Bali es una historia de dos islas. La Bali bañada por el sol, donde los campos de arroz verdes conviven con playas acariciadas por el vaivén de las olas, y la congestionada por el tráfico, atascada de influencers y ahogándose en basura. En esta lucha entre el paraíso y el plástico, una nueva iniciativa busca devolver la limpieza a Bali.
Un centro comunitario de gestión de residuos, el primero de su tipo, ha abierto sus puertas cerca del vertedero de basura más grande de Bali. La instalación, de 1,950 metros cuadrados, puede procesar hasta 10 toneladas de residuos al día y está ubicada en una región conocida por su afluencia turística (y, por lo tanto, altamente contaminada).
El llamado Community Waste Project funciona como un club de membresía, excepto que el centro es una organización sin fines de lucro y cualquier ingreso se reinvierte en la comunidad local. Por una tarifa mensual, los negocios participantes desvían la mayor parte de sus residuos del vertedero y los procesan en el centro. Al mismo tiempo, reducen su huella de carbono y, con suerte, salvan a Bali de ahogarse en su propia basura.
Hasta ahora, siete negocios de la zona de Seminyak, muchos de ellos hoteles y clubes de playa competidores, se han inscrito. Si el modelo funciona, podría replicarse en toda Bali. “Cero residuos es un viaje, no una competencia”, dice Amanda Marcella, directora de sostenibilidad en Potato Head, un eco-resort local que encabeza el proyecto. “No podemos abordar el reciclaje y la reutilización solos. Creemos que juntos podemos hacer de Bali un lugar con cero residuos”.
De todos los residuos a menos residuos
Por ahora, Bali es todo desechos. La isla genera 1.6 millones de toneladas de residuos al año, incluidas 330,000 toneladas de plástico. Gran parte de eso no se recoge, se acumula en los bordes de las carreteras, fluye hacia los ríos, termina en las playas y se adentra en el océano. El resto se acumula en vertederos que han estado desbordados durante años y que recientemente ardieron durante más de 30 días, liberando toxinas en el aire. Los 16 millones de turistas de la isla generan 3.5 veces más residuos diarios que sus residentes, representando 13% del total de desechos de Bali.
En los últimos años, varias organizaciones han tomado el asunto en –literalmente– sus manos. Cada año, la ONG local Bye Bye Plastic Bags (BBPB) moviliza a decenas de miles de personas para realizar “La mayor limpieza de Bali”. Las fundadoras de BBPB, dos hermanas que tenían solo 10 y 12 años en ese momento, hicieron campaña incansablemente durante seis años y lograron que se prohibieran el poliestireno, los popotes y las bolsas de plástico de un solo uso en Bali en 2019. En otros lugares, la organización sin fines de lucro Sungai Watch ha estado utilizando barreras flotantes para recolectar más de 2.5 millones de kilos de basura flotante de los ríos de Bali y reutilizando lo que puede para fabricar muebles.
Aplicar mejores prácticas
El Community Waste Project se desarrolló en colaboración con el restaurante Mexicola y la empresa de construcción Total Bangun Persada. La idea se basa en una práctica que el resort Potato Head ha defendido durante una década.
Cuando Potato Head abrió por primera vez en 2010, entre 60% y 70% de los residuos del hotel se arrojaban a los vertederos. Ahora, ese porcentaje fluctúa según las estaciones y los niveles de ocupación, pero en septiembre de 2024 fue solo de 2.6%.
Con la ayuda de una empresa de auditoría externa llamada Mantra, el equipo aprendió a monitorear sus residuos en el lugar y separarlos en orgánicos y no orgánicos. Los primeros se convierten en compost o alimento para cerdos; los segundos (incluidos plásticos HDPE, poliestireno y botellas de vidrio) se reciclan o se reutilizan para fabricar diversos artículos de mobiliario repartidos por el resort, como sillas hechas con botellas de plástico recicladas y bancos hechos con restos de espuma de motocicletas.
Un modelo para toda la isla
El centro de residuos ofrece una versión a gran escala de esta práctica, incluida la capacidad de reutilizar residuos en el lugar con diversas máquinas que pueden triturar y fundir plástico. Si los miembros participantes necesitan muebles o paneles hechos de plástico reciclado, pueden comprarlos al centro de residuos. Todas las ganancias de la venta de estos productos se reinvertirán en la comunidad local y se utilizarán para financiar la construcción de más centros de gestión de residuos en toda Bali. “Estamos comenzando donde estamos”, dice Ronald Akili, fundador de Potato Head, señalando que si el modelo funciona, quiere compartir el conocimiento y ayudar a expandir el movimiento por toda la isla. “Nuestro objetivo para los próximos 10 años es construir tantos centros comunitarios de residuos en Bali como sea posible”.
El Community Waste Center ofrece tres niveles de precios basados en la naturaleza y el tamaño del negocio. Estos van desde aproximadamente 95 dólares al mes para restaurantes, hasta aproximadamente 500 al mes para clubes de playa y hoteles con 100 habitaciones o más. En Bali, los negocios suelen pagar por el servicio de recolección de basura, por lo que esta no sería una nueva tarifa. Marcella dice que la tarifa de membresía es aproximadamente la misma que pagarían de otro modo.
Control sobre lo que cada quien genera
Los miembros reciben una evaluación inicial única de sus residuos antes de unirse y un informe mensual detallado sobre la cantidad de residuos que generan. Cada negocio también ha designado a un “campeón ecológico” para garantizar que la basura se clasifique de manera efectiva antes de que se recoja para su procesamiento.
Finns Bali, un extenso club de playa ubicado en Canggu, pasó casi un año perfeccionando su gestión de residuos en el lugar. Antes de eso, el club de playa enviaba aproximadamente 80% de sus residuos al vertedero. Pero desde que se unieron al centro de residuos, solo envían aproximadamente 20%, con el objetivo de reducirlo a 5%. “Unirse al centro de residuos ha aumentado significativamente la conciencia entre nuestro personal sobre la importancia de los residuos como un recurso valioso”, dice Abdul Manaf, gerente de ESG de Finns Bali, y agrega que el equipo también envía sus residuos orgánicos a jardines de compostaje, recicla uniformes usados con una empresa local llamada EcoTouch, y convierte sus palillos en muebles con la ayuda de otra empresa llamada ChopValue.
Kynd, un restaurante vegano en Seminyak que también se ha inscrito en el centro de residuos, comparte un sentimiento similar. “Nos hemos vuelto mucho más conscientes sobre la separación de residuos y el seguimiento de la cantidad que generamos”, dice Lauren Camilleri, cofundadora del lugar.
Kynd solía enviar sus restos de comida a una instalación de compostaje, pero notaron que una cantidad significativa de otros residuos terminaba en los vertederos. Al unirse al centro de residuos, esperan reducir estas contribuciones y garantizar que sus residuos terminen en el lugar correcto.
“Bali da tanto a tantos”, dice ella, “y ahora es nuestro momento de devolver algo”.