La reciente decisión del presidente surcoreano Yoon Suk Yeol de declarar brevemente la ley marcial subraya lo delicadas que son las democracias, incluso en países considerados modelos de transformación política. Corea del Sur, reconocida por su transición democrática desde 1987, vuelve a ser foco de análisis tras este episodio.
La ley marcial en Corea del Sur solo puede implementarse bajo condiciones extremas como guerras o emergencias graves. Su repentina proclamación sorprendió a su aliado principal, Estados Unidos, que aseguró no haber sido informado con antelación. Este hecho pone en cuestión la estabilidad de un sistema que se consideraba consolidado y ejemplar.
Desde su transición democrática, Corea del Sur se ha posicionado como un actor global destacado. En marzo, el presidente estadounidense Joe Biden eligió a Yoon como anfitrión de su Cumbre por la Democracia, un evento que buscaba reforzar los valores democráticos en el escenario internacional. Esta cumbre también fue una oportunidad para Biden de diferenciarse políticamente de Donald Trump, quien está programado para regresar a la Casa Blanca el próximo 20 de enero.
Señales de advertencia desde Corea del Sur que fueron ignoradas
Aunque la medida tomó por sorpresa a muchos, algunos expertos ya habían notado señales preocupantes. Danny Russel, diplomático estadounidense que trabajó en Asia bajo el gobierno de Barack Obama, señaló que la oposición, que controla el parlamento surcoreano, intentó repetidamente someter al presidente Yoon a un juicio político. Según Russel, la política en Corea del Sur está profundamente polarizada, con una oposición que emplea tácticas de bloqueo extremo.
A pesar de la controversia, las protestas masivas que siguieron a la decisión de Yoon son una muestra de la capacidad de la sociedad civil para defender la democracia. Russel considera que esta crisis podría ser una oportunidad para que tanto el partido en el poder como la oposición reflexionen sobre su comportamiento y busquen formas de reconciliación.
Tendencias autoritarias en el liderazgo de Yoon
La conducta de Yoon ya había encendido alarmas. En un discurso reciente, el presidente criticó a ciertos sectores que, según él, se camuflan como defensores de la democracia, derechos humanos o causas progresistas. Este tipo de mensajes han sido interpretados por algunos como una inclinación autoritaria.
Yoon llegó al poder en 2022 con un margen estrecho y prometiendo reformas económicas y alianzas sólidas con Estados Unidos y Japón. Sin embargo, su popularidad cayó rápidamente, y la oposición tomó el control de la Asamblea Nacional. Celeste Arrington, especialista en política surcoreana de la Universidad George Washington, calificó la declaración de ley marcial como un movimiento extremo que refleja la falta de experiencia política de Yoon. Para ella, esta crisis también deja al descubierto vulnerabilidades en el sistema democrático del país.
Otros analistas, como Bruce Klingner de la Heritage Foundation, ven en esta acción una regresión preocupante hacia el autoritarismo que Corea del Sur ha trabajado décadas por superar. Sin embargo, voces como Darcie Draudt-Vejares, de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, sugieren que esta crisis podría fortalecer la democracia al resaltar la importancia del control civil y la resiliencia de las instituciones.
El contexto global de las democracias
A partir de la caída de la Unión Soviética en los años 80, muchas naciones adoptaron sistemas democráticos. Sin embargo, en los últimos 18 años, la democracia ha enfrentado retrocesos en varias partes del mundo. Organizaciones como Freedom House señalan que esta tendencia es global, mientras que el índice V-Dem posiciona a Corea del Sur como la tercera democracia más sólida de Asia, detrás de Taiwán y Japón.
Líderes electos en países como India, Turquía y Hungría han mostrado tendencias autoritarias, cuestionando la estabilidad de los valores democráticos. Incluso en Estados Unidos, la democracia enfrenta desafíos. Donald Trump, quien ganó las recientes elecciones del 5 de noviembre, sigue siendo una figura divisiva después de no haber reconocido su derrota ante Biden en las elecciones anteriores.
El episodio en Corea del Sur no solo plantea preguntas sobre la estabilidad de su sistema político, sino también sobre las tensiones inherentes en las democracias modernas a nivel global.