
Desde que Donald Trump regresó a la presidencia de Estados Unidos el 20 de enero, los drásticos cambios han abrumado a los dueños de negocios de todos los tamaños. Quizás lo más impactante sean la imposición de aranceles que el presidente Trump promovió antes de las elecciones y que ahora está implementando, teóricamente para darle prioridad a los negocios estadounidenses, pero que posiblemente los estén afectando.
Como fundador y CEO de Percent –una plataforma de inversión en crédito privado que ha facilitado más de 1,000 millones de dólares (mdd) en financiamiento para pequeñas empresas– he sido testigo directo de cómo los cambios en la política afectan las necesidades de financiamiento y el acceso al capital para los pequeños negocios en todo el país.
Estos aranceles estaban programados para entrar en vigor antes de ser pospuestos dos veces, y recientemente se implementaron en las importaciones de acero y aluminio, con nuevas amenazas cada día. Este ir y venir solo ha aumentado la incertidumbre para los empresarios que intentan planificar con anticipación. La ambigüedad constante es en sí misma una carga importante, dejando a muchas empresas en una situación de espera para ver si deben ajustar sus estrategias de precios, inventario y cadena de suministro.
Trump ha buscado imponer un arancel de 25% a todas las importaciones de Canadá y México, y duplicar los aranceles a los productos chinos al 20%. Estas medidas afectarían gravemente todos los bienes enviados a Estados Unidos desde estos países –los cuales representaron 40% de todas las importaciones en 2024– incluyendo principalmente petróleo y productos derivados de Canadá, y electrónicos de China.
La idea detrás de estos costos adicionales en las importaciones es impulsar a los consumidores estadounidenses a comprar productos “Made in USA” y alentar a las empresas a establecer sus sedes y operaciones en el país en lugar de tercerizar en el extranjero. Trump también ha afirmado que estos tres países no han hecho lo suficiente para detener el flujo de fentanilo hacia el país, y que estos aranceles son una represalia.
Como era de esperarse, Canadá, México y China ya están respondiendo con sus propios aranceles a productos estadounidenses, incluyendo un impuesto fronterizo del 15% sobre el carbón y el gas natural licuado importados de Estados Unidos. Otras represalias directas incluyen un arancel de 10% impuesto por China sobre el petróleo crudo estadounidense, y aranceles de 25% por parte de Canadá sobre 30,000 mdd en bienes estadounidenses, incluyendo productos avícolas y agrícolas.
DISRUPCIONES A CORTO PLAZO
Inmediatamente, si el resto de estos aranceles entran en vigor, las pequeñas empresas que dependen de materiales importados de estos tres países verán un aumento en sus costos en todos los aspectos. Estados Unidos obtiene casi la mitad de su combustible extranjero de Canadá, lo que tendrá un efecto dominó para todas las empresas y consumidores que usan cualquier tipo de combustible. (Va una pista: prácticamente todos).
Las estrategias de precios toman tiempo para ajustarse, y como resultado, las empresas tendrán que enfrentar problemas de flujo de caja derivados de estos costos más altos, lo que generará una presión sobre los consumidores debido al incremento de precios para compensar los impactos. Las pequeñas empresas serán las más afectadas, ya que a menudo carecen del poder de mercado para trasladar completamente cualquier aumento de precios a los consumidores sin economías de escala.
El manejo de inventarios se volverá más complejo, ya que empresas grandes y pequeñas tendrán que decidir cómo y cuándo asignar capital. ¿Deberían acumular inventario antes de que se produzcan más aumentos? ¿O minimizarlo para preservar efectivo? Con la forma en que se están desarrollando los acontecimientos y los cambios significativos que ocurren día a día, no hay una respuesta correcta o incorrecta –especialmente cuando la administración vacila entre implementar o revertir los aranceles–. Además, la competencia entre empresas aumentará, favoreciendo a las compañías más grandes (que pueden absorber mejor estos costos o negociar acuerdos alternativos de suministro) sobre aquellas que no pueden hacerlo.
Estos cambios radicales en las operaciones requieren tiempo, recursos y habilidades administrativas para navegar, pero están ocurriendo de la noche a la mañana. Los pequeños empresarios necesitarán buscar nuevos proveedores, lidiar con un aumento en el papeleo y costos de cumplimiento, y decidir cómo y cuándo usar sus reservas de efectivo para afrontar estas nuevas regulaciones.
EFECTOS A FUTURO
Estas políticas arancelarias internacionales no solo tendrán efectos a corto plazo en la economía global. Si se mantienen, transformarán modelos de negocio, dinámicas de mercado e innovación en todo el mundo.
El presidente Trump ha argumentado que los aranceles están diseñados para ayudar a las industrias nacionales, ya que impulsan a los consumidores a comprar productos de marcas estadounidenses. Sin embargo, esto ha demostrado ser en gran medida incorrecto. Históricamente, los aranceles han generado precios internos más altos en general, ya que las importaciones se vuelven más costosas, lo que reduce la competencia y, en consecuencia, provoca nuevos aumentos de precios cuando las empresas estadounidenses pueden cobrar más.
Veremos una disrupción forzada en las cadenas de suministro, alejándose de socios confiables previos, reformulación de productos para utilizar insumos no afectados por aranceles y una reposición estratégica en el mercado en función de las nuevas estructuras de costos. Los requisitos de inversión tendrán que adaptarse a esta “nueva normalidad” en el flujo comercial.
Algunos sectores del mercado podrían consolidarse o incluso desaparecer, dependiendo de quién pueda adaptarse o ser adquirido. Las relaciones con proveedores nacionales serán clave, y las barreras de entrada para las pequeñas empresas aumentarán debido a mayores requerimientos de capital inicial.
La incertidumbre también pasará factura a la economía, ya que las inversiones se estancarán mientras los empresarios esperan conocer el próximo cambio. Para las pequeñas empresas, este entorno de “esperar y ver” es más que una molestia: drena tiempo, recursos y frena el crecimiento. Cada aplazamiento obliga a los dueños a replantear sus planes, evaluar cambios en la cadena de suministro y retrasar inversiones. Estas constantes modificaciones de política crean un efecto de latigazo, aumentando las ineficiencias y el riesgo de perder oportunidades.
Al mismo tiempo, es probable que veamos una adopción más rápida de la automatización y la inteligencia artificial para compensar el aumento en los costos de insumos, así como alternativas nacionales a materiales importados. Esto generará nuevas oportunidades de negocio y cambios en la segmentación del mercado, ya que los puntos de precio se ajustarán.
Estos cambios en los precios tendrán implicaciones financieras duraderas, especialmente para las pequeñas empresas. Cuando los aranceles aumentan los costos y una empresa no puede absorber la carga financiera, su estructura cambia de manera fundamental. Generalmente, esto implica mayores necesidades de capital, ya que deben adelantar costos de inventario que no siempre podrán trasladar a los clientes mediante precios más altos. Las disrupciones en la cadena de suministro también exigen mayores reservas de inventario, lo que bloquea más capital. Estos ciclos de conversión de efectivo más largos no solo afectarán a las empresas, sino también a las instituciones que les proporcionan capital, amplificando las repercusiones económicas.
EVOLUCIÓN FUTURA DE LAS RELACIONES BANCARIAS
Aún más en el futuro, veremos un cambio en la banca y las inversiones debido al aumento de estos aranceles y sus efectos retaliatorios con Canadá, China y México. Es probable que haya una transición de relaciones transaccionales a asociaciones estratégicas, así como cambios en la estructura de crédito, financiamiento alternativo, gestión de riesgos y reconsideración de la estructura de capital. Esto obligará a las empresas a reevaluar el equilibrio entre deuda, capital y financiamiento interno para resistir mejor las disrupciones comerciales prolongadas a medida que la economía global se adapta.
Para las pequeñas empresas, será clave trabajar con instituciones bancarias que comprendan los impactos específicos de los aranceles en su industria. Para los bancos, esto significa que el conocimiento de las dinámicas del comercio internacional se convertirá en una ventaja competitiva, y que serán necesarias relaciones más basadas en la confianza y la consultoría, dado el aumento en la complejidad financiera.
Muchas empresas, no solo las pequeñas, también tendrán que cambiar de créditos revolventes a corto plazo a soluciones de financiamiento a largo plazo para manejar el prolongado periodo de ajuste que traerán estos aranceles. De hecho, las fuentes de financiamiento en su totalidad cambiarán, y es posible que muchas empresas recurran a instituciones financieras de desarrollo comunitario (CDFIs, por sus siglas en inglés), que ofrecen programas especializados para mitigar las complicaciones de las políticas comerciales.
Las nuevas estrategias de gestión de riesgos financieros, el aumento en los requisitos de documentación y cumplimiento, y la necesidad de replantear las proporciones de deuda y capital afectarán la manera en que las empresas manejan sus finanzas, posiblemente con consecuencias negativas.
La única certeza durante el transcurso de esta administración será la incertidumbre y, desafortunadamente, serán las pequeñas empresas las que tendrán que soportar la mayor parte de esta carga.