
Vivimos en un mundo cada vez más ajetreado. No solo tenemos nuestras tareas laborales diarias, sino que también tenemos más reuniones, desplazamientos más largos y más interacciones con más personas en más lugares que en ningún otro momento de la historia.
Además de las numerosas distracciones externas, reales y presentes, también existen obstáculos internos que impiden escuchar con atención. Nuestro mundo interior puede ser ruidoso. A veces, es un ruido estridente de emociones, actitudes y motivos que nos impiden prestar total atención a los demás.
Como dos expertos en psicología positiva, hemos identificado seis de las barreras internas más comunes que pueden interferir con tu capacidad de escuchar bien y hemos desarrollado un marco de seis habilidades de “escucha radical” que pueden ayudarte a tener mejores conversaciones y construir mejores relaciones.
Seis barreras que te impiden escuchar bien:
1. Comparando: “¡A mí me pasó!”
A veces, el tema de una conversación parece invitarte a compartir experiencias similares. En lugar de apreciar las experiencias del interlocutor, estás recordando mentalmente y preparándote para contar una anécdota cuidadosamente elegida: aquella vez que programaste una reunión de negocios en un restaurante de comida china donde los camareros te interrumpían cada dos minutos para ofrecerte deliciosos manjares. A esto lo llamamos comparar. ¿Qué buscan implícitamente en la conversación? Podría ser admiración, un reconocimiento a su entusiasmo o un poco de respeto por su trabajo.
2. Competir: “¡No es nada, he pasado por cosas mucho más difíciles!”
Las personas son criaturas sociales y es común que amigos y colegas compartan los desafíos que experimentan. Un compañero de oficina podría decir: “¡Me cuesta mucho revisar mis correos! ¡Tengo más de 200 correos sin leer en mi bandeja de entrada!”. Es fácil asumir que buscan compasión o quizás ideas para lidiar con la sobrecarga. Sin embargo, en lugar de ofrecer ninguna de estas dos opciones, respondes: “¿Solo 200? ¡Tengo más de 1,000 correos que necesito responder!”. A esto le llamamos competir. De nuevo, no hay nada de malo en compartir tu propia experiencia, pero corres el riesgo de parecer poco comprensivo, egocéntrico o desconectado.
3. Lectura de la mente: “Sé lo que vas a decir”
¿Recuerdas alguna interacción reciente en la que estuvieras bastante seguro de lo que iba a pasar incluso antes de la conversación? Esto se llama leer la mente. Este sesgo, aunque arraigado en la experiencia, interfería con nuestra capacidad de conectar positivamente con el equipo. Leer la mente conlleva el riesgo de centrarse en tus propias suposiciones en lugar de en las opiniones e intereses de los demás. A menos que seas un verdadero lector de mentes, creer que sabes lo que dirán los demás se convierte en un obstáculo para escuchar con sinceridad.
4. Consejos no solicitados: “Si yo estuviera en tu lugar…”
Un líder de equipo en otro departamento te cuenta lo difícil que le resulta tomarse unas vacaciones y desconectarse por completo del trabajo. Este es un caso que requiere una combinación óptima de apoyo. En lugar de usar todo el arsenal, es más prudente escuchar lo que se te pide. Quizás tu compañero agradezca algunas sugerencias. O quizás simplemente quiera que alguien se solidarice con él. Sea como sea, una cosa es segura: si estás ocupado dando consejos no solicitados, intentando resolver el problema de otra persona, mientras te habla, no estás escuchando.
5. Estado de prioridad: “Yo sé más”
Imagina que estás en una reunión de trabajo y se discute un problema técnico de tu área de especialización. ¡Tienes años de experiencia resolviendo problemas técnicos como el que se está discutiendo! El problema –en lo que respecta a escuchar– es que es fácil creer que esta experiencia debería darte prioridad. A esto lo llamamos estado de prioridad y ocurre cuando las personas dejan de escuchar y, en cambio, se apresuran a compartir sus propias ideas. Sin duda, las personas suelen compartir sus perspectivas por el deseo de ayudar. Aunque puede tener algún mérito, es probable que tu entusiasmo por compartir tus ideas signifique que hayas dejado de escuchar la conversación.
6. Pobreza de tiempo: “No tengo tiempo para esto”
Desafortunadamente, el día solo tiene 24 horas, por lo que tendemos a sentir que el tiempo siempre escasea. Esta supuesta pobreza de tiempo puede interferir con nuestra concentración y enfoque. En estas situaciones, podemos parecer impacientes o que hemos juzgado la importancia de lo que dicen. Esta impaciencia hará que las personas sientan que no valoras lo que dicen y que no las estás escuchando.
Cómo practicar la escucha radical:
¿Qué puedes hacer entonces? Hemos desarrollado un marco de seis habilidades fundamentales para la escucha profunda. En lugar de dejar que las barreras te dominen, intenta implementar estas habilidades. Usarlas no significa que tengas que estar de acuerdo con la persona que habla, sino que le permites expresar abiertamente sus puntos de vista, lo que da lugar a conversaciones que fomentan conexiones más sólidas.
1. Prestar atención requiere que el oyente esté atento durante las conversaciones. Cuando una persona es hábil para prestar atención, puede dirigir su atención a lo más importante para una interacción específica. Prestar atención implica la capacidad de prestar atención, analizar la información y determinar qué es relevante.
2. Aquietar es la capacidad de aportar calma a la conversación mediante silencios y pausas estratégicas. Esto implica gestionar el diálogo interno y las emociones para que el oyente pueda prestar plena atención a la conversación.
3. Aceptar puede ser particularmente difícil para algunas personas. Esto implica adoptar una actitud abierta a lo que otros puedan aportar a la conversación. El oyente respeta el derecho de los demás a tener opiniones personales y acepta sus puntos de vista como válidos en la conversación.
4. Reconocer es el acto de reconocer explícitamente los esfuerzos, perspectivas, fortalezas, valores o principios de la otra persona. Cuando reconocemos a los demás, se sienten vistos, comprendidos y apreciados.
5. Preguntar es la habilidad de formular preguntas que inviten a la reflexión y demuestren interés y curiosidad. Cuando se usan intencionalmente, las preguntas pueden fomentar una reflexión más profunda, nuevas perspectivas e ideas innovadoras.
6. Interrumpir, a primera vista, puede parecer fuera de lugar como habilidad para escuchar. En este caso, interrumpir al interlocutor se utiliza para demostrar una participación plena y entusiasta. Las interjecciones se utilizan para generar energía, fortalecer conexiones y mostrar interés.
Extracto de Radical Listening: The Art of True Connection del dr. Robert Biswas-Diener y el dr. Christian van Nieuwerburgh. Publicado por Berrett-Koehler Publishers. Copyright © 2025. Todos los derechos reservados.