Martha –el reciente documental de Netflix sobre la icónica Martha Stewart– expone una verdad incómoda del mundo empresarial: mientras ella construía un imperio valorado en 2,000 millones de dólares (mdd), terminó pagando un precio invisible por ser mujer.
Un precio que, de acuerdo a datos de McKinsey, sigue costando a las emprendedoras 48% menos de probabilidades de conseguir financiamiento que sus contrapartes masculinos. Sin embargo, ese retroceso no sería el fin de su historia.
Stewart no solo revolucionó la industria del lifestyle al transformar un negocio de catering casero en una empresa que cotizó en NYSE en 1999, sino que redefinió las reglas del juego empresarial justo antes del boom de la era dot-com.
¿Visionaria? Sí. Stewart logró visualizar, crear y ejecutar un negocio que pocos entendían. En una época donde solo el 5% de los CEOs en Estados Unidos eran mujeres, ella construyó un imperio mediático que generaba 1,600 mdd en ventas anuales al momento de su IPO.
Un cuarto de siglo después, la brecha de género en el liderazgo empresarial sigue siendo alarmante: en México, tan solo el 4% de las empresas más grandes tienen a una mujer como CEO.
La disrupción de Stewart nos revela tres dimensiones clave que hoy son esenciales para cualquier líder en la era digital:
1. La monetización de la autenticidad antes de que fuera tendencia
Mientras los gurús de marketing actual predican sobre personal branding, Stewart lo ejecutaba a la perfección hace cuatro décadas. Los números lo confirman: su revista Martha Stewart Living alcanzó 2.3 millones de suscriptores en su máximo momento, superando a publicaciones establecidas dominadas por empresas tradicionales. ¿La clave? Cada consejo, cada receta, cada recepción, cada proyecto había sido personalmente estudiado, probado y perfeccionado una y otra vez. No vendía solo contenido, vendía expertise verificable, replicable y sobre todo representaba un sueño aspiracional.
2. La negociación como arte de guerra
En 1997, Stewart tomó una decisión que muchos no entendían y cuestionaron: compró los derechos de su propia marca a Time Warner por 53 mdd, un movimiento que los medios y analistas consideraron “emocional” por ser mujer. ¿Estratega? Sí. Tan solo dos años después, esa misma marca se valoraba en 200 mdd. Nada de esto fue suerte. Fue el resultado de una estrategia de negociación basada en datos y pronósticos de mercado que ella dominaba mucho mejor que sus críticos y oponentes.
En un mercado donde las fundadoras actualmente reciben solo 2.3% del capital de riesgo, la estrategia y determinación de Stewart de mantener el control mayoritario de su compañía se adelantó dos décadas a las conversaciones actuales sobre equidad en financiamiento.
3. Innovación como sistema, no como evento
El verdadero genio de Stewart fue convertir la innovación en un proceso sistemático. Para 2004, su línea en Kmart había generado más de 1,000 mdd en ventas anuales, demostrando cómo cada extensión de marca –desde productos retail hasta plataformas digitales– seguía un proceso meticuloso de testeo, validación y escalamiento basado en datos. Cada producto era parte de un ecosistema mayor, alimentado por su adn y personalidad al centro de todo.
El verdadero costo del liderazgo femenino
El documental revela una verdad incómoda: mientras más exitosa se volvía Stewart, más se intensificaba la cacería mediática. La misma determinación y perfeccionismo que construyeron su imperio se convirtieron en armas para cuestionarla, reforzando el doble estándar que aún existe en el mundo empresarial. Las mismas características que serían celebradas en un líder masculino –perfeccionismo, exigencia, visión– fueron utilizadas para criticarla.
La lección más valiosa del legado de Stewart no es solo cómo construir un imperio, sino cómo mantenerlo frente a barreras sistémicas. En una era donde las mujeres CEO en Estados Unidos siguen ganando 75 centavos por cada dólar de sus contrapartes masculinos, su historia no es solo inspiradora –es un manual de supervivencia, liderazgo y éxito en un campo de juego que aún no es parejo–.
Las estrategias de Stewart siguen siendo relevantes hoy: el mercado global de lifestyle y medios que ella ayudó a crear está valorado en 4.6 trillones para 2025. Su mayor contribución no fue solo mostrar que las mujeres pueden construir y liderar imperios sino también crear el campo para que otras lo hagan.
Hace unos días, en una entrevista le preguntaron si alguna vez sufrió del “síndrome de impostora” a lo cual respondió con la practicidad y seguridad que la caracteriza: “No, tienes que aprender a tomar las riendas y montar el caballo”.
Quizás, el legado de Stewart a sus 80 años es más invaluable que nunca, pues ha logrado redefinir lo que significa el éxito en una industria dominada por hombres, reinventarse y regresar mejor que nunca, y sobretodo inspirar a generaciones de mujeres a no solo asumir el control de sus narrativas, sino también de sus empresas.