Cuando me invitaron a hablar ante un grupo de ingenieros de la NASA, me pidieron responder dos preguntas: ¿Cuál fue el principal factor que contribuyó a mi satisfacción profesional en Johnson & Johnson? Y, ¿qué impulsó mi éxito en creatividad e innovación?
Intrigado, acepté la invitación, creyendo que el liderazgo de la NASA tenía una razón específica para plantear preguntas tan enfocadas. Para prepararme, reflexioné sobre cómo compartir ideas con un grupo tan respetado de ingenieros. A través de la autoexploración y la investigación, me di cuenta de que la respuesta a ambas preguntas era la misma: gratitud.
Lecciones de la infancia
Mi infancia estuvo lejos de ser ordinaria. Como el segundo mayor de 14 hijos criados en una casa de 83 metros cuadrados con un padre marcado por los traumas de su niñez, éramos más pobres de lo que sabíamos, pero bendecidos con una madre increíble. A pesar de los desafíos, mamá era una maestra excepcional que nos preparó bien para la vida. Cuando mencionaba que tenía 14 hijos, los extraños a menudo respondían con un condescendiente “Dios te bendiga”. Su respuesta automática era: “Ya lo ha hecho, 14 veces”.
Nunca teníamos suficientes bombillas, pero siempre había una funcionando. Después de cenar y hacer tareas en la cocina, nos mudábamos al segundo piso. Mamá levantaba su delantal para retirar la única bombilla caliente del enchufe en la cocina, mientras todos nos agrupábamos a su alrededor aferrándonos a su vestido, siguiéndola hasta el pasillo del piso superior donde instalaba la bombilla. Durante esta migración nocturna, decía: “¿Saben cuán afortunados somos de tener esta bombilla? ¿Saben cuántos niños van a dormir sin una? Demos gracias por esta bombilla”.
Esta historia de la bombilla es solo una de las innumerables lecciones que mamá nos enseñó intuitivamente sobre la gratitud. A menudo citaba a Henry David Thoreau: “Me hago rico al hacer mis necesidades pocas”. Su mensaje central impartió una lección invaluable: la gratitud es esencial para la felicidad y el bienestar.
Gratitud: combustible para mi carrera
A lo largo de mis 25 años como vicepresidente de Ingeniería en Johnson & Johnson, la creatividad y la innovación guiaron mi camino a través de desafíos y éxitos. Obtuve 15 patentes en Estados Unidos, muchas de las cuales transformaron industrias o mercados. A los 18 años, inventé los pañales desechables para bebés, un negocio que hoy genera 60 millones de dólares anuales. A pesar de asumir riesgos estratégicos y abrazar el cambio, una práctica subestimada impulsó mi trayectoria: la gratitud.
Aquí hay algunas lecciones que he aprendido en el camino sobre cómo la gratitud puede mejorar tu satisfacción y éxito profesional.
Expresar gratitud hacia los demás ayuda a fomentar relaciones laborales más sólidas
Desde el principio, aprendí que un simple “gracias” podía lograr más que presentaciones pulidas e informes detallados. La apreciación genuina fomentó relaciones construidas sobre la confianza y el respeto. En entornos colaborativos, la gratitud reduce fricciones y facilita interacciones más fluidas. Los colegas que se sentían valorados correspondían invirtiendo en metas compartidas, lo que, a su vez, alimentaba la creatividad y el pensamiento innovador.
La gratitud te ayuda a replantear los desafíos
La gratitud también reformuló mi enfoque hacia los desafíos. En un mundo donde el statu quo está constantemente bajo amenaza, los contratiempos son inevitables. En lugar de enfocarme en el fracaso, busqué lecciones ocultas dentro de cada decepción. La gratitud cambió mi enfoque de lo que salió mal a lo que se podía aprender, cultivando resiliencia y abriendo puertas para resolver problemas de manera creativa.
La gratitud te da un sentido más profundo de propósito en tu trabajo
Apreciando pequeños logros diarios, descubrí las recompensas intrínsecas de mis esfuerzos. Esta conciencia nutrió una pasión genuina que impulsó un compromiso y motivación a largo plazo. Durante transiciones profesionales —ya fueran promociones, cambios de rol o desafíos organizacionales—, me adapté con un corazón anclado en la gratitud, encontrando significado y potencial en cada cambio.
Practicar la gratitud mejora tus habilidades de liderazgo
Más allá del crecimiento personal, la gratitud se convirtió en una filosofía de liderazgo. Al reconocer las contribuciones de los demás, busqué cultivar una cultura donde la gratitud impregnara el lugar de trabajo. Celebrar los éxitos, grandes y pequeños, alentó a otros a asumir responsabilidad y orgullo por su trabajo. Esta apreciación colectiva trascendió el rendimiento individual y fortaleció el espíritu de equipo. A medida que crecía la gratitud compartida, también lo hacía nuestra capacidad para innovar colectivamente como organización.
La gratitud ayuda a combatir el estrés
La gratitud también proporcionó un contrapeso poderoso frente al estrés. Las demandas implacables del mundo corporativo requerían una mentalidad centrada y enfocada. Al reconocer logros y permanecer agradecido por los desafíos que me empujaban más allá de mi zona de confort, manejé el estrés de manera más efectiva, permaneciendo abierto a nuevas posibilidades.
Reflexionando sobre mi carrera, me doy cuenta de que la gratitud no fue solo un accesorio para el éxito: fue integral a él. Practicar la gratitud me permitió cultivar una red de relaciones de apoyo, fomentar un aprendizaje continuo e inspirar un flujo constante de energía creativa. Las recompensas fueron tangibles y las lecciones, duraderas.
Mientras me preparaba para la presentación en la NASA, reconocí que la gratitud no era simplemente una virtud personal. Era una fuerza poderosa que impulsó mi carrera a alturas que nunca imaginé. Compartí con los ingenieros de la NASA mi creencia de que la gratitud, como mentalidad, puede ampliar notablemente tu perspectiva. Cultivar la gratitud y apreciar la abundancia de la vida abre naturalmente puertas para explorar nuevas posibilidades e ideas poco convencionales. Compartí mi convicción de que la gratitud seguirá siendo mi estrella guía.
Como mentor de líderes emergentes y pensadores innovadores, los animo a aprovechar el poder de la gratitud, no como una emoción pasiva, sino como una estrategia activa para el éxito. Al cultivar la gratitud, nos empoderamos a nosotros mismos y a los demás para lograr hazañas extraordinarias, transformando los lugares de trabajo en comunidades dinámicas caracterizadas por creatividad, innovación y logros compartidos.