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Quizás ser tu mismo no es la mejor opción: 4 razones por las que la autenticidad está sobrevalorada

Es un consejo clásico, pero la autenticidad contradice cientos de estudios científicos sobre inteligencia emocional, habilidades sociales y éxito profesional.

Quizás ser tu mismo no es la mejor opción: 4 razones por las que la autenticidad está sobrevalorada [Foto: Olivier Le Moal/Adobe Stock]

Pocas ideas de autoayuda son tan difundidas y celebradas como el consejo de “sé tú mismo”, o mantén la autenticidad en tu trabajo.

Ya sea en entrevistas de trabajo, interacciones laborales o las decisiones que tienes que hacer en tu carrera profesional, constantemente se nos anima a actuar “con autenticidad”, sin concesiones ni preocupaciones por las presiones externas.

Si bien esto suena reconfortante y motivador, la autenticidad como estrategia interpersonal tiene fallas en sus fundamentos y va en contra de cientos de estudios científicos sobre inteligencia emocional, habilidades sociales y éxito profesional.

Como explico en mi próximo libro Don’t Be Yourself: Why Authenticity Is Overrated (and What to Do Instead), la autenticidad no es un atajo para la vida, sino una idea equivocada que puede volverse en tu contra y llevar a comportamientos indeseables o contraproducentes.

Aunque no hay una definición universal de autenticidad, las ideas más comunes se reducen a cuatro reglas o principios generales:

  1. Siempre di la verdad, tanto a los demás como a ti mismo.
  2. Deja de preocuparte por lo que los demás piensen de ti.
  3. Sigue tu “corazón” y valores sin importar nada.
  4. Muestra tu verdadero yo en el trabajo.

A pesar de su atractivo y buenas intenciones, cada una de estas reglas tiene varios problemas que identifiqué:

1. Los peligros de la honestidad

El consejo de ser siempre honesto parte de la idea de que la veracidad es beneficiosa, pero esto no es del todo cierto. Para empezar, nos engañamos a nosotros mismos constantemente, lo que dificulta la sinceridad con los demás. Aunque la autoconciencia tiene sus ventajas, el autoengaño es la norma: los humanos tendemos a percibir la realidad de forma que nos favorezca.

De hecho, las personas con una percepción inflada de sus habilidades suelen impresionar más fácilmente. Dicho de otra forma, entre más te engañes a ti mismo, más fácil será que engañes a los demás. Por el contrario, quienes evalúan sus limitaciones con precisión suelen batallar para proyectar confianza, ya que la duda y la autocrítica también son contagiosas.

Además, las mentiras –especialmente las “mentiras piadosas”– cumplen una función práctica en entornos profesionales. Entrevistas de trabajo, evaluaciones de desempeño e interacciones laborales suelen recompensar a quienes presentan una versión pulida y estratégica de sí mismos en lugar de una sin filtro. Incluso cuando la gente dice valorar la autenticidad, en realidad prefiere tratar con personas agradables, lo que implica decirles lo que quieren escuchar en lugar de lo que creemos que deberían saber.

2. La importancia de lo que los demás piensan de ti

La idea de ignorar lo que otros piensan de nosotros puede sonar liberadora, pero es poco realista y contraproducente. Somos seres sociales cuyo éxito depende de la reputación, la confianza y las relaciones. Estudios en psicología social muestran que la percepción que los demás tienen de nosotros es clave para el crecimiento profesional: las contrataciones, promociones y oportunidades no dependen de qué tan buenos creemos ser, sino de qué tan buenos creen los demás que somos.

Incluso en el caso de la autenticidad, lo que realmente importa no es qué tan auténticos nos sentimos, sino si los demás nos perciben como auténticos (confiables, consistentes, predecibles). Esto requiere poner atención a cómo nos ven los demás y esforzarnos por causar una buena impresión, lo opuesto a simplemente “ser nosotros mismos”.

Ignorar por completo la opinión ajena puede hacer que parezcamos arrogantes, insensibles o incluso narcisistas. En lugar de rechazar la retroalimentación, una estrategia más efectiva es gestionar cuidadosamente nuestra imagen. Preocuparse por la percepción de los demás no es una amenaza para el amor propio; de hecho, ignorar por completo las opiniones externas es un rasgo de narcisismo.

Nuestra reputación no solo la construyen los demás, sino que les pertenece. La única manera de mejorarla es comprender cómo nos perciben, lo cual no es signo de inseguridad, sino de empatía e inteligencia social.

3. Los riesgos de seguir ciegamente tu corazón

La cultura popular romantiza la idea de seguir el corazón, pero las emociones e instintos rara vez son guías confiables. Son fuente de decisiones impulsivas y sesgadas, además de estar detrás de prejuicios y polarización. Basar nuestras elecciones solo en sentimientos puede llevarnos a resultados desfavorables, y ya es nuestra tendencia natural: como han demostrado los economistas conductuales, solemos “pensar rápido”, que es un eufemismo para no pensar en absoluto.

Además, aferrarse rígidamente a los valores personales sin considerar factores externos –como la cultura laboral y las normas sociales– puede generar conflictos innecesarios. Los profesionales exitosos entienden que la toma de decisiones éticas implica matices y compromisos.

¿Para qué estar apegado completamente a tus valores, cuando puedes estar abierto a los valores de los demás y entender su perspectiva? En un mundo diverso, la cooperación requiere flexibilidad. Y si algunos valores son mejores que otros, ¿dónde trazamos la línea? ¿Cómo sabemos cuáles deben expresarse y cuáles reprimir? Solo a través de la autocrítica y la humildad podemos colaborar efectivamente en una cultura laboral moderna y civilizada.

4. El mito de “llevar tu verdadero yo al trabajo”

La idea de que los empleados deben mostrar su “yo completo” en el trabajo sugiere que la transparencia total es siempre un beneficio. Si bien sentirse cómodo en el trabajo mejora el compromiso, hay una diferencia entre disfrutar lo que haces y borrar los límites entre lo personal y lo profesional.

El profesionalismo requiere inteligencia emocional y consciencia. Compartir demasiada información personal o tratar a los colegas como amigos cercanos puede generar incomodidad o afectar tu reputación. Asumir que tus compañeros están interesados en conocer tu versión sin filtro es ingenuo.

Las distintas culturas laborales tienen diferentes expectativas: algunas fomentan la expresión personal, mientras que otras priorizan la formalidad. Ser adaptable y leer las señales sociales es más efectivo que insistir en una autenticidad sin restricciones. En el mejor de los casos, tu “yo completo” es una versión que solo unas pocas personas aprecian.

Además, para la mayoría de la gente, el trabajo es solo eso: trabajo. No tiene por qué ser el eje central de su identidad. Hay muchas otras fuentes de significado en la vida y la idea de integrar completamente lo personal y lo profesional es, en muchos casos, ingenua.

La autenticidad no es una receta para el éxito

En resumen, aunque la autenticidad suele presentarse como una regla de oro para triunfar, la realidad requiere un enfoque más equilibrado. Ser uno mismo no siempre es la mejor opción. Nuestra libertad de ser auténticos termina donde comienzan nuestras responsabilidades hacia los demás.

Un mundo donde todos actúan sin filtro, esperando que los demás se adapten a su versión más cruda, sería un caos. Manejar las relaciones profesionales con éxito implica saber cuándo ser genuino y cuándo recurrir a estrategias inteligentes y éticas para construir una reputación como alguien amable, considerado y sí, a veces, “no tan auténtico”.

Author

  • Tomas Chamorro-Premuzic

    El Dr. Tomas Chamorro-Premuzic es Director de Innovación en ManpowerGroup, profesor de psicología empresarial en University College London y la Universidad de Columbia, cofundador de deepersignals.com y asociado del Laboratorio de Finanzas Emprendedoras de Harvard.

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    El Dr. Tomas Chamorro-Premuzic es Director de Innovación en ManpowerGroup, profesor de psicología empresarial en University College London y la Universidad de Columbia, cofundador de deepersignals.com y asociado del Laboratorio de Finanzas Emprendedoras de Harvard.

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Sobre el autor

El Dr. Tomas Chamorro-Premuzic es Director de Innovación en ManpowerGroup, profesor de psicología empresarial en University College London y la Universidad de Columbia, cofundador de deepersignals.com y asociado del Laboratorio de Finanzas Emprendedoras de Harvard.

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