
Solo han pasado 100 días desde que Donald Trump fue investido para su segundo mandato presidencial, pero ya resulta evidente que el tono de esta nueva etapa es muy diferente al de la primera –y Trump ha cuidado meticulosamente la imagen que proyecta–.
Desde que asumió el cargo el 20 de enero, Trump ha adoptado un enfoque agresivo en la presidencia. Tan solo en su primer día firmó la impresionante cantidad de 26 órdenes ejecutivas, incluyendo varias para eliminar iniciativas federales de diversidad, equidad e inclusión (DEI), y otra destinada a conceder indultos a los implicados en los disturbios del 6 de enero. Esas primeras 24 horas fueron apenas un anticipo de lo que vendría después. Durante los siguientes 100 días, su administración ha implementado rápidamente medidas extremas, incluyendo la eliminación de 260,000 empleos gubernamentales a través del proyecto DOGE impulsado por Elon Musk, la intensificación de deportaciones y vigilancia de inmigrantes, y la desatención de una guerra comercial global a través de severos aranceles.
Para muchos estadounidenses, ha sido un periodo confuso de agitación social y económica. Ha sido difícil anticipar qué hará el presidente a continuación o cómo responderá a las críticas. Sin embargo, en estos primeros 100 días ha quedado clara una constante: Trump busca transformar radicalmente su imagen pública.
Durante estos primeros días de mandato, Trump ha optado por proyectar una imagen más sombría y estricta que coincide con su estrategia de liderazgo agresivo y que conecta directamente con su base ultraconservadora. Basta con observar cuatro nuevos retratos del presidente para confirmarlo.
UN RETRATO OFICIAL INSPIRADO EN UNA FOTO POLICIAL
Los retratos del presidente Trump han resultado ser una ventana bastante transparente hacia la manera en que está construyendo la imagen de su segundo mandato. El primer vistazo a esta nueva estrategia ocurrió incluso antes de que Trump asumiera oficialmente el cargo.
Días antes del 20 de enero, el mundo tuvo su primer encuentro con el retrato oficial de investidura de Trump, gracias al fotógrafo principal de su administración, Daniel Torok, quien publicó la imagen en su cuenta de X. En la fotografía, Trump mira hacia abajo al espectador con una ceja levantada en una expresión severa, casi enojada. Una intensa luz artificial ilumina el centro de su rostro, dejando sombras oscuras en su perfil. El encuadre resulta casi incómodamente cercano a su cara, creando la inquietante sensación de que el espectador está a escasos centímetros de distancia.

Este retrato supone un notable alejamiento respecto a las fotos presidenciales oficiales anteriores. Dichos retratos, disponibles en los archivos digitales de la Biblioteca del Congreso, presentan ciertas características casi universales desde la época de Nixon: los presidentes aparecen fotografiados de frente, con un encuadre que termina a media altura del pecho, iluminación neutra y uniforme, y una sonrisa amplia en el rostro. En una entrevista con Fast Company en enero pasado, Rhea L. Combs, directora de asuntos curatoriales de la Galería Nacional de Retratos del Smithsonian, explicó que estas sutiles decisiones suelen ser utilizadas por los presidentes para transmitir una apariencia amigable y accesible, una tradición que se remonta hasta las primeras representaciones de George Washington.
En 2017, Trump mismo siguió en gran medida estas convenciones. El retrato oficial de su primer mandato muestra a Trump desde un ángulo tradicional y equilibrado, sonriendo hacia la cámara en una habitación iluminada de manera uniforme. Al compararlo con su retrato de 2025, la diferencia es abismal—y este cambio no es una coincidencia.

Mediante una serie de comentarios en X, Torok confirmó que el nuevo retrato de Trump estaba inspirado en la foto policial tomada antes de que el presidente fuera declarado culpable de 34 cargos por delitos graves en un juicio por pagos ilícitos en mayo de 2024. A pesar del veredicto de culpabilidad, Trump utilizó dicha foto policial como herramienta política durante la campaña presidencial de 2024, convirtiéndola en carteles para mítines, vendiendo fragmentos del traje que usó en la fotografía, e incluso imprimiéndola en tazas y camisetas (el merchandising ha sido durante mucho tiempo una palanca clave en el control de su imagen). Torok admitió abiertamente haber usado esta foto policial como inspiración para el retrato oficial.
El retrato parecía cuidadosamente diseñado tanto para provocar la ira de los detractores de Trump como para reforzar su imagen frente a su base conservadora. Durante su campaña, Trump se alineó abiertamente con miembros de la llamada “manósfera”, una comunidad digital de influencers masculinos como Andrew Tate, Adin Ross y Logan Paul, quienes en distintos grados glorifican cierta forma de masculinidad tóxica (frecuentemente acompañada de una retórica anti-mujeres). Para Trump, el retrato oficial fue el escenario perfecto para presentar una nueva marca personal en la que este machismo desafiante ocupa un lugar central.
UNA QUEJA QUE LLEGÓ SEIS AÑOS TARDE
Aproximadamente dos meses después del inicio de su segundo mandato, en medio de una guerra en Medio Oriente y de una profunda agitación derivada de sus nuevos aranceles, Trump aprovechó para reforzar aún más su nueva imagen al criticar un retrato suyo expuesto en el Capitolio estatal de Colorado.
El 23 de marzo, el presidente acudió a Truth Social para exigir que se retirara su retrato. El momento elegido por el presidente resultaba extraño, considerando que la pintura llevaba seis años expuesta.

“A nadie le gusta una mala fotografía o una mala pintura de sí mismo, pero la que está en Colorado, en el Capitolio estatal, colocada por el gobernador junto con todos los otros presidentes, fue deliberadamente distorsionada a un nivel que quizás ni yo mismo había visto antes”, escribió Trump en aquel momento. Continuó su mensaje solicitando directamente al gobernador de Colorado, Jared Polis, que “la quitara”.
El retrato, realizado por la artista Sarah Boardman, muestra a un Trump más joven, iluminado con una luz suave, con una mandíbula más redondeada y una expresión neutral, casi satisfecha. Aunque Trump justificó su disgusto argumentando que el retrato no lo favorecía, es difícil ignorar cómo la pintura muestra una versión muy diferente a la más intimidante que ahora presenta en su nuevo retrato oficial. Su mensaje directo a Polis evidenció hasta qué punto Trump está dispuesto a intervenir activamente en la percepción pública sobre él, incluso en asuntos aparentemente triviales.
“PASEARSE TODO EL DÍA MIRANDO IMÁGENES DE UNO MISMO”
La administración Trump llevó la renovada imagen del presidente a otro nivel en abril, cuando sustituyó un retrato minimalista del expresidente Barack Obama en el Salón Este de la Casa Blanca por una pintura pop-art del presidente Trump levantando el puño después del intento de asesinato ocurrido el año pasado durante la campaña presidencial.
Varios historiadores dijeron a The New York Times que quedaron sorprendidos por este movimiento, dado que es prácticamente inédito que un presidente en funciones coloque obras de arte que lo representen a él mismo en la Casa Blanca (normalmente se añaden retratos de expresidentes después de finalizar su mandato).

“Simplemente parece de mal gusto”, dijo Ted Widmer, historiador presidencial de la City University of New York, al medio. “«”Se siente como un distanciamiento de nuestra tradición de venerar a quienes ocuparon dignamente el cargo presidencial de ambos partidos, y se dirige hacia una nueva dirección en la que uno se pasea todo el día mirando imágenes de sí mismo”.
Más allá de la extraña decisión de colgar este retrato en primer lugar, el contenido del mismo también resulta peculiar para la Casa Blanca. La pintura muestra a Trump rodeado por agentes del Servicio Secreto, levantando el puño en el aire mientras hilos de sangre le corren por un costado del rostro; una escena que Trump y su campaña utilizaron como material promocional. Junto con su retrato inaugural, esta elección artística en la Casa Blanca representa otra oportunidad cuidadosamente planeada por la administración Trump para proyectar su nueva imagen de fuerza.
TRUMP 2.0 GANA TERRENO
Es evidente que durante estos primeros 100 días de su mandato, la administración Trump ha estado cuidando meticulosamente una presentación pública del presidente más oscura y agresiva, tanto en fotografías como en obras artísticas. Sin embargo, una consecuencia inesperada de este cambio de imagen hacia un Trump 2.0 es que algunos medios parecen estar siguiendo la dirección artística marcada por la administración.
La semana pasada, la revista Time entrevistó al presidente con motivo del hito de sus primeros 100 días en el cargo, replicando un artículo similar publicado en 2017 durante su primer mandato. Time decidió representar ambos artículos con retratos cercanos del presidente, los cuales publicó lado a lado en Instagram. Mientras que la foto de 2017 tiene tonos cálidos y una iluminación brillante, la versión de 2025 es claramente más fría y sombría. Al igual que el nuevo retrato inaugural de Trump, la imagen actualizada por Time presenta profundas sombras prominentes en los laterales del rostro del presidente, además de un fondo casi tormentoso. Es una imagen que transmite inquietud y pesimismo.
La nueva imagen de Trump parece estar permeando en la conciencia pública. Y a medida que avance su mandato, es probable que la administración Trump siga fortaleciendo esta versión más severa del presidente a través de nuevas imágenes.
Mientras tanto, estos cuatro retratos destacan un tema constante en Trump: para el presidente, la imagen pública es un asunto en el que hay ganadores y perdedores. En su entrevista con Time, Trump llevó al reportero Eric Cortellessa al Ala Este para mostrarle la pintura suya que se había colocado allí, frente a otro retrato de Obama.
“Por 100 a 1 prefieren ese”, afirmó el presidente sobre su retrato. “Es increíble”.