La pregunta del porqué sigue retumbando en las mentes de los sobrevivientes del Holocausto, como la de Marta Neuwirth, una húngara deportada a los 15 años a Auschwitz-Birkenau. “¿Cómo pudo el mundo permitir algo como Auschwitz?”. La respuesta todavía es un tema difícil de procesar. Es una tragedia atorada en nuestra garganta.
El próximo 27 de enero se cumplen 80 años desde la liberación del campo de exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau y alrededor de 40 supervivientes, residentes en 15 países y cuatro continentes, contaron sus historias personales. Ellos son los últimos de la generación que enfrentó la pesadilla de Auschwitz. Sus testimonios, recopilados entre noviembre de 2024 y enero de 2025, son un testimonio de sus vidas y su esfuerzo por mantener viva la memoria del horror vivido, como antídoto contra el olvido.
Estos supervivientes, que tenían entre 4 y 15 años cuando fueron deportados, enfrentaron el sufrimiento en los campos de concentración y exterminio más infames: Auschwitz-Birkenau, Bergen-Belsen, Buchenwald, Ravensbrück, entre otros. Muchos nacieron en estos campos, donde la muerte y el sufrimiento eran constantes.
Hoy, estos sobrevivientes residen en lugares tan diversos como Israel, Estados Unidos, México, Argentina, Chile, Sudáfrica, Canadá, Francia, Alemania, Polonia, Hungría y Rumanía. Posaron frente a los fotógrafos, se sentaron en los sillones de sus hogares, o en estudios fotográficos, acompañados de sus familias. El proceso fue un tejido para mantener viva la memoria. Estas son 3 lecciones que nos dejaron.
1. La memoria es un acto de resistencia
Evelyn Askolovitch es francesa, tenía 4 años cuando fue deportada a los campos de concentración en los Países Bajos y Alemania. “Formo parte de la última generación de supervivientes”, dijo con firmeza. Askolovich tiene un objetivo y una necesidad urgente: hablar sobre lo que ocurrió a las nuevas generaciones.
No es para menos, ya que Auschwitz, el lugar donde cerca de un millón de personas, en su mayoría judíos, fueron asesinados entre 1940 y 1945, representa un capítulo oscuro de la historia. Los testimonios de los supervivientes nos recuerdan que lo inhumano a veces se esconde detrás de nuestra piel: el largo viaje en trenes abarrotados, sin comida ni agua, hasta llegar a las rampas de selección donde la vida o la muerte dependían del juicio de un oficial nazi.
La supervivencia se convirtió en un acto de resistencia diaria. Para muchos, la única forma de encontrar un propósito en sus vidas después de perder a sus seres queridos en las cámaras de gas fue convertirse en testigos de la atrocidad vivida y reunir todas las pruebas para contarlo a los que vinieran después. La transmisión de su historia es ahora una misión vital contra el olvido, y aunque algunos han sentido la desconfianza o el desinterés en los primeros años tras la guerra, hoy su relato cobra una relevancia renovada, sobre todo en un mundo que enfrenta un aumento preocupante del antisemitismo.
2. El olvido abre puertas al odio y la intolerancia
No es solo una cuestión de recordar, sino de educar a las generaciones más jóvenes. Naftali Furst, un sobreviviente de Auschwitz-Birkenau, viaja por diferentes países para dar conferencias y evitar que el horror del Holocausto se desvanezca en el olvido. Esther Senot, por su parte, sigue cumpliendo la promesa que le hizo a su hermana antes de morir: contar la historia para que “no seamos los olvidados de la Historia”.
A través de estas historias, se visibiliza el dolor de la supervivencia y la necesidad urgente de evitar que la humanidad repita tales atrocidades. La memoria histórica no solo es un ejercicio para recordar, sentir pena o nostalgia, sino un acto de resistencia contra la barbarie. Recordar los horrores del pasado nos permite aprender de ellos y evitar que se repitan.
El olvido puede abrir la puerta a la deshumanización, la intolerancia y la indiferencia, lo que puede generar nuevas injusticias. Además, recordar es una forma de honrar a las víctimas, asegurándonos de que sus sufrimientos no sean en vano y de que futuras generaciones comprendan la importancia de la empatía, el respeto y la dignidad humana.
3. El testimonio es la defensa contra la distorsión histórica
Sin embargo, los sobrevivientes también tienen miedo al olvido. El olvido puede llevar a la distorsión de la historia, a tergiversar los esfuerzos por construir una sociedad más justa y equitativa. El crecimiento del antisemitismo en diversas partes del mundo, así como la persistente ignorancia sobre los horrores de la Segunda Guerra Mundial, les llena de angustia. “No esperaba que fuera tan importante tener que volver a contar cómo fue el Holocausto 80 años después. Pero lo es”, expresó uno de los sobrevivientes. “Debido al terrible aumento del antisemitismo en todo el mundo”.
Hoy, la historia de Auschwitz-Birkenau y de todos aquellos que vivieron para contarla es más importante que nunca. Frente a nosotros, los testimonios vivos que son el recordatorio de la necesidad de preservar la humanidad frente a la intolerancia y el odio.
Estos testimonios son un acto de resistencia, que refleja la importancia de la memoria en tiempos de división y desinformación. El horror del pasado puede funcionar como una advertencia para las generaciones futuras.