
Te acabas de graduar y es hora de prepararte para tu primer trabajo como adulto. Esto se siente diferente a tus trabajos de vacaciones y prácticas, pero no lo es. Haz una pausa, respira hondo y date cuenta: no estás solo.
Recuerda: en el trabajo y a lo largo de tu carrera, una mentalidad de “nosotros, no ‘yo'” marca la diferencia. Nadie llega a ningún lado solo. Ni siquiera quienes creen firmemente en el individualismo como mejor método para destacar.
Muchos graduados creen que no tienen personas cercanas que puedan apoyarlos, o contactos que puedan animarlos y empiezan sus carreras con la mesa vacía. Pero les digo que nadie empieza de cero. Puede ser difícil reconocerlo al principio, pero ya cuentan con un grupo de personas comprometidas con ellos y su trayectoria profesional. Estas son sus personas de referencia: aquellas en quienes confían, respetan y que demuestran su compromiso con su crecimiento y éxito profesional.
Piensa en este grupo como una “junta directiva”, una manera figurada de describir a las personas a las que recurres en busca de orientación, apoyo, aportaciones, honestidad radical y retroalimentación.
Cómo constituir tu propia junta directiva
Primero, comienza por establecer algunas reglas básicas para tu junta directiva: siempre hay puestos vacantes y no hay límite de quien puede quedarse. Algunas personas podrían estar en la junta directiva solo brevemente; otras podrían quedarse toda la vida. Estas relaciones no deben ser transaccionales ni unilaterales. Son conexiones respetuosas y consideradas que debes cultivar.
A continuación te doy tres acciones para fortalecer tu relación con los miembros actuales de tu junta directiva.
1. Comienza con una auditoría
Pregúntate, ¿quién está sentado en tu mesa? Piensa en las personas a las que llamas cuando tienes una crisis personal o profesional, las que te hacen sentir mejor con solo hablar. Piensa en los amigos en los que confías para hablar sobre la escuela, decisiones profesionales, el outfit que te vas a poner hoy o tensiones familiares.
No te olvides de tus compañeros de equipo, amigos del gym o compañeros de tu empresa cuyos consejos valoras. Piensa en quienes alguna vez te acompañaron en una decisión crucial. Incluso los familiares que ofrecen consejos (a veces no solicitados) pueden formar parte de tu junta directiva si confías en su opinión. Estas son las personas que ya están prestando amistad y servicio.
2. Mantente abierto a cambiar a los miembros de tu “junta directiva”
En segundo lugar, desvincula a las personas cuando sea necesario. No todos están destinados a quedarse para siempre. A medida que creces y evolucionas, es natural que la composición de la junta directiva cambie. A veces son ellos, pues pueden tener compromisos de vida que cambian, lo que reduce la disponibilidad. A veces eres tú.
Desarrollas nuevas prioridades o la relación se vuelve obsoleta. A veces, una persona puede traicionar tu confianza, y un miembro de la junta que antes eras valioso ya no te parece una persona segura. Sea cual sea el motivo, respeta la evolución. La junta directiva adecuada cambia con el tiempo para satisfacer las necesidades de la persona en la que te estás convirtiendo.
3. Muestra gratitud
En tercer lugar, muestra gratitud. Pregúntate si realmente te esforzaste por cultivar estas relaciones. Una vez que termines de leer esto, contacta a algunos miembros de tu junta directiva para agradecerles. Ya sea que envíes una nota, un mensaje de texto, un correo electrónico o una llamada telefónica, sé intencional. Comparte una actualización: hazles saber que te graduaste y que estás comenzando tu siguiente etapa.
Expresa tu gratitud con un ejemplo específico de cómo su apoyo te ayudó a alcanzar este hito. Y diles que te gustaría seguir en contacto, si están dispuestos a seguir comunicándose. Esto no es una transacción, es el trabajo continuo de mantener y valorar las relaciones reales.
Al comenzar tu nuevo trabajo, recuerda que siempre hay puestos disponibles en la mesa de tu junta directiva. Piensa a quién te gustaría incorporarte próximamente.
¿Qué áreas de crecimiento podrían beneficiarse de más apoyo? Por ejemplo, cuando me gradué de medicina, deseaba tener a alguien que me ayudara con mi educación financiera; alguien que me hubiera guiado para pagar deudas y tomar decisiones financieras inteligentes. Los libros y podcasts son útiles, pero nada reemplaza tener una persona real a quien llamar o escribir cuando surjan preguntas.
Los profesionales más exitosos no lo logran todo de una vez. Forjan sus carreras aprendiendo y aplicando microhabilidades: pequeños comportamientos intencionales que se desarrollan con el tiempo y pueden implementarse en tiempo real.
¡Felicidades, graduado! Ya tienes una junta directiva. Ahora es momento de reforzar, desarrollar y celebrar el apoyo.