énfasis en las experiencias digitales ha llevado a un lenguaje de diseño homogeneizado que limita el tacto y la textura.
La llegada del diseño táctil
El diseño táctil es un regreso a la tangibilidad. Es un enfoque emergente del diseño que prioriza elementos como el material, la textura y el peso. Se basa en sistemas de diseño visuales y auditivos ya establecidos para crear una experiencia más inmersiva, intuitiva y multisensorial.
Cuando priorizamos en exceso la experiencia visual, nos desconectamos de un rico tesoro de información sensorial física que nuestro cerebro ansía. Una encuesta de Connected Consumer de Deloitte descubrió que 44% de los consumidores entre 18 y 40 años sienten que el uso de dispositivos puede afectar negativamente su conexión con el mundo físico; además, la investigación indica que los productos con elementos táctiles pueden “reforzar recuerdos y profundizar experiencias” para los usuarios.
No es casualidad que haya un resurgimiento de experiencias analógicas, desde máquinas de escribir hasta teléfonos de tapa, CDs y vinilos. Interactuar con productos físicos –tocar el material, escuchar el clic de las teclas, sentir el peso– permite a los usuarios formar una relación y ritual únicos con sus objetos. La tactilidad ha sido durante mucho tiempo un sello de productos de lujo, desde la moda hasta el mobiliario, evocando artesanía y recordándonos el esmero puesto en el diseño de un producto. Ya sea artesanal o fabricado, esta conexión con la materialidad aumenta el valor percibido del objeto y su resonancia emocional; y lo sentimos: los mejores productos involucran todos nuestros sentidos y sintonizan nuestro ser completo.
Varias marcas ya están destacando la tactilidad para crear experiencias multisensoriales memorables. En el London Design Festival de este año, Dezeen y ASUS Zenbook organizaron una exposición llamada Design You Can Feel, que retó a seis estudios de diseño a explorar cómo la forma, el color y la textura se combinan para activar los sentidos. Gentle Monster ha desarrollado un concepto de “futuro del comercio” llamado Haus Dosan, donde los diferentes pisos crean experiencias diseñadas para cada sentido. Y Little Signals de Google ha creado objetos físicos que usan movimiento, sonido y sutiles indicaciones visuales para ayudar a los usuarios a mantenerse al día con recordatorios y tareas sin tener que interactuar con una pantalla.
Diseño y accesibilidad
Además de su atractivo estético y experiencial, el diseño táctil mejora la usabilidad y accesibilidad de los productos con los que interactuamos. Las quejas de los clientes sobre la seguridad de las pantallas táctiles en los automóviles han llevado a fabricantes como Kia y Volkswagen a reintroducir botones y perillas para funciones críticas, y el Programa Europeo de Evaluación de Automóviles Nuevos planea introducir nuevos estándares para botones físicos en 2026 para que los autos obtengan una calificación de seguridad de cinco estrellas.
No solo los autos están trayendo de vuelta los botones; Apple ha introducido botones de control de acción y cámara para facilitar el acceso a acciones rutinarias. Los botones físicos permiten a los usuarios confiar en la memoria muscular para interacciones más rápidas e intuitivas en entornos donde las pantallas táctiles podrían ser distracciones o menos prácticas, además de ser una alternativa a las pantallas capacitivas que dificultan la accesibilidad para personas mayores y personas con discapacidades.
Un regreso a las interacciones tangibles
El diseño táctil no es solo una moda pasajera; apunta a una transformación significativa en el diseño de productos que requiere que las marcas consideren una experiencia multisensorial en todos los puntos de contacto del usuario. El diseño táctil no está exento de desafíos, siendo los mayores el tiempo y el esfuerzo necesarios para lanzar funciones físicas funcionales. Sin embargo, estos desafíos no son exclusivos del desarrollo de características táctiles; los consumidores se han cansado de que las empresas prometan demasiado y entreguen poco en las versiones beta de productos digitales. Cuando las marcas se toman el tiempo de diseñar funciones físicas y digitales, los beneficios pueden superar con creces las desventajas: mejor usabilidad, mayor confianza del consumidor y una conexión emocional más profunda, por nombrar algunos.
El diseño táctil proporciona un regreso muy necesario a interacciones tangibles que involucran nuestros sentidos más allá de las experiencias visuales y auditivas planas que se han vuelto la norma en los últimos 15 años. Los diseñadores tienen la oportunidad de crear productos que no solo funcionen bien, sino que también duren más al fomentar conexiones emocionales más profundas con los usuarios.
En un mundo dominado por pantallas, los consumidores buscan productos que utilicen la materialidad y las interacciones físicas para ayudarnos a tener una relación más significativa, accesible y corpórea con la tecnología. Al diseñar para el futuro, prioricemos experiencias que jueguen con nuestros sentidos y aseguremos que nuestros productos no solo se utilicen, sino que se valoren y disfruten por muchos años.
Dan Harden es CEO y diseñador principal en Whipsaw.