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Gisèle Pelicot, de superviviente de violaciones en serie a icono feminista

Las violaciones perpetradas por desconocidos, planeadas por su esposo, podrían haberla destruido, pero la francesa Gisèle Pelicot decidió enfrentarse abiertamente a sus agresores en los tribunales, con el propósito de que “la vergüenza cambie de bando”, transformándose en un símbolo del feminismo a nivel mundial. En septiembre, cuando inició en Aviñón, al sur de Francia, Gisèle Pelicot, de superviviente de violaciones en serie a icono feminista

Gisèle Pelicot, de superviviente de violaciones en serie a icono feminista [Foto: AFP]

Las violaciones perpetradas por desconocidos, planeadas por su esposo, podrían haberla destruido, pero la francesa Gisèle Pelicot decidió enfrentarse abiertamente a sus agresores en los tribunales, con el propósito de que “la vergüenza cambie de bando”, transformándose en un símbolo del feminismo a nivel mundial.

En septiembre, cuando inició en Aviñón, al sur de Francia, el juicio contra su exesposo y otros 50 acusados, los periodistas observaron a una mujer de cabello corto y pelirrojo, oculta tras unas gafas de sol.

La víctima, una abuela cuyo compañero sentimental durante casi 50 años confesó haberla drogado entre 2011 y 2020 para dejarla inconsciente y permitir que desconocidos la violaran, era una figura inesperada. Estos hombres habían sido contactados por internet por su propio marido.

Sin embargo, Gisèle renunció a su derecho al anonimato y solicitó que el juicio fuese público, con la intención de sensibilizar a la sociedad sobre el uso de drogas para cometer agresiones sexuales, conocido como sumisión química.

A sus 72 años, Gisèle logró ganarse el corazón de Francia y más allá, inspirando una ola de homenajes artísticos tras declarar que eran los agresores, y no ella, quienes debían cargar con la vergüenza.

“Quería que todas las mujeres víctimas de violación pensaran: ‘Si la señora Pelicot pudo hacerlo, nosotras también podemos'”, expresó en octubre. “No quiero que [las víctimas] sigan sintiendo vergüenza; los que deberían avergonzarse son los agresores”, añadió.

Durante el juicio, recibió el apoyo de manifestaciones en toda Francia, donde admiradores comenzaron a vitorearla y a regalarle flores cuando llegaba al tribunal. Con el tiempo, Gisèle dejó de usar las oscuras gafas de sol que la habían acompañado al principio.

“Una violación es una violación”

En diciembre, la BBC la incluyó en su lista de las cien mujeres más influyentes del año, junto a figuras como Nadia Murad, sobreviviente de violaciones masivas y premio Nobel de la Paz, y la gimnasta brasileña Rebeca Andrade.

Esta “ciudadana común (…) ha sido un ejemplo de valentía y dignidad para las mujeres de Chile y del mundo. Que la vergüenza cambie de bando”, destacó en noviembre Karol Cariola, presidenta del Parlamento chileno.

En agosto, Gisèle obtuvo el divorcio de Dominique Pelicot, quien reconoció las agresiones sexuales y las documentó minuciosamente durante años con fotografías y videos. La víctima decidió mudarse lejos de Mazan, la localidad en el sur de Francia donde ocurrieron la mayoría de los abusos y donde, según sus palabras, la trataron como “un trozo de carne” y “una muñeca de trapo” en su propio hogar.

Aunque ahora usa su apellido de soltera, durante el juicio pidió a los medios que utilizaran su apellido de casada, el mismo que llevan algunos de sus siete nietos.

En septiembre, rompió su silencio habitual para manifestar su ira ante la humillación sufrida cuando varios abogados insinuaron que pudo haber algún grado de complicidad por su parte. “Una violación es una violación”, respondió con firmeza.

Durante el proceso judicial, Gisèle instó a cambiar la mentalidad “machista y patriarcal” que minimiza la violación. Además, expresó su indignación porque ninguno de los agresores reportó los crímenes a las autoridades. Algunos de ellos llegaron a violarla hasta seis veces.

Mientras tanto, algunos acusados justificaron sus acciones diciendo que creían participar en una fantasía de pareja libertina, con el consentimiento del esposo. Gisèle calificó esto como una muestra de su “cobardía”.

Aunque varios admitieron los abusos, aún hay 20 sospechosos en libertad, ya que los investigadores no lograron identificarlos antes del juicio masivo.

El juicio concluyó el 19 de diciembre. Dominique Pelicot fue condenado a 20 años de prisión. Mientras tanto, los hijos de Gisèle manifestaron su decepción por las bajas penas impuestas a los 51 acusados en el macrojuicio. Estas van de entre 3 y 20 años de prisión, por debajo de las solicitadas por la fiscalía.

Los olvidos que revelaron los abusos a Gisèle Pelicot

Gisèle nació el 7 de diciembre de 1952 en Villingen, en el suroeste de Alemania, en el seno de una familia militar. Llegó a Francia con cinco años y enfrentó grandes pérdidas desde joven. Su madre murió de cáncer cuando ella tenía solo nueve años, y su hermano Michel falleció de un infarto en 1971, cuando ella aún no cumplía 20.

Ese mismo año conoció a Dominique Pelicot, quien años después se convertiría en su esposo y agresor.

Aunque soñaba con ser peluquera, estudió mecanografía y desarrolló su carrera en el grupo eléctrico francés EDF. Ahí llegó a ocupar un puesto de responsabilidad en el área logística de las centrales nucleares. En casa, se dedicó al cuidado de sus tres hijos y luego de sus siete nietos. Cuando se jubiló, dedicaba su tiempo libre a pasear y cantar en un coro local.

Todo cambió en 2020, cuando la policía descubrió la razón de sus episodios de pérdida de memoria. Sorprendieron a su esposo filmando bajo la falda de una mujer en un centro comercial. Este hecho destapó años de abusos que hasta entonces habían permanecido ocultos.

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