Groenlandia, un territorio autónomo bajo la soberanía de Dinamarca, cubierto en un 80% por hielo y más grande que México, ha despertado interés global por sus recursos minerales y su ubicación estratégica. Incluso ha llegado a ser motivo de controversia por declaraciones de Donald Trump, quien calificó su control como una “necesidad absoluta” para la “seguridad nacional y la libertad en el mundo”.
Trump dejó abierta la posibilidad de usar la fuerza para tomar la isla, lo que generó reacciones de rechazo en Groenlandia, Dinamarca y otros países europeos. Francia condenó el comentario como “una forma de imperialismo”, mientras que Alemania recordó que “las fronteras no se pueden desplazar por la fuerza”. Por su parte, el canciller danés, Lars Løkke Rasmussen, afirmó que Dinamarca está “abierta al diálogo” para garantizar la cooperación con Washington en un contexto de tensiones crecientes con Rusia y China.
Anthony Blinken, jefe saliente de la diplomacia estadounidense, intentó bajar el tono de las declaraciones y afirmó: “La idea expresada sobre Groenlandia obviamente no es buena, pero quizás lo más importante es que obviamente eso no va a suceder”.
Trump ve a Groenlandia como un punto estratégico para Estados Unidos
Aunque Groenlandia goza de autonomía, Dinamarca sigue controlando cuestiones clave como defensa, política exterior y seguridad. La isla, ubicada más cerca de Nueva York que de Copenhague, ha sido un punto de interés estratégico para Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial, cuando el país asumió su defensa mientras Dinamarca estaba ocupada por Alemania.
Actualmente, Estados Unidos mantiene una base militar activa en Pituffik, al noroeste de la isla, una posición clave por ser la trayectoria más corta para el lanzamiento de misiles hacia Rusia. Además, Washington ha expresado preocupación por la falta de vigilancia aérea y marítima en el este de Groenlandia, según Ulrik Pram Gad, politólogo del Instituto Danés de Estudios Internacionales. Gad señala que estas inquietudes son válidas, aunque las palabras de Trump resulten “exageradas”.
Trump ya había mostrado interés en adquirir Groenlandia durante su primer mandato en 2019, propuesta que fue rechazada tanto por Dinamarca como por las autoridades groenlandesas.
Recursos minerales en disputa
Desde 2009, los groenlandeses tienen control sobre el uso de sus recursos naturales. Sin embargo, los minerales de la isla son de alto interés para Estados Unidos. En 2019, firmaron un acuerdo de cooperación para explorarlos, al que la Unión Europea se sumó cuatro años después. La UE identificó 25 minerales estratégicos en la región, incluidos elementos de tierras raras.
Aunque Groenlandia alberga minerales valiosos, la minería apenas está desarrollada. Actualmente, solo operan dos minas: una de rubíes y otra de anortosita, que contiene titanio. Ditte Brasso Sørensen, experta en geopolítica, apunta que los actores internacionales buscan diversificar sus fuentes de suministro, especialmente para reducir la dependencia de China en tierras raras. También existe preocupación por una posible incursión de China en los recursos de la isla.
El petróleo es otro recurso potencial, pero su explotación está paralizada. La oposición local llevó a la aprobación de leyes que prohíben la extracción de uranio y otros materiales radiactivos.
Una economía dependiente y con retos
Groenlandia busca reducir su dependencia de Dinamarca, que actualmente le aporta una subvención equivalente al 20% de su PIB. La economía local también depende de la pesca. Muchas expectativas están puestas en un nuevo aeropuerto internacional en Nuuk, inaugurado en noviembre, que podría estimular el turismo y facilitar la logística minera.
Sin embargo, Sørensen destaca los retos que enfrenta la minería en Groenlandia. Condiciones climáticas adversas, altos costos y la necesidad de desarrollar infraestructuras físicas y digitales dificultan el avance en este sector. Además, el entorno protegido de la isla añade otra capa de complejidad.
Mientras Groenlandia explora alternativas para desarrollar su economía, la isla sigue siendo un punto de interés estratégico y económico para las grandes potencias, lo que asegura que su importancia geopolítica continuará en aumento.